Las abuelas deberían ser eternas.

Las abuelas toman un gran rol desde la hora en que nacemos, se vuelven prácticamente nuestra segunda madre. Me atrevo a decir que en la mayor parte de las familias, ellas son las que nos ven crecer, las que viven nuestras travesuras, nos ayudan con la tarea y casi siempre las que nos regañan cuando hacemos alguna que otra tremendura, pero luego de ese regaño viene un gran abrazo y un cariño inmenso.

¿No les pasa que siempre que llevan amigos a la casa, ella se porta de una manera única? siendo amable, cariñosa y ganándose el cariño de nuestros amigos, quienes deciden llamarla abuela por el simple hecho de ser tan especial, es un mérito que ella se ganan por su espectacular forma de ser. Es increíble lo que pueden lograr con actos nobles que nos dejan impresionados. Puedes llegar a la hora del almuerzo con un amigo y así no haya suficiente comida, ella increíblemente resuelve, hasta ofrece su plato de comida para que él se sienta en casa.

Ellas también pueden ser un poco estrictas, pero sabemos que no lo hacen por mal. De niños, siempre creemos que la sabemos todas, y como dice mucha gente “si te lo dicen es por tu bien, has caso” pero nosotros no logramos entender eso al momento, jajaja. Recuerdo que siempre después de patinar iba a donde mi abuela por un poco de agua, y ella siempre me decía ¡ay mijo tú con esa patineta! ¿tú no me vas a traer una novia chico? resulta que cuando llevo a mi novia para que la conozca, no pasa ni un mes y me dice con aquella cara de risa ¡ay mijo! ¿tú no me vas a dar un nietico? Recuerdo ese momento y me causa demasiada risa, nuestras abuelas también tienen un gran sentido del humor.

Pienso que no nos alcanza la vida para agradecerles ni para pagarle tanto amor, aprecio, comprensión, consejos y sobre todo los buenos momentos. Un amigo me dijo una vez, “David, es hora de devolverle a mi abuela un poco de todo lo que ella me ha dado” Su abuelita estaba enferma y su familia quería pagar alguien para que la cuidara, pero él se opuso a eso, él se encargó de cuidarla, bañarla, le daba de comer, todo lo que se tenía que hacer lo hizo. En ese momento pensé detenidamente y me pregunté a mi mismo ¿será que muchos esperamos que nuestras abuelas se enfermen o que estén viejitas para entender que en realidad podemos devolverle algo de todo lo que nos dieron desde que nacemos? Y con esto me refiero a ese amor incondicional, esa linda compañía, esas ganas inmensas de querer estar siempre en su casa. En realidad, en ese momento me asusté y pensé ¡ojalá todas las abuelas fueran eternas!

¡Amor con amor se paga! Así que disfrutemos cada momento que tengamos con nuestras abuelas, así sea un rato mínimo se puede volver genial e inolvidable. Aprovechemos al máximo toda la energía de ellas, ámenlas, háganlas reír, llénenlas de amor, echen broma, salgan con ella, dedíquenle todo el tiempo que puedan, no esperemos a que estén en la cama para abrir los ojos y querer hacer todo eso cuando nuestras abuelitas ya no puedan.

Hoy me desperté y saliendo del baño mi abuela me esperó en la cocina con una taza de café y me dijo “hacías falta mijo” y de pronto me vinieron tantos recuerdos lindos a la mente. Hoy quise escribir sobre el amor de las abuelas hacia nosotros porque considero que ellas son lo máximo y merecen todo el amor del mundo. ¡Muchas gracias por leerme! un saludo para todos.