Madrid, ida y vuelta

in #spanish6 years ago (edited)

Desciendo por las escaleras del Metro, bendito infierno de Madrid. Parada, en medio del enjambre que pasa sin pararse, esa negritud que vende la banda sonora de una de piratas donde la ley se hace el tuerto. “2 x 5 euros”, pone en los cartones escritos a mano sobre los discos compactos. Todo sobre una manta, fácil de recoger y cargar a la espalda cuando alguna redada, alguna detención, alguna función de teatro policial. Hay una corriente inmigrante y subterránea que fluye como fluyen los sueños: imparable. Línea 1, azul celeste. Voy subido en una canción, en un ‘caballo de cartón’, de Sabina: “Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal... Cuando la ciudad pinte sus labios de neón subirás en mi caballo de cartón”... Ahí me bajo, aunque nadie me venga a buscar, como en la canción.


Caballo de cartón, Joaquín Sabina

Correspondencia con línea 10, me ha dicho el altavoz. La línea 10 es más azul todavía en el plano del Metro, color noche. Me subo y luego me bajo otra vez de otro vagón y veo más personas negras entre el color fotocopiado de los cedés, hasta que salgo por los escalones que dan a los impares del Paseo de la Castellana.

Camino. El portero de un edificio escucha en su cuchitril de portero la radio. Durante años quien antes le hablaba por el aparato quizá era yo. Me paro a escucharla antes de subirme en el ascensor, que ahora me parece un vagón de metro pequeñito en medio de tantas escaleras subiendo al cielo...

Un AVE de Lego

He vuelto al tren de vuelta. Llego tarde, pero no me doy prisa. Voy un poco siendo Málaga por Madrid. Al fin y al cabo, ya he perdido algún que otro tren en mi vida. Hoy, sin ir más lejos. Pero llego. Otra vez los gorriones del AVE. Van de dos en dos entre los bancos, frente a los quietos andenes de la alta velocidad de la estación de Atocha. Se mueven dando saltitos, con cuidado, como si fueran niños afganos y la estación fuera un campo minado. Picotean sobre el banco donde espero sentado, desvergonzados, como duendes emplumados. Revolotean un poco, pero sin alejarse un mucho, ante el paso apresurado de una ministra que acaba de bajarse de un AVE. Me saluda con naturalidad de paisanaje. “A ver si nos vemos”. Aunque yo sé que no.

Antes de subir al tren busco en el abrigo un pañuelo de papel, pero sólo encuentro un pequeño rectángulo acartonado. Es un ticket de Metro "Sencillo. No doblar. 145 pesetas". Cuando intento recordar de cuándo, un niño grita “menos de un euro”. Pero no se refiere al precio del viejo billete. Me ofrece un paquete de blancos kleenex con su manita negra...

(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es

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jejeje es un relato medio extraño. Sin embargo lo lei par de veces. Saludos y mis respetos mi apoyo con mi humilde voto.

Humilde?? No hay voto humilde... GRACIAS!!

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