"Concurso Cervantes: 6ª Entrega"

Mientras una fuerte jaqueca se apoderaba de su cabeza y un hedor envainaba sus nauseas, Marta abrió los ojos y se llevó la mano a su cara; era imposible distinguir en ese momento un sonido especifico con tantos retumbos de fondo, era imposible respirar sin que una bocanada de humo se filtrara a sus pulmones, era imposible no sentir el calor de la habitación haciéndose más intenso con la luz amarilla y radiante columpiándose del techo bajo de la habitación.

Ella no emitió ni una sola palabra mientras intentaba levantarse tórpidamente y llena de sudor de aquella rígida cama donde una marea de ronquidos empapados de cigarrillo emanaba de una persona que apenas recordaba conocer, pero eso no le importaba a Marta cuando recordó revisar rápidamente su vestido en la silla en busca de la propina. Ella no sabía leer ni escribir, pero tenía una agudeza para distinguir el valor de los billetes y saber cuánto le faltaba, tenía una mirada amenazante cuando sentía que la estafaban.

Se dio cuenta que al levantarse tropezó con un hombre que yacía casi muerto al pie de la cama, con su cara roja y embriagado le salió una botella de la mano y se deslizó como delatándolo. Mientras apenas lo veía sin bajar la cara solo pudo fruncir sus labios como muestra de desprecio... Hubo un llanto y extrañada vio a un niño en la esquina de la habitación. Suspiró y con tono desdeñado le dijo a su compañera que de una manera psoes y sádica charlaba con quien sería su próximo cliente:

• ¡Oye Tania! Te dije que en el trabajo nada de críos. Mira como tiene el piso desparramado de comida…

Hubo un silencio incomodo de 2 segundos, luego de que aquellas dos enormes cabezas tardaran en voltear con los ojos semiabiertos como despreocupados, pero al mismo tiempo cortados por aquel comentario, la respuesta de Tania fue:

• ¡Cállate Marta! Sabes que no tengo donde dejarlo y la vieja Petra no hace nada por cuidarlo. ¡Mejor Termina de hacer tu trabajo que todos tenemos deudas!

Marta sonrió sutilmente tras aquellas robustas facciones, se estiro y echo su pelo atrás y mirando fijamente a la mole roncando mientras se ajustaba su brasier dijo en tono alto y firme:

• ¡He terminado tan rápido que estoy de ánimos para seguir con más! Jajajajaja

Mientras soltaba su carcajada grotesca ahogada de tos, unas manos afiladas como garras sobresalieron de la entrepuerta y una anciana gritaba que le pagaran la renta con una voz incluso más chirriante que los llantos ahogados del niño. La espeluznante escena que vio aquella señora fue tan trivial para ella que pasmo el aire humeante de la habitación, congeló las incertidumbres de la moral y reencarnó en la mente del genio pintor: "Fernando Botero".

Concurso patrocinado por el witness @cervantes. No te olvides de votarlo en la siguiente página: http://www.steemit.com/~witnesses