El escritor chileno Roberto Bolaño tiene un estilo irónico, directo, mordaz. Sus relatos y novelas rebosan de momentos, escenarios y personajes decadentes, mediocres, atrapados en una existencia confusa que parece llevarlos como un barco a la deriva; por ello, es poco común encontrar en su narrativa declaraciones de amor o exaltaciones de belleza en el sentido clásico de la palabra. No hay hermosas doncellas o galantes caballeros, aunque sí (alguna que otra vez) la belleza femenina puede ser mencionada o descrita a través de un rasgo o un atributo de un personaje determinado.

El libro

Por eso me sorprendió tanto la respuesta que dio en una entrevista ante la también sorprendente pregunta que le hiciera la periodista Mónica Maristain para la revista Playboy México, poco antes de morir. La entrevista completa fue publicada primero en la edición de Julio de 2003 (el mismo mes en que falleció el escritor) y luego en el diario Página 12 de Buenos Aires, bajo el título de "Estrella distante". Con el mismo nombre, fue incorporada al libro Entre paréntesis, una colección de artículos de diversa naturaleza y procedencia (notas de prensa, crítica literaria, piezas narrativas, discursos, entrevistas, memorias), publicada de manera póstuma por editorial Anagrama. Yo tengo un ejemplar de esa edición y allí leí la entrevista y la respuesta que comparto a continuación.
En medio de algunas preguntas un tanto inusuales (¿Se ha quemado la piel con un cigarro? ¿Ha visto peces de colores debajo del agua?), Maristain le pregunta a Bolaño: "¿Ha visto alguna vez a la mujer más hermosa del mundo?". Irónico y bromista como siempre ha sido, pensé que saldría con una respuesta ingeniosa, pero para mi sorpresa, esto fue lo que dijo:

"Tenía la piel cobriza, el pelo largo, rojo, y por lo demás era perfecta"

"Sí, cuando trabajaba en una tienda, allá por el año 84. La tienda estaba vacía y entró una mujer hindú. Parecía y tal vez fuera una princesa. Me compró algunos colgantes de bisutería. Yo, por descontado, estaba a punto de desmayarme. Tenía la piel cobriza, el pelo largo, rojo, y por lo demás era perfecta. La belleza intemporal. Cuando tuve que cobrarle me sentí muy avergonzado. Ella me sonrió como si me dijera que lo entendía y que no me preocupara. Luego desapareció y nunca más he vuelto a ver a alguien así."

Para el momento de la entrevista, Bolaño no sólo tenía mujer y dos hijos, sino que habían pasado casi veinte años desde la aparición de la mujer, lo que refleja la gran impresión que le causó la que "tal vez fuera una princesa" y que representaba "la belleza intemporal". Todo ello me llevó a pensar, ¿hemos tenido todos algún encuentro así? Es decir, ¿alguna persona que, cruzándose en nuestro camino una única vez, nos haya impactado de tal manera? Recuerdo una muchacha que me impresionó hace mucho tiempo. Yo tendría unos veinte años, ella tal vez un par de años menos, pero aunque puedo evocarla y rememorar algunos rasgos (curiosamente era pelirroja también), su imagen es borrosa, como el recuerdo de un recuerdo, carece de la nitidez de la memoria del escritor chileno, quién, estoy seguro, recordaba hasta el color de ojos de la mujer aunque no lo haya dicho. Pero él no sólo recuerda a una mujer hermosa; es decir, no se queda únicamente en la superficialidad de su apariencia:

Roberto Bolaño

"A veces tengo la impresión de que era la mismísima diosa Kali, patrona de los ladrones y de los orfebres, sólo que Kali también era la deidad de los asesinos, y esta hindú no sólo era la mujer más hermosa de la Tierra sino que también parecía ser una buena persona, muy dulce y considerada."

Claro que una impresión no es más que eso, un juicio, algo subjetivo. Pero, al leer las palabras de Bolaño, se siente como si aquella mujer, con su presencia, le hubiera transmitido su esencia. Probablemente en la mente de aquella encarnación de Kali, aquel encuentro no haya sido memorable, quizás no recuerde aquella tienda, una entre miles, ni a aquel vendedor, uno entre millones, quizás no conserve los colgantes que le compró, perdidos entre las miles de joyas de su ajuar, quizás incluso aquella mujer ni siquiera sea real, sino el producto de la imaginación de Bolaño, por entonces un insomne confeso y un poeta delirante. Pero sin duda se trata de un encuentro inolvidable, ahora perpetuado en nuestra memoria gracias a la Literatura (puede ser sólo una entrevista para una revista, pero esa respuesta es bastante literaria).

¿Ha visto alguna vez a la mujer más hermosa del mundo?

¿Alguien ha marcado nuestra vida con un momento así? ¿habremos marcado de esa forma la vida de alguien más? ¿No nos gustaría tener un encuentro como ese? Con haber coincidido apenas unos minutos con Bolaño, aquella mujer le dejó una huella profunda, irreemplazable ("nunca más he vuelto a ver a alguien así") y se ha inmortalizado en el papel. La verdad es que, ante semejante pregunta, no sabría qué responder porque no almaceno en mi memoria alguna presencia con ese título tan superlativo. Pero pensando en la entrevistadora, propondré algo: imaginen que en medio de la entrevista, después de preguntarles por su infancia o su comida favorita, Maristain los mirase a los ojos y les preguntase a cada uno de ustedes ¿Ha visto alguna vez a la mujer más hermosa del mundo? ¿qué contestarían? Los leo en los comentarios.