El cuento de mi cámara en el último concierto de Rubén Blades en Maracaibo

in #cervantes7 years ago (edited)
Cuando nació la fotografía, la historia de la humanidad comenzó a retratarse de otro modo. El efecto que causaba una imagen tomada en el momento, o por reseña documentada del reportero gráfico que estuvo en el lugar de los acontecimientos, imprimía una credibilidad enorme a los diarios y revistas que estos optaron por crear el dúo inseparable para la cobertura de la noticia: periodista y reportero gráfico... si no había foto, nada pasaba.

Quizás, esta podría ser su conclusión cuando termine el escrito que está leyendo, pero yo deseo llevarlo mas allá, quisiera que Usted experimente cómo un evento puede perpetuarse en el tiempo, en la memoria, tal cual como lo viví, no solo por haber estado en el lugar sino por la proeza de haber entrado con una cámara para capturar lo que hasta ahora ha sido el último concierto de Rubén Blades en Maracaibo, Venezuela.

Año 2009, el panameño se encontraba rodando en la carretera desde finales del 2008. Varios países del continente americano llevaba en su maleta con la gira "Todos Vuelven", junto a la banda que le acompañó gran parte de su vida artística, Son del Solar. En la bitácora de sus presentaciones, Venezuela estaba en la ruta y se abrieron plazas para Caracas, Valencia y Maracaibo. El 9 de noviembre, acompañado de otro grande de la música salsa, Marc Anthony, tendría su presentación en el estadio de fútbol "Encarnación Pachencho Romero", donde unas 30 mil personas se concentrarían para la gran cita con el poeta de la salsa..

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A Rubén Blades solo lo conocía en vinilos, cassettes, cd's, videoclips y conciertos grabados en cintas de video, en persona jamás y aunque está no iba a ser la oportunidad para dármelas de fans enamorado pensando burlar anillos de seguridad, veladas en el hotel donde estaría hospedado, sobornar a alguien por una credencial VIP o incluso apelar a mi figura de comunicador social para lograr acceder hasta él, todo eso podía suceder por carambolas, pero lo que sino podía dejar pasar era documentar su paso por el escenario maracaibero

Mi primer dilema fue... ¿cuál cámara me llevo?, no quería valerme de la cámara del celular, ya me había llevado un chasco el año anterior con el concierto de Maná, en el mismo lugar, esas fotos parecían un cuadro de Van Gogh mal pintado de lo pixelada que salieron por la oscuridad y la intensidad de la iluminación de la tarima. Luego pensé, me llevo la reflex... pero después me dije, no puedo arriesgarme a que me la quiten en la entrada con la revisión, si la descubren, o que pase algún tipo de seguridad, se enamore de ella y me la quite adentro de recinto en mis narices con la excusa de que no se pueden tener cámaras en el concierto.

En definitiva, opté por mi sempiterna y querida cámara para principiantes, la compacta Sony DSC-H7. Tenía la fortuna que mi esposa me acompañaría al espectáculo y en esta ocasión, su cartera se convertiría en la coartada física mas perfecta para el camuflaje de la misma... sin lugar a dudas, la cartera de una mujer esconde hasta los secretos sumariales de cualquier presidente.

Nos arrancamos al estadio ese 9 de noviembre pasadas las tres de la tarde, el espectáculo tenía como hora de comienzo las 8:00 p.m. No solo me acompañaba mi esposa, creo que en mi vida no había acudido a un concierto con tanta gente amiga y familiares, que la ocasión se prestó como para recibir un año nuevo en el Times Square de Nueva York.

La cola para entrar al estadio comenzó a circular, estábamos a unos 400 metros de distancia de la puerta y a medida que nos acercabamos los nervios comenzaron a hacer de las suyas. En una mano llevaba un termo con agua, en la otra la cartera de mi esposa... ¿qué si la llevaba ella? en todo momento me opuse, incluso pensaba, si la descubren me pierdo el espectáculo porque con el hecho de que te la "decomisan" hasta terminar el show y luego debes pasar por un lugar donde la debes retirar, jamás en la vida real eso suele pasar, y menos en Venezuela, esa cámara si era decomisada y la dejaba "al cuido", comenzaría tener otro dueño a partir de ese momento.

La cola se acercaba mas y mas y de repente, en un punto se escucha la voz de un tipo alto y mas gordo que yo en ese momento, diciendo... -mujeres de este lado, hombres de este otro lado. Se podrán imaginar que yo mismo me iba a delatar cuando el agente de seguridad se percatara que iba con una cartera de mujer, la revisión seguro iba a ser exhaustiva, al mejor estilo de visitante penitenciario en una cárcel venezolana.

Cuando mis amigos y yo íbamos llegando al punto de revisión, en una jugada casi suicida, logré quitarme una media, ellos en una jugada de cortina humana me cubrieron para que no observaran mi reacción desesperada. Me tropecé, casi "me voy de jeta", mis amigos algunos ya entonados por las guarapitas fueras del recinto se burlaban del momento como mas predispuestos a delatarme por su condición que proteger lo que también para ellos sería un souvenir del recuerdo.

Como pude y teniendo las manos dentro de la cartera, logré envolver la cámara para que pasara desapercibida ante la luz pobre de la linterna y la visión nocturna -sin inflarrojos- de la persona que revisaría la cartera de una mujer, en manos de un hombre. Llegó el momento... -pertenencias sobre la mesa, boleto por favor, permítanos revisar su cartera, ábrala. Las gotas de sudor me chorreaban por mi calva como si hubiese jugado cuatro cuartos de un partido de baloncesto, la mujer casi de unos 40 años, sin despegar la mirada de la cartera que seguía revisando me preguntó, -estoy casi segura que este no es su bolso ¿de quién es?, yo atiné a contestarle cuando casi a dúo respondimos parentescos distintos, ella dijo, -su novia... y yo, -mi esposa.

La señora se sonrió y levantando la mirada, me miró de frente, con pausa... y regresándome la cartera me dijo, -ojalá hombres como Usted sean mas en este mundo, que se atreven a llevarle la cartera a su mujer en momentos como este que parecen un hormiguero, pase adelante.

Se podrán imaginar que el susto no terminó ahí, porque con la puerta franca al frente solo contaba los pasos para revisar la cartera ya en un lugar seguro y que el puro piropo de la caballerosidad no se terminara convirtiendo en un despiste para sustraer la cámara mientras yo prestaba atención como muchacho aprendiendo a leer la cartilla de la maestra.
Al llegar a la escalera de las gradas, comencé a revisar y en medio de los labiales, la cartuchera del maquillaje, el monedero, algunas alpitas, tijeras, un envase de pega blanca, colitas para el pelo, algún sencillo entre billetes de baja denominación, monedas, el cargador del celular, unas toallas sanitarias y algunas estampitas... en medio de todo ese contenido de la cartera de una mujer maestra, seguía la cámara envuelta en una media negra con olor no tan agradable.

Fue el pase a la gloria, el tickete en la mano para reclamar el premio gordo de la lotería, la cámara estaba adentro, solo quedaba comenzar la faena rutinaria de la fotografía: diafragma, obturador y sensibilidad, los tres elementos para lograr todas las fotografías que ese momento iba a significar.

Lo que vino a continuación fue un bálsamo para mi alma, para un músico como yo, mas que presenciar el espectáculo de un artista preferido, es lo noble de tener contacto -de alguna forma así sea en la distancia- y química en la viva voz presente para escucharlo hablar en persona, al igual que oirlo cantar sus canciones.

Recuerdo con mucha gratitud antes de cantar María Lionza el contexto que él le dio cuando expresó su cariño y su admiración por Venezuela. Habló acerca de la fotografía que tiene con especial cariño puesta en medio de los portaretratos de su familia, una autografiada por el único venezolano exaltado al salón de la fama del béisbol de las grandes ligas (MLB), el zuliano Luis Aparicio, y que aún conserva en su casa de Panamá donde descansan todos los recuerdos de su juventud.

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De Rubén Blades se podría decir muchas cosas a nivel artístico y político, pero esta ocasión fue especial para encontrarme con el hombre sensible, ganado a la reconstrucción de una sociedad latinoamericana cargada de plástico y dispuesta en su mayoría a dar la cara el sol para buscar el trabajo digno que la haga prospera y exitosa, tal cual canta en sus canciones.

Así resumió su paso por Venezuela cuando en medio del contexto político de ese momento, donde no se sabía ni siquiera todo el daño que iba a provocar el agua que iba a correr hasta el sol de hoy, profetizaba como siempre, que la lucha de los países por su independencia estaba en la gente, no en los políticos ni en las grandes figuras.

Un concierto para no olvidar, con una cámara que no se quedó tranquila para fotografiar lo que ha sido para mi, la experiencia de haber visto por primera vez y última, hasta hoy... a Rubén Blades, la vez que vino por Maracaibo aquel 9 de noviembre de 2009.

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Texto y Fotografía
Cámara
Mario Pérez Chacín @DiceMario
Sony DSC-H7

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Chamo tremendo trabajo. De verdad que tener la oportunidad de retratar esos momentos es único y especial. Lamento mucho que cuando fui a un concierto de Molotov acá en Mérida no tenía una cámara para registrar el acontecimiento. Excelente post Mario.

¡MAGISTRAAAAL reseña! Me quito el sombrero ante ti, @dicemario. Siento que viví cada instante porque con tus líneas me transportaste al lugar. Además, que he pasado por el mismo susto de colear una cámara en un concierto que antes eso estaba prohibidísimo. Gracias a Dios la tecnología ha avanzado y los celulares ya son tan óptimos como para guardar esos recuerdos.

Días antes, exactamente el 29 de octubre, hizo lo propio aquí en Caracas junto a Marc Anthony. Un show de altura, espectacular, sublime. A pesar de la lluvia y el pantano que tuvimos que atravesar para llegar al mini estadio de La Rinconada, valió la pena.

Gracias por esas líneas, Mario.

Hola Dicemario, gracias por el aporte, ya te estoy siguiendo! Si me pudieras seguir sería genial,
Espero que agregues contenido pronto para leerte!

P.D. Te he dejado un merecido upvote! ^_^
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Lo vi unos años mas tarde en Maracay. Como en 2012. Y fue una maravilla: estaba muy cerca de él en el público. Fue amistoso, cercano, divertido. Con cariño también por nuestro país. Antes de eso tuve la fortuna de entrevistarlo por teléfono. Me dijo que que iba a estudiar en la universidad para escribir un libro que fuese un manual para políticos, y que reflejara su experiencia en el Ministerio de Turismo.

Seguramente fue en el concierto que dio el 02/12/2011... si fue ese día yo también estaba ahí jajaja. Esa noche cantaron Jerry Rivera, Gilberto Santa Rosa, Rubén Blades y Guaco. "Festival Aragua".

Había dicho que sí, peeeeero, creo que él estuvo en ambas ediciones. Recuerdo que estuvo Estopa y la Orquesta Sinfónica AfroCaribeña. ¿Sería ese?

¡Ese mismo fue jajajaja!

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