Yasuke

Esclavo una vez fui, proveniente de tierras lejanas más allá de los mares, donde el sol se oculta; por el ancho océano crucé contra la furia del tiempo y las adversidades, sobreviví duros momentos y me enfrenté a un futuro incierto, fui arrancado de aquella tierra que me vio nacer, así como un árbol es arrancado sobre sus raíces; permanezco vivo porque mi destino aún no esta escrito.

Corrían los años de 1579, mi llegada a esta tierra fue en compañía de una misión jesuita, con el propósito de difundir la fé y dogma de la cristiandad, para entonces tenia 24 años; pocos recuerdos tengo de aquella tierra de mis antepasados de donde fui sacado a la fuerza y hecho esclavo, pero fueron los misioneros quienes tuvieron piedad y compasión de mi y de muchos de mis hermanos. Los día que permanecí en cautiverio, nos sacaron de las garra de la esclavitud y nos ofrecieron abrigo y hogar, atravesé por tiempos duros junto a aquellos religiosos, con ellos recorrí y fui conociendo muchos lugares; llegando a tierras del japón un lugar tan extraño y lejano, pero del cual sentí el aprecio de esas personas, ellos vieron en mí otro ser humano, con alma, sentimiento y corazón.

Fue en esta tierra llamada sol naciente que se me despojó la etiqueta de mercancía humana; mi honor y valor como persona fueron restituidos, sentí orgullo y dignidad de mantener la cabeza en alto y poder mirar a otros a los ojos, a pesar de que mi apariencia era evidentemente diferente. Eran días de cambio, japón se adentraba a una nueva época de transformación, las costumbres tradicionales se entremezclaban con el avance de la modernidad; no obstante, existían sociedades que se resistían a esos cambios, temían por la perdida de su identidad y valores al adoptar costumbres de tierras occidentales; durante esos años surgieron innumerables enfrentamientos entre los Shogunes, cada uno de ellos tenían sus propios propósitos y ambiciones, el cual no me correspondía juzgar.

Constantemente se hablaba de la unificación del país y entre los shogunatos, todos querían estar en la cima mirando el amanecer, la balanza se inclinaba constantemente de un lado a otro, holandeses, ingleses, portugueses y españoles trataban de ofrecer sus servicios y mercancías de guerra para aquel que pudiera pagar el precio, mientras tanto, los que mas sufrían esas consecuencias era el pueblo, con escasos conocimientos, o eres campesino o eres guerrero, no había mucho que elegir en aquellos momentos; las personas que vivían del campo eran sometidos frecuentemente a saqueos y reclutados a la fuerza para servir a las ambiciones de poder de algún señor, muchos guerreros samurai se sumaron a la causa, algunos por ideales y otros por ambición, fuese cual fuese el propósito, el resultado era el mismo viudas, niños en orfandad y olor a muerte sin sentido.

Con los jesuitas tuve el privilegio de conocer a un señor poderoso que después se convertiría en mi Daimyō Oda Nobunaga, quien quedó impresionado por mi condición, tenía la fortaleza de un toro y mi estatura superaba a muchos de sus mejores guerreros; con el tiempo me quedé sirviendo a su lado, aprendí el sentido del honor y las costumbres del Bushido, él vio en mi, mas allá del color de mi piel, formé parte de su historia y él parte de mí, como mi maestro; haber servido a su lado fue un privilegio de pocos, de su mano recibí con gran orgullo la katana y desde entonces me convertí en SAMURAI.

Nunca antes había contemplado la belleza del frío invierno posar con suavidad sobre los delicados árboles de ceresos por los alrededores del jardín; las antorchas que iluminaban el camino ofrecían un cálido abrigo, en una noche tan fría Nobunaga se encontraba en el salón principal en una importante reunión, entre las risa y el bullicio de la conversación, la velada transcurrió con total calma ignorante de que un peligro grave estaba próximo, muy cerca de él, Nobunaga esa noche celebró con gran júbilo la victoria sobre el clan Takeda; durante la Batalla de Tenmokuzan mi señor se encontraba en el punto más alto de su carrera política y militar, los otros clanes existentes se encontraban debilitados debido a rencillas internas aprovechando esa debilidad; mi señor envió a sus generales a diferentes frentes de batallas con el propósito de hacer el control y continuar su expansión militar.

Akechi Mitsuhide, uno de su generales recibió la importante misión de auxiliar a Hideyoshi en la línea de batalla, ya que estaba en un asedio y no lograba avanzar en su objetivo de conquistar a Takamatsu; el general Akechi no solamente desobedeció la orden junto con su tropa y partió hacia Kioto, donde se refugió y preparó su plan conspirativo, Akeschi antaño fue un fiel servidor, pero en los últimos tiempos secretamente se enemistó con Nobunaga; aprovechando que mi señor no disponía de suficientes tropas acuarteladas para entablar real batalla y que la mayoría de sus generales y soldados se encontraban en diversas partes del país; el general traidor vio la oportunidad de cobrar su venganza personal, con el primer rayo del sol las tropas de Mitsuhide se encontraban en el campo blandiendo su espada y preparando el golpe de estado, mi señor Nobunaga luchó con valor, pero tanto él como nosotros sabíamos que la batalla estaba perdida, las llamas comenzaron a consumir el palacio, y mi señor antes que rendirse prefirió la muerte con valor y serenidad como parte de ética del código del Bushido.

Oda Nobunaga se retiró con Mori Ranmaru, quien sería la última persona en verles con vida y tendría el honor de asistirlo en el ritual del Seppuku, dentro del Washitsu se respiraba un aire de tranquilidad, la habitación estaba iluminada por una luz suave proveniente de la ventana, Nobunaga se arrodilló sobre el tatami con vista hacia el jardín, contemplaba los últimos momentos de la obra de la naturaleza, una suave y delicada brisa recorrió cada rincón de aquel espacio, a su lado estaba Ranmaru de pie firme empuñando la katana a la espera del momento final, Nobunaga tomó un sorbo de sake y descubrió elegantemente su dorso, envolvió su tantō y con ambas manos lo sostuvo con firmesa sobre su estomago, seguido se clavo la daga y Ranmaru finalizó el ritual decapitando la cabeza de Nobunaga con un corte limpio y preciso.

Durante los siguientes años las batalla se recrudeció, el legado de mi señor Nobunaga se perdió entre los otros Daimyō, que luchaban por controlar y repartirse las tierras, mi vida fue perdonada y así como una vez un viento sopló y me trajo hasta estos rincones, otro viento me llevo a rumbos desconocidos, elegí desaparecer entre los caminos de piedra y la espesa bruma, me convertí en una sombra, mi historia ya a sido escrita, Soy Yasuke, el samurai negro.

By: @edurley

Muchas gracias por leerme!

Fuente de imagen:
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