Nietos(Fotografías propias)

“Cuando ves cómo la vida se te desliza entre los dedos como si fuera el agua de una fuente encontrada en el camino, cierras la mano para intentar retenerla y aprisionas los momentos y lugares vividos con el puño cerrado, para que el agua no los arrastre irremediablemente.”
La que así hablaba, sentada en una mecedora , contemplando el atardecer desde su ventana, tenía una larga vida a sus espaldas; los niños veían cómo se reflejaban los colores del poniente en su rostro enjuto y moreno ; los ojos verdeoliva se posaron en los azulcielo de los niños y se sonrieron:

“Por eso, os voy a llevar a la ciudad donde viví de niña; vamos a recoger las “piedras” que fui dejando, como Pulgarcito, para encontrar el camino de regreso a casa."

Y así, cogidos de la mano, escucharon el viejo sonido del reloj del ayuntamiento, “abuela, vamos a la plaza, que los maragatos van a dar la hora” , marcando el ritmo de muchas generaciones que juegan a sus pies. “¿Tú también jugabas al escondite?” “A mi me gustaba más el “en ti quedé”

“Escuchad: ahora suenan las campanas de la catedral, no podéis confundiros Pedro Mato, el maragato , desde lo alto, es el Campanero Mayor”: su magia hace sonar las campanas y dirige el vuelo de los vencejos..

Y ahora, a ver si sois capaces de beber agua de esa fuente, yo bebía todos los días al salir de clase” y corrieron para ver quién llegaba antes a beber agua con sabor a hierro.

¿Abuela, hacemos carreras por la “Eragudina”? Esta hierba es muy suave y hay muchos árboles; “Yo jugaba con las hojas seca y hacíamos colchones cuando íbamos a Fuente Encalada.

Es una fuente romana, muy antigua, que tiene tres chorros muy frescos y veníamos aquí a comer tortilla y a beber agua con unos vasos que se encogían como si fueran una persiana”

"¡¡A ver si se ve la nieve del Teleno desde La Muralla!!"

La Rosaleda, está como siempre. Veníamos siempre los domingos por la mañana a comer patatas fritas.”
Los niños corrían de una lado a otro “abuela, déjame tu móvil para hacer un vídeo”

"Mirad, en este pueblo, Brimeda, vivían vuestros bisabuelos y tatarabuelos ;

aquí están enterrados

y aquí ponían los trillos para separar el grano de la paja. ¡"Qué bien nos los pasábamos dando vueltas encima del trillo”! ¿“Era como un tiovivo?"

Y la imaginación de los niños daba vida a unos recuerdos que estaban escondidos: “y mañana ¿dónde vamos?” Poco a poco irían encontrando las piedras que le marcarían el camino de regreso a casa.