Divagación #10. Sobre quién -o qué- soy.

Mi abuelo solía decirme que cuando nací tenía los ojos bien abiertos y que una vez que me pusieron a llorar, nunca me detuve. Solía decirme también que era ruidosamente tranquila y odiosa.

Nací en un puerto y no me gusta el mar. Crecí frente a la playa y aún no se nadar.
Pasé mi adolescencia en un modo eterno de introspección. He vivido en seis casas distintas y sin embargo siempre he tenido un mismo cuarto.
Hace un par de años me enamoré mientras creía fervientemente en que las cosas no eran para siempre.
Hoy sí creo en la eternidad y no me he enamorado de nuevo.
Me he perdido yendo en autobús porque mi timidez no me permitía preguntar dónde demonios estaba.
También me he perdido viendo un par de atardeceres, amaneceres y árboles, pero no de la misma forma.
Me gusta mucho la patilla y recientemente he aprendido a querer la piña.
No me agradan mucho las personas, sin embargo me encariño demasiado rápido y me cuesta rendirme sin antes darte un millón de oportunidades.
Soy un tren de contradicciones.
Y de divagaciones.
He observado cómo le disparan a alguien y no he hecho nada al respecto.
Cada ciertos meses tengo que cambiar todo de sitio incluyendo muebles, ropa, personas y hasta mi vida.
A veces la imprudencia me gana y tengo la necesidad de decir las cosas sin tanto preámbulo, flores o adornos.
Otras veces me quedo callada porque mi cobardía y timidez se hacen presentes.
Si permanezco mucho tiempo en solo sitio, siento que no puedo respirar. Desde hace 7 años soy amiga del insomnio.
Siento que te necesito cerca pero no tanto.
Nunca me llevo bien con el más fuerte -o con quién aparenta serlo -. Siento también que la empatía debería ser el motor del mundo.
A veces me daban ganas de llorar en las protestas.
Mido el tiempo en canciones y detesto esperar por alguien por más de 4 canciones.
Los momentos en los que soy más feliz son aquellos en los que observo a alguien hacer lo que les gusta.
Tengo una pequeña obsesión con observar a las personas cantar.
A veces evado a las personas y uso mi miopía como excusa.
No tengo la menor idea de qué intento al escribir esto.
Me gusta mucho la música pero no he aprendido a tocar algún instrumento.
A veces me pongo del lado del villano en un vano intento de comprender al incomprendido.
Mi consciencia parece ser infinita, a veces me paso de gafa y sin embargo vivo para fastidiar a las personas.
No me gusta levantarme temprano y me gustan mucho las series.
A veces no entiendo por qué la gente se mete con mi rareza, como si no lo fuéramos todos.
Desde los 15 años me siento en el patio con mi abuelo a beber whisky. Dejé de hacerlo hace tres.
No puedo imaginarme un mundo sin pasta cuatro quesos o sin chocolate.
Y, lo más importante, no quiero imaginarme un mundo en el que ya no estés para recordarme a plena tarde mi odiosidad innata.