La historia no los absolvió, simplemente no son inherentes a ellasteemCreated with Sketch.

in #spanish7 years ago

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Acuciosos, con la vehemencia, nunca infinitesimal, propia de ciertas quimeras que sólo conducirían a la ensoñación Saturniana, emprenden un coloquio, tanto o más desastroso que aquellos que ocurren en la mente de un esquizofrénico, con la pseudo-deidad aparentemente tan tangible como las partículas de polvo reveladas por intemperantes rayos de luz que apuntan en direcciones varias dentro de los espacios de casas cualquieras, durante vespertinos y trémulos ocasos de cada día, con el fin único y, como trascendencia del ego, de manifestarse ante sí mismos como revelación divina. Así hablan consigo mismos aquellos con portento de ángel caído; son su propia hierofanía: esta manifestación sobrenatural, para ellos, sólo es posible frente a los espejos. Todos, ante el sentimiento de inutilidad por saberse mortales, atavían de súpersaberes y súperpoderes sus reflejos en el mundo. No confían en la posteridad, pues, para biografiar “deidades”, todos los biógrafos son tan o más inútiles que un cielo que no llueve; y esto, al menos, representaría un mínimo de respeto ante la historia universal: ávidos de abstracción, tan trivial y paroxística al mismo tiempo, la historia no merecería ilustrar aquello que no posee distinción concreta salvo en los pensamientos de las más retrógradas mentes. Ellos, los indescriptibles.

Es una rareza estruendosa: la inmortalidad sin materia, sin forma concreta, es un sinsentido; la historia es inasequible para ella. Mas, la inmortalidad no merece la historia. En un mundo de inmortales, la historia es lo mismo que una enfermedad venérea más en la lista de ETS de Charlie Sheen; pura tautología. Estos sujetos, que a modo de secesión existencial, encuentran en sus entrañas por arte magia un ser sobrenatural, un semidiós, incluso un Dios completo, para devenir historia, para devenir Absoluto, para perpetuarse no sólo en la realidad inmediata sino también simbólica e histórica, por medio de la fuerza, fenecen en esta contradicción que los arremolina no en un acceso de inefabilidad sino en una dimensión oscura en la que no podrían diferenciarse de la nada. No tienen sombra, no tienen peso, porque las deidades nunca se repiten ni nadie sabe nunca quienes son. Estos sujetos viven un instante supremo, que es toda una vida vivida en un abrir y cerrar de ojos. En el deseo, por más que lo ignoren, sólo encuentran el zumo de la inutilidad inadvertida.

El universo es el único indicio del proselitismo de Dios. ¿Qué otro universo esperarían crear y consagrar en una vida tan corta, tan mortal, tan lánguida como la libido de ancianos? Es tal la ambición de hacerse dioses, que por más inutilidad que los condene por lógica, exultan el sufrimiento de aquellos conscientes de la mortalidad que los compone y que una vez creyeron en el discurso de un hombre lógicamente inútil, malévolamente inútil, que se les presentó como una epifanía divina. Las masas también son culpables de este delirio. Y aunque cuando desaparezcan los nefandos superpoderosos en una obliteración de la materia celular, y los recuerden como una aparición de una sola vez, y nadie pueda plasmar en la historia la incognoscibilidad de una pseudo-deidad, aún quedará por siempre el vestigio de un corte profundo; la cicatriz que aqueja a todo aquél por no saber mirar lo que veía tan profundo como la mar o el amor.

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Tengo que confesar que hay palabras desconocidas para mi .en el primer parrafo (vespertino ,tremulos paroxistico )

Gegegegegeps

Pero aun asi conecto lo que entiendo y el texto no se pierde con la idea

"son tan o más inútiles que un cielo que no llueve" Sencillamente magnífico ;)

Gracias por leer, mai friend

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