DE NUEVO EN ONTINYENT

Ya os dije que volvería. 

Otro viernes de camino a San Vicente del Raspeig. Esta vez, lo tengo claro. Nada de buscar dónde comer. 

Nada más dejar a mi madre en su sesión de mindfulness, me dirijo a la cafetería donde paso el tiempo trabajando o leyendo. En este caso, leyendo un nuevo libro: El clan del oso cavernario, de Jean M. Auel. 

Este libro me ha enganchado desde el primer capítulo. Descripciones e historia. Una gran combinación. 6 volúmenes por delante. Fantástico. 

Pero a lo que iba. Me siento, me pido un té rojo. Intento no tomar tanto café aunque puede que sea la única droga que tome y haya probado en mi vida. Desbloqueo mi móvil y busco el nombre: La Cuina Restaurant. 

Entro en su web. Selecciono "reservar" y voilà. Mesa para dos a las 13:45h. 

Ya estoy más tranquila. Puedo centrarme en el libro. No obstante, hoy me he traído el Ipad. Así que pido la clave wifi y me adentro en Steemit un rato para subir la excursión del jueves. No es el ordenador, pero hace su función. Temo quedarme sin batería tanto en el Ipad como en el móvil. No obstante, me da tiempo y consigo subir el artículo y leer antes de recoger a mi madre, preguntarle qué tal le ha ido y ponernos rumbo al restaurante. 

Hambre. Ya es hora de comer y sólo llevo un té rojo en el cuerpo desde hace un par de horas. 

Hora de llegada: 13:42h. Perfecto. No me gusta llegar tarde a los sitios. 

La camarera en seguida me busca entre las reservas. 

Hoy nos toca en otro sitio pero, como la última vez, bien colocados y con una atención inigualable. 

Cocacola Zero sin hielo para las dos. Hoy no hay vermouth ni papas.  Mi padre no tenía fuerzas para acompañarnos. El viernes que viene le toca a él. 

Ahora, es hora de elegir. El menú con alguna cosa del otro viernes, pero con cosas nuevas que probar. Genial.

De primero, para mi madre la "Ensalada de queso fresco, manzana, vinagreta de apio y pipas".

Para mí, el "Rollito de verduras ecológicas y de temporada con mole verde". El otro día me quedé con ganas de probarlo. 

De segundo, "Lasaña de puchero, bechamel y queso emmental" para las dos. 

Mucha bechamel para mí. Perfecto para mi madre. Para gustos, los colores; ya sabéis. 

Y de postre, mi madre volvió a pedir las fresas del otro día. Yo, en cambio, preferí probar con "La tarta de Moka".

Espectacular. 

Por supuesto, café largo con hielo y la cuenta, por favor. Debemos seguir rumbo a Valencia y parar a comprar un pijama. 

Como siempre, un placer. En dos semanas nos volvemos a ver La Cuina Restaurant.