De Borges a la cosmología, de la cosmología a Steemit y de Steemit al origen de la vida

Origen de la vida, mas a la casualidad se debió un repentino cambio de tema (“salvo que no hay casualidad, salvo que lo que llamamos casualidad es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causa y el efecto” [Siete noches]). Sentábame a escribir sobre la vida en la tierra, cuando comenzaron a fluir algunas líneas sobre uno de mis escritores predilectos; ¿y cómo?, ¿cómo interrumpir esas líneas?, ¿cómo doblegar a la inspiración, con lo veleidosa que es, una vez que se asoma?

De Jorge Luis Borges aprendí que un solo libro es quizá todos los libros; e iré más lejos, un solo cuento, refleja a toda la historia literaria; y yendo aún más lejos, y parafraseando las palabras de Tennyson, “bastaría conocer una sola flor para entender quienes somos y qué es el universo”.

¿Qué habrá querido decir?, se preguntó Borges, y el mismo se contestó: “tal vez quiso decir que no hay hecho, por humilde que sea, que no implique la historia universal y su infinita concatenación de efectos y causas”.

Sirvan estos párrafos iniciales como preámbulo para un intento de explicar cómo es que un simple cuento, pudo llevarme tan lejos y por tantos senderos. Cómo un simple hecho; el de caminar por un pequeño bulevar y entrar a una pequeña librería de libros usados, me llevó más tarde por los caminos del tiempo y del espacio, a estudiar la relatividad y la astronomía, y a escribir hoy sobre el origen de la vida.

particular que hace de sus cuentos esas historias inmensas, que transforma esas ocho o diez o doce páginas, en un infinito universo…: las repetidas referencias a otros libros, a otros sabios, a otros filósofos y sus filosofías, a otros tiempos; que transportan la imaginación, que dan una idea de algo más, que arremeten contra la curiosidad y la despiertan. De Schopenhauer a San Agustín, de la Encyclopaedia Britannica a los heresiarcas de Tlön. Aquellos curiosos que después de varias relecturas intuyan aún un símbolo oculto en aquel cuento infinito de ocho páginas, deberán ir a esas referencias y recorrer ese laberinto que es la historia de la literatura y el pensamiento del hombre, si es que pretendiesen develarlo.

Borges, a través de sus ficciones, nos presenta temas profundamente filosóficos. Nos sumerge en ellos mediante su extraordinaria narrativa y sus apasionadas imaginaciones. De entre esas ideas, hay dos que resaltan sobre las otras, llegando a abrumar —en mi caso— e incluso a obsesionar: la causalidad, tal como la presenta en su flor de Coleridge: “no hay acto que no sea coronación de una infinita serie de causas y manantial de una infinita serie de efectos”, y en su Zahir, fragmento que ya fue citado en los primeros párrafos de este post, como respuesta a la interrogante creada por Tennyson. La segunda idea fue el tiempo. “El abismal problema del tiempo”; el laberinto definitivo, como lo imaginó Ts'ui Pên en su Jardín de senderos que se bifurcan… Así fue como inicié las exploraciones de esos rincones del conocimiento, gracias a Borges; a quien conocí por Kafka.

La relación es doble: por un lado, del devorar sus ficciones nació un hábito, el de detectar referencias, el de expandir sus cuentos, ir más allá, conocer nuevos universos, explorar microcosmos… Por otro lado, un sendero al cual fui guiado: el estudio del tiempo, el cual a su vez se ramificó en el de la cosmología y la astronomía… en el estudio del origen de las estrellas, de sus planetas, de la vida.

Me entrenó en un hábito y me señaló un camino. Algo así como un Virgilio, que va intemporalmente acompañando, mas no a través de círculos infernales o de cavernas en el Oxus, sino en el reino de este mundo. Así fui guiado al insigne curso de astronomía, al llegar allí, el hábito ya estaba; en cuanto una idea llamaba mi atención, de inmediato acontecía la revisión de bibliografía, la investigación, nuevamente la obsesión…

Sirvan estas letras de estímulo para aquellos que no hayan leído aún a Borges, uno de los mayores eruditos del siglo pasado, también para aquellos que ya hayan agotado sus páginas en repetidas relecturas. Sirvan además, y más importante, para incentivar a exponer la curiosidad intrínseca de cada uno, a ser golpeada, despertada, y a alimentar la misma mediante la búsqueda incesante del conocimiento.

desarrollo de muchos: observo artistas publicando su arte: escritores que se animaron a escribir, pintores avocados a sus pinturas, músicos experimentando y persiguiendo un sueño, poetas componiendo y explorando esos rincones de la psique humana. En mi humilde caso, en mis añoraciones de escribir, antiguamente lo hacía con dudas y solo para mí; esta comunidad fue ese estímulo para leer más, para escribir más, para investigar más, para transmitir ideas dignas de ser leídas, para expresar. Cuánto no he aprendido ya en este TIEMPO, a pesar de su desorden...

Durante un cuento se mencionó al tiempo, rey y señor del mundo; durante un curso de astronomía se vislumbró el tema del origen de la vida… El cuento llevó a estudiar a Einstein y sus románticas y tristes teorías; el curso... al estudio del sistema solar, del origen de la tierra, de la vida; a ahondar sobre el origen de esta con el fin de expandir y transmitir los conocimientos aprendidos en una publicación de Steemit; por último, a estas letras que escribo hoy.

Steemit, campo de desarrollo artístico e intelectual, de creación y de nuevos retos. La búsqueda no termina, al contrario, apenas comienza.