“Una cirugía nunca está completa hasta que el paciente se reintegre a su vida normal” Fueron las sabias palabras de mi maestro cirujano una vez terminamos de completar una difícil tarea el día de hoy en el pabellón. Y las palabras más exactas para cada persona que luego de una cirugía le viene una tarea difícil de rehabilitación y mucho esfuerzo.

Si bien es cierto que todas las cirugías programadas se planifican con antelación (por eso mismo son cirugías programadas), existen riesgos e imprevistos que siempre acechan y del cual hay que estar consciente como cirujano. Nuestra capacidad de reacción ante dichas circunstancias determina la habilidad y destreza para continuar nuestro acto operatorio evitando prolongados tiempos quirúrgicos.

Probablemente pensarás que mientras más tarde una cirugía mucho mejor, pudieras pensar que es mejor para que los cirujanos hagan todo con calma. De manera teórica pues claro; el problema surge cuando nuestros amigos anestesiólogos (aquellos que se encargan de dormir el paciente y despertarlo) al utilizar un tipo de anestesia especifica nos dan un tiempo especifico para que los anestésicos no generen daños en los órganos de los pacientes.

Dicen mucho en el argot médico “grandes incisiones: grandes cirujanos” aunque no siempre es así para nosotros lo más importante es que el paciente recupere un 100% las funciones, o por lo menos lo más posible. Así que no vayas a creer que lo más importante sea contarte los puntos luego de una cirugía.

La diferencia entre un mecánico y un cirujano cuando repara una extremidad es que a parte de la complejidad de la misma y el hecho de que si se daña algún órgano difícilmente hay repuestos que lo sustituyan (con excepción de la donación de algunos órganos) es que cuando “reparamos” a un paciente a diferencia de un vehículo el primero sigue en marcha, pues su “motor”, (el corazón) sigue bombeando sangre a cada parte del cuerpo sin apagarse ni un segundo.

Muchas veces la concentración es parte esencial de la cirugía, pero siempre que se puede el buen humor es el condimento para que el procedimiento salga con éxito, unos chistes o anécdotas graciosas siempre nos relajan las manos y quitan las preocupaciones. Al final, también somos seres humanos y tenemos los mismos problemas en el trabajo como en el hogar.

La cantidad de trabajo exorbitante nos atosiga hasta el punto en que a veces luego de tantas horas en uno o varios quirófanos no nos damos cuenta de que incluso no comemos, no nos hidratamos, no vamos al baño, etc.… probablemente la emoción y las ganas del momento no nos alteren en la cirugía, pero particularmente yo, siempre salgo con hambre extrema luego de un día de quirófano.

El día y la noche son del mismo color en quirófano, las luces siempre están prendidas cada vez que operamos, no sabemos si llueve o si hace mucho sol, no sabemos si oscureció temprano o hubo un eclipse, no sabemos qué sucede en las noticias o si algo importante pasa en el mismo hospital. Todo se confabula en ese instante para que nuestros ojos, nuestras manos y mentes estén totalmente centrados en la vida de otra persona.