Madrugada

En un espasmo involuntario se comprime el cerebro: bostezo fallido—pensaba que tal infortunio sólo pasaba con los estornudos—. La respiración se evapora y no alcanza. Experimentar la transición desde el reverso al anverso de la dualidad ésta, conformada por el estado del sueño y el estado despierto; mas si nos alejamos veremos que es todo lo mismo: una cinta de Moëbius. Diferenciamos ambos estados al acercarnos y hallar el filo lateral en donde parecen dividirse ambas caras de nuestra experiencia. Sujetarse del borde y no soltarse. Del borde de la sábana, dar la vuelta y reafirmarla para mantener el calor, amontonar la almohada para que no se escape, para que se haga una con la cabeza—fusión formidable— y recordar aquellos viejos versos dedicados al noble acto de dormir: