Hay un sitio en el interior de Venezuela, justo en la región central lleno de paisajes y retos diferentes. Se trata del Parque Nacional Macarao, Ubicado en el Estado Miranda y aledaña a la ciudad de los Teques, el punto de partida para una ruta natural muy conocida llamada “Bosque de Pinos y Grietas de San Pedro” Un sitio donde no solo podrás disfrutar de hermosos parajes y paisajes, sino también al ir con guias turísticos aprender cosas nuevas e incluso de geología.

Nuestro viaje de 22 personas inició en la ciudad de Los Teques, de donde tomamos un bus con destino a una parada muy cercana a la entrada del Parque Nacional Macarao, al principio las subidas son un poco empinadas y pesar de ser de asfalto hasta la entrada de las colinas suele agotar un poco, por lo que las pausas son comunes. No necesitas ningún entrenamiento previo ni mucho menos realizar actividades de senderismo de forma habitual, de hecho, personas mayores de 48 fueron con nosotros sin ningún problema a un ritmo gradual.

El viaje es de aproximadamente 7 a 8 horas de ida y vuelta, y lo mejor de todo es que el camino de regreso es totalmente diferente que el de ida, por lo que todo el recorrida será novedoso para nuestras vistas.

Apenas ingresamos a la entrada nos encontramos unas bellas colinas llenas de gramínea y paisajes artísticos que me recuerdan a aquellos antiguos fondos de Windows en la computadora con esas colinas perfectamente dibujadas y semicirculares. El recorrido en esta parte es ligero y lo más recomendable es llevar una gorra o víscera, al igual que protector solar ya que hay poca vegetación arbórea. Este recorrido dura aproximadamente una hora hasta el momento en que drásticamente cambiamos a una zona de fallas que dirigen a un guardaparques o puesto de imparques donde nos encontramos un cambio brusco de vegetación con unos hermosos viveros e insectos de todo tipo. Aquí en este punto aprovechamos de descansar otro momento, hablar y conocernos y recargar un poco de agua. Por su puesto, las fotos nunca faltan.

Nos encontramos de frente con el sendero “La culebra” una entrada a un bosque reforestado con grandes pinos y conocido precisamente como “bosque de pinos”. La verdad este tipo de vegetación no es autóctona de nuestro país, donde los arboles tropicales son el común denominador de casi todos los lugares. Pero esta excepción es debido a que fue realizado de forma intencional plantaciones extensivas de pinos de hace más de 40 años. El clima se vuelve un poco frio con el pasar de la brisa entre aquellos finos y largos troncos, aparte de esto justo aquí es un sitio muy típico para realizar campamentos e historias de terror alrededor de una fogata. Muchas historias surgen alrededor de un sitio donde los sonidos de un mosquito se transmiten como dinamita, pero lo cierto es que los proteccionistas del medio ambiente están muy atentos ante cualquier situación que pueda poner en peligro la zona, como incendios o desechos humanos no orgánicos.

Una vez concluido este pasaje hermoso y muy atípico en nuestro país nos volvemos a encontrar en otros paisajes de planicies gramíneas y un lugar muy especial. “La cruz”, un sitio de encuentro de mucha gente donde la tranquilidad, el silencio y el viento que susurra permiten realizar meditaciones de cuerpo y alma que alivian cualquier sentimiento. Incluso nuestro guía no perdió el momento y nos hizo tomar a todos de la mano en un gran circulo alredor de un pino solitario de la colina para que por un minuto pudiésemos escuchar nuestro interior y la naturaleza en la máxima expresión. Fue un minuto de relajación increíble la verdad, y en ese momento se escucharon el rugir de algunos estómagos por lo que aprovechamos de realizar nuestro almuerzo que llevamos en la mochila.

Fotos no podían faltar en esta ocasión tampoco.

Ya era hora de regresar, pero por un camino totalmente diferente, un sendero con vegetación de arbustos pequeños y espinosos con rocas alrededor. Hay que tener mucho cuidado al bajar, es muy probable un esguince de tobillo y para suerte nadie se lastimo aunque hubiese un médico entre ellos jejej. Este pasaje peculiar y rocoso tiene un nombre diferente: Se llama “Grietas de San Pedro” y representan excavaciones geológicas de cientos de años que se forman por el pasar de aguas que agrietan poco a poco las profundidades de un suelo arenoso. Permiten un pasaje a veces bastante ancho, como a veces bastante angosto que apenas una persona puede pasar. La sensación de atravesar estos edificios de rocas de lado y lado te maravilla de aquellas cosas de la naturaleza que no te imaginas nunca vivir.

Una vez finalizado el recorrido y con algo de barro y arena en tu camisa y algunas ramitas de pino en tu cabeza sientes la alegría de una aventura diferente para tu repertorio de memorias que nunca olvidaras.

Si eres del país o si algún día vienes a tierras venezolanas y quieres disfrutar de estas bellezas, no te arrepentirás de esta gran aventura.

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Gracias, y se les quiere @drmaizo.