Alejandro Castro. Canto a Bolívar. La exageración más grande del Caribe...

Quizá muchos de ustedes relacionen el nombre de Alejandro Castro a algún futbolista, político, escritor, militar o médico. No vengo a hablarles del nombre sino de la obra de una de las personas que lo poseen; la obra de un poeta venezolano.

---

Fuente.

Alejandro Castro es Licenciado en Artes por la Universidad Central de Venezuela y Maestría en Literatura Latinoamericana por la Universidad Simón Bolívar. Actualmente es profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela.
Hace un tiempo, mientras este poeta estaba de visita en la Universidad Simón Bolívar, una antigua profesora nos lo presentó, aprovechando que su clase estaba relacionada a varios de sus poemas. Debo admitir que nunca había estado en presencia de un poeta y que nunca había leído nada de él, a pesar de que tenía uno de sus libros. Leí dos o tres poemas para la clase y nunca más toqué el libro, hasta ayer.

Lo maravilloso del lenguaje que utiliza en sus poemas de El lejano Oeste (2013) es que va más allá de la sublimación poética. Sus versos son más una lucha social arriesgada y cruda que estética poética, a través de estos nos desnuda su interior y enfrenta al mundo. Reclama su derecho de libertad desde lo más profundo de la poesía.
Nos habla de infancia, de violencia, de sexualidad, de ciudad y de el país de una forma tan directa que puede conmoverte o perturbarte.

Fuente.

El lejano Oeste es mayormente un reflejo de lo que es Caracas(ciudad capital venezolana) y de cómo ésta se le impone cada día, reclamando protagonismo en sus escritos.

Yo quisiera que mi poesía representara una respuesta humana a lo que ocurre en nuestro país, a lo que me ocurre como ciudadano (...). La poesía es un ejercicio crítico. Escribir es estar contra el poder.
-Alejandro Castro

Además de revelar su descontento hacía lo ha sido su vida en general, se revela contra el gobierno que tanto le ha quitado y reprimido.

---

Hoy quiero mostrarles uno de sus poemas: Canto a Bolívar

Ahora que todo lleva tu nombre, Bolívar,
y no es una metáfora,
vamos a poner las cosas en su sitio.

A Miranda no lo mató el bochinche sino tú.
Y Colombia se hizo grande ahíta de miserias.
Y el Olimpo que levantamos,
en alabanza para que tú reinaras,
es una barriada interminable.

Y ahora,
que te ha dado por resucitar o reencarnar,
no hay un alma que no sea alérgica
a tu nombre y eso, Bolívar,
tampoco es una hipérbole.

Tu nombre es una coartada,
un sucio billete que nada vale,
una plaza cualquiera repetida,
una esquina.

Tu nombre es un país sin mar,
el pico más alto de la cordillera más pobre
del planeta.

La única gloria en tu nombre, Libertador,
es una avenida sonora de tacones
talla cuarenta y seis.

---

No quiero interpretarlo porque los versos hablan por sí solos. Se trata de un personaje convertido en una pesadilla, de palabras agresivas que desde su inicio están llenas de descontento, versos que desgarran el nombre de Bolívar, libertador de Venezuela y de otros tantos países. Nombre que vemos en cualquier ciudad de Venezuela al menos unas dos veces. Nombre que muchos de los venezolanos hemos profanado y exagerado.