Dibujo en un escritorio

Ahora ya no vandalizaría escritorios; pero en aquellos años dibujar durante la clase era algo absolutamente necesario dado el inmenso aburrimiento que me invadía. Era muy bueno experimentar esa fluidez con que las líneas surgían del ruido de fondo y se curvaban a antojo propio para reencontrarse o sumergirse de nuevo y resurgir en otro punto, delatando su continuidad y sus intenciones verdaderas. Filos, giros, bultos y topes. Esquinas agudas como esquirlas de cielo. Puntos y espirales. Me pregunto si podré llegar a tal punto de aburrimiento de nuevo como para llegar a dibujar algo en el mismo orden. Seguro que sí, aunque últimamente no disponga de suficiente tiempo libre para aburrirme a gusto. Pienso que la inundación de contenido en la red también afecta ese aburrimiento que provoca a crear. Distraernos de nuestro propio aburrimiento nos bloquea, nos mantiene en un sopor, un estado zombie de consumir nuestra atención compulsivamente. Se hace necesario tener el estanque interno quieto para ver el reflejo de nuestra bóveda celeste y sus nubes formando grecas. Quizás también influya la falta de un lienzo inapropiado, como un viejo escritorio en un aula.