Con el riesgo al acecho [fotografía]

Estas sentado comiendo algo y escuchas la activación de los altavoces. Es una emergencia, un incendio en un edificio. Sabes que debes correr hasta tu camión, eres un bombero y mucha gente cuenta contigo. Tu corazón late fuerte. Te colocas el traje contra incendios, un cilindro de oxígeno, una cuerda, un paño de manguera y varias herramientas más. Llevas acuestas más de 40 kilos de equipos. El calor tropical no perdona, pero aun así sigues adelante. Después de haber subido 7 pisos por las escaleras llegas al sitio, abres la puerta lo más rápido que puedes, entonces sientes las altas temperaturas de la masa de humo y las llamas abalanzarse sobre ti. El equipo de oxígeno te permite respirar. La visibilidad es casi nula, estas cansado, el miedo respira en tu nuca, pero debes avanzar. Comienzas a combatir las llamas. Pueden haber más de 200 grados centígrados en el ambiente y el agua se evapora antes de llegar al suelo. El vapor cubre tu mascara y la situación empeora. Sigues luchando con el fuego y logras apagarlo en gran parte. Sabes que debes explorar el área en busca de posibles víctimas. De pronto tu cuerpo deja de responder como antes, ves puntos como luces frente a ti, todo da vueltas y acto seguido abres los ojos. Ya no tienes el pesado equipo, estas en un área segura y unos paramédicos te atienden. Tu cuerpo colapsó durante la actividad y un compañero a salvado tu vida.

Una situación como esta fue la que vivió este bombero luego de atender un incendio.