Permiso para morir.

Cada día es una oportunidad más para agradecer, por respirar, por cada paso que puedas dar, por el pan que tienes en tu mesa, por la sonrisa de tus hijos, y hasta el ladrido fastidioso de ese viejo pero querido perro que tienes en el patio; también por las ganas de salir y hacer frente a un mundo tan complejo e incomprensible.

Tu decides con la actitud con la cual manejarás cada situación, puedes escoger una sonrisa o la tristeza, te puedes enojar o alegremente decides poner tu mejor cara.

Hoy escribo esto pensando en una buena persona que conozco, él decidió morir y me asombró demasiado cuando me dijo eso; su nombre es Mathias, es un joven de 24 años al que la vida le dio un giro inesperado, actualmente está esperando un donante de riñón en una lista muy larga, su madre se sometió a exámenes para ver la compatibilidad pero no obtuvo respuestas favorables, en el otro extremo de la vida... su padre salió un día y no regresó.

El está en tratamientos de diálisis y con estrictas dietas, para tratar de alargar sus días, quizá en la espera de un milagro, el asunto crítico es que el tratamiento viene acompañado con una receta de estricto cumplimiento en lo que respecta a sus hábitos y costumbres, con prohibiciones de tantas cosas como no subir escaleras, no consumir líquidos, no hacer deportes, no montar bicicleta, entre tantas y tantas cosas.

Prácticamente debe tener reposo absoluto en una cama, en un principio el lo aceptó, pero luego dijo que si el riñón no llegaba igual estaba condenado a morir y si es así lo aceptaré, es la voluntad de Dios, pero lo haré con clase, entre discusiones con sus seres queridos va a la cancha, tal vez ya no es el delantero del equipo de fútbol pero desde la banca apoya a su equipo, camina todas las tardes en la plaza, algunas veces come un helado con su novia, quiere buscar trabajo y su madre se angustia, pero más de una vez lo han hablado el sigue sonriendo, sin falta va a las consultas, cumple con el tratamiento, espera el donante pero no deja de vivir su día.

Mathias dice que al despertar no sabe si ese será el último amanecer; y a pesar que su comportamiento, es alegre que algunas personas piensan que no sabe la gravedad del asunto; pues él está muy claro, sabe que no es una simple gripe pero que no dejará de vivir su día como si fuera el último de su vida y que el tiene permiso para morir.

Un abrazo a todos.

Bendiciones a todos en este día @electrodo.

Me despido dándole las gracias por aceptarme como uno de ustedes y esto es solo un abre boca de tantas cosas y anécdotas que les pudiera contar de mis días, hay quien dice que si me pusiera a contar mi vida pudiera escribir un libro que tengo más historias que condorito, jejeje….

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