Una Dolorosa Anestesia – Historias del Quirófano

El paciente estaba nervioso frente a la sala de operaciones, sus latidos se podían palpar en la garganta y sentía como tan pronto la anestesia le colocaban su cuerpo se derrumbaba de un cansancio inexplicable y un sueño invencible. El cirujano se colocó con firmeza sus guantes y sus ayudantes le prepararon el campo para finalmente y con fuerte tono en su voz anunciar el comienzo de la cirugía. Una fractura en el tobillo izquierdo tenía que ser reparada y no lo dudó.

Luego de un instante en la oscuridad el paciente se pudo ver como en una escena de su vida su padre lo regañaba por llegar tarde a casa y escaparse de clases, su padre era carnicero y mientras más alzaba la voz tomaba una porción de mortadela y al momento de rebanarla sintió un dolor tan fuerte… El cirujano pidió el bisturí, ya había marcado la zona de su incisión y luego de tomar un respiro fue directo al objetivo y como una daga traspaso la piel y un fuerte movimiento de su pierna alertó a todo el equipo quienes de inmediato pararon y le dijeron al anestesiólogo “el paciente se mueve Dr”. En su silla y vigilando los signos vitales, el anestesiólogo se paró y aumento un poco la dosis de los medicamentos.

El paciente estaba sentado en el patio de su casa y jugaba con su hermano a las escondidas, vio un taladro en la caja de herramientas de su tío y luego de haberlo sacado a ocultas intentaron talar un árbol gigante con minúsculo dispositivo (el pensamiento de un niño). Su hermano lo enchufó al tomacorriente del patio y al encenderlo y perforar el árbol soltó la máquina y sintió un calambre fuerte en la pierna. El cirujano había llegado al hueso, lo expuso y midió la placa metálica que se iba a colocar para mantener en el sitio la fractura. Pidió el perforador eléctrico y cuando colocó el tornillo a su hueso un movimiento en falso desplazó la placa y por poco cae al suelo. El cirujano se molestó y preguntó por qué aún se movía el paciente. El anestesiólogo saltó de su asiento y no podía entender cómo podía moverse, así que uso dosis altas mientras veía la cara del paciente con sus pestañas luchando y la cirugía continuó.

Hubo una escena en una acogedora cabaña de la casa de su abuela, una montaña insinuada al borde de un río y un olor a pino inundaba el ambiente. Disfrutaba durmiendo en el pecho de su abuela mientras la tetera sonaba y su abuela tejía. El cirujano satisfecho con la cirugía se encontraba cerrando la herida, sus movimientos eran rápidos y continuos, ya se encontraba a un punto de finalizar y el anestesiólogo pudo ver como la frecuencia cardiaca del paciente aumentaba ferozmente. El sueño de su abuela era muy placentero y sus ojos se cerraban y abrían muchas veces tratando de vencerlo, hubo una pausa y luego de abrir los ojos pudo ver de forma aterradora como el suéter que tejía su abuela estaba pegado a su piel y justo en ese instante la aguja lo atravesaba para pasar el hilo y gritar fuertemente. El cirujano atravesó ese punto y justo cuando el anestesiólogo se lo esperaba un grito inundó la sala que paralizó a todo el equipo. Todos tomaron al paciente agitado luego de cubrir apresuradamente la herida y mientras veían al anestesiólogo buscando explicaciones, este último giró la cabeza y le dijo al cirujano: “la cirugía terminó, pasémoslo rápido a recuperación, este caso ha sido muy diferente”. No muy satisfecho el cirujano lo ayudó y con gran alivio el paciente pudo recuperarse del dolor.

No hubo comentarios luego de la cirugía sobre lo acontecido en quirófano, de hecho, el paciente nunca recordó nada y la colocación del material fue exitosa. Pero se han descrito muy pocos casos donde pese a grandes dosis de anestesia el paciente siente el dolor en vivo de la cirugía y luego nunca recuerdan nada… Son casos curiosos e inexplicables para el paciente y todos quienes viven ese momento.