Calcada Tierra en la Constelación de Orión

—CTCO eran las siglas del proyecto. Surgió en Filadelfia, como no, entre un grupillo de masones que gustaba de jugar a los dardos en el bar de Moe Permicken. No tenían ambiciones políticas, solo jugueteaban con la conspiración para pasar un buen rato y no tener que atender a sus madres. La mayoría cultivaba manzanilla, por lo que la Rebelión de la Manzanilla en Boston les había posicionado en un territorio social delicado. Napoleón pretendía cruzar el Atlántico y poner patas arriba el continente. Tal proyectó no llegó a materializarse pero la sola consciencia de su posibilidad movilizó a estos masones a idear un plan de escape. A una ‘Tierra 2’ situada en la constelación de Orión.

No se sabe a ciencia cierta si fue iniciado como un juego o una creación ficticia consciente; un pasatiempo lúdico y tontorrón o el nacimiento de un nuevo credo gnóstico como el de la Tierra Hueca. La Tierra Calcada llenó líneas y líneas de textos y más enmiendas de estos burgueses filadélficos. Hicieron pasquines publicitarios, editaron librillos, cuartillas cosidas con hilo: "El viaje se realizará pronto. Únanse a nuestra expectoría".

La primera reunión pública, catalogada, fue el 7 de Noviembre de 1812 en el Parque MacArthur. Esa fecha había sido anunciada en un pasquín apócrifo, posiblemente alguna broma universitaria. El caso es que una docena de creyentes se congregaron allí. Y ante la ausencia de acontecimiento o discurso enaltecedor alguno propusieron conversar entre ellos al calor de unos whiskys. Ninguno era del grupo masón original. Eran comerciantes, tenderos, un picapleitos, una institutriz, un profesor, varios universitarios. Eran activos y mascullaban ideas sobre el asunto. El viaje por el cosmos, la civilización oriónnica, la futura vida en aquel país extraño. Se palpaba la excitación, el impulso, la voluntad de creer.

Empezaron a quedar todos los viernes en la esquina norte del parque. Luego se reunieron en una sucia taberna de Camdem y finalmente alquilaron un local en el centro. Recopilaron todos los textos que habían preservado sobre la CTCO y los colocaron en vitrinas. Los masones del Permicker, mientras tanto, se habían cansado de su juego y habían saltado a la flor de otros proyectos. Viajar al Oeste se puso de moda. El fundador de Chicago fue uno de estos. Pero antes de partir hacia la aventura se percató de que la pantomima de Orión había arraigado en un grupúsculo plebeyo de la ciudad y se lo creían religiosamente. El grupo manzanillero original se reunió por última vez, los seis masones que quedaban, y escribieron un último texto, que editaron en varias copias de cuero negro de unas treinta páginas. Oscuras profecías apocalípticas y un interesante tercer segmento sobre costumbres sociales de la raza oriúmnica. Pero aún más relevante fue el último capítulo, una llamada concreta a congregarse en la colina de Chiswell Meadows para una abducción en masa. Era el momento que todos esperaban.

El 14 de Octubre de 1813 los hermanos de Orión llegarían para llevarse consigo a los creyentes al vergel del Edén, una tierra calcada a la nuestra pero retrotraída a los tiempos del paraíso terrenal. Aparecerían unos trece ejemplares de este libro en tres librerías de Filadelfia. Y fueron adquiridos con prestancia. En un solo día estaban agotados y fueron compartidos fervientemente por los creyentes para devorar sus párrafos. Para la fecha del encuentro cósmico había ya en Filadelfia unos mil adeptos a la causa, sumados a las decenas que germinaron en Nueva York y Washington.

La colina de Chiswell Meadows estaba abarrotada el anunciado día. La expectación era enorme. Ojos bien abiertos y pupilas dilatadas. Pero nada pasó. Un pequeño hurto y dos disparos de trabuco al aire fueron los únicos incidentes de aquel triste día. Los grupos ciudadanos se disolvieron, aunque algunos individuos mantuvieron la esperanza de un posible encuentro estelar hasta el fin de sus días. Aquí tienes uno de esos trece libros. Es auténtico.
—Pero es una estafa. Un broma. Una invención.
—Puede ser. Pero sucedió. La energía puesta en marcha aquellos días tuvo lugar, cientos de personas se reunieron en verdad sobre aquella colina.
—Fue una pérdida de tiempo. Aquellos masones de la manzanilla se rieron de ellos.
—Bien pudiera esa historia hacerse realidad algún día.
—No creo que haya vida inteligente en ningún sistema planetario de Orión.
—Quizá no ahora. Pero la habrá.

---

Fuente de la imagen
Texto original de @chejonte