Nosotros, ese manojo de «unidades»
tenemos la irrisión de la materia para sentir,
para sentir demasiado la falta de insensibilidad.
En busca del no-sentir,
atrofiamos un músculo insensitivo: la personalidad.
Aún no nos enteramos que no estamos unidos a la «unidad».
Precisamente, la «unidad» es de las partes,
la fragmentación ceñida a una representación visual.
La «unidad» del café y la leche es la representación visual
del «café con leche».
Cada uno pugna por ser más «totalidad» que el otro,
atrofiando nuestra idiosincrasia gustativa, la personalidad de la lengua,
que no es otra cosa que la «unidad» de sus elementos fisiológicos.
Buenas tardes @cavilación
Un placer leer siempre sus altamente filosóficas cavilaciones.
Asimismo le digo, que por un error de omisión, no apareció públicamente su nickname entre los finalistas del concurso de nanocuentos.
Siempre es grato encontrarse con tus comentarios @don.quijote Siempre cordial y atento.