El escepticismo es un antídoto para ciertos malessteemCreated with Sketch.

in #spanish7 years ago

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No necesitamos creer en alguien o algo si tenemos la realidad ante nuestros ojos. Así, erigidos sobre un sistema tan punzante como la nada, el hombre se encuentra con el escepticismo, ese prolegómeno de todo desencanto en la vida. Creer o no, es un asunto más de pasiones que de certezas. Saber o no, es un asunto más de certezas que de pasiones. Estamos, perennemente, bajo esta bifurcación: entre el creer y el saber. El asunto es que la pasión que algo nos produce nos dirige a un callejón sin salida; el de la fiebre. El escepticismo, bajo este contexto, adopta una figura provisional, netamente dirigida hacia nosotros, pero nunca hacia el objeto. Sucedería, por ejemplo, que tengo pasión por la teoría comunista, no obstante, antes de mirar con cuidado sobre sus ribetes, miro con cuidado y aprensión a mí mismo; desconfío primero de si soy lo suficientemente bueno como para entrañarlo antes de desconfiar si tal teoría es lo suficientemente real, aprehensible y natural en sus proyecciones como para entrañarlo a mi naturaleza individual, social, económica y jurídica. Cuando se trata de pasiones, más allá de si están enmarcadas en una aparente voluntad y por tal, en una aparente capacidad de acción, el hombre, frente al espejo, asume que siempre está al borde del detritus.

El hombre que fielmente cree en algo, al momento de una leve o gravísima falla, lo primero que suele mirar es a sí mismo, antes de mirar aquello en lo que cree y constatar si puede ser suficientemente real para ser natural. Si falla, es porque no está adaptado, pero no adaptado a qué exactamente. Por lógica, podría decirse que no está adaptado a los principio naturales, a los principios de la realidad histórica; como la teoría comunista que, para proyectarse tangiblemente, primero debería desaparecer el Estado, aquello que es la significación del «pacto social» y que nos destrabó del Estado de naturaleza; es decir, no funciona, no podría nunca proyectarse porque atenta contra una edificación en la que funcionamos naturalmente, porque está adaptada a una realidad natural para nosotros: el intercambio constante; en este caso, entre un ciudadano y una entidad central que de forma mutua coadyuvan a la creación contante de medios para lograr el desarrollo, que es el único fin.

Creemos cuando las pupilas no utilizan la luz para procesar las imágenes, sino que empleamos la pasión para efectuar el procesamiento de imágenes. Si bien es cierto, la pasión no siempre degrada la visión ni el sentido de la vista, a veces, pudiera presentarse como un agente patógeno, pero no uno que se estudia bajo las parámetros de la patología convencional, porque más que decaimiento físico y celular es un decaimiento del alma. Bajo esta óptica, hablaríamos de un agente metafísicamente patológico. La pasión es una enfermedad del alma cuando la simiente sólo deviene utopía; a veces, una realidad tan utópicamente enferma, que la sociedad perfecta, sólo posible de forma ilusoria, arguye por medio de sus representantes pasionalmente enfermos, la misma dialéctica del mal: el terror mediante la fuerza.


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Carl Sagan, en “El mundo y sus demonios” revela en el escepticismo una forma de enfrentar las enfermedades del alma, aquellas pasiones que sólo consiguen presupuesto en planteamientos en que, a modo subyacente, trazan inequívocamente un imaginario hegemónico:

”El escepticismo tiene por función ser peligroso. Es un desafío a las instituciones establecidas. Si enseñamos a todo el mundo, incluyendo por ejemplo a los estudiantes de educación secundaria, unos hábitos de pensamiento escéptico, probablemente no limitarán su escepticismo a los ovnis, los anuncios de aspirinas y los profetas canalizados de 35.000 años. Quizá empezarán a hacer preguntas importantes sobre las instituciones económicas, sociales, políticas o religiosas. Quizá desafiarán las opiniones de los que están en el poder. ¿Dónde estaremos entonces?”


Odiosamente escépticos para desmontar cualquier claustro; pues, si tenemos la realidad ante nosotros ¿Para qué permitir justificaciones o exhortaciones? No necesitamos nada de eso si la realidad inmediata e histórica desdice cualquier palabrería, sediciosamente fundada en un estallido de antinaturaleza, antihistoria, y como tal, antinosotros.

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Un escepticismo social se debería enseñar en las escuelas, recuerdo que tibiamente algunos profesores nos decían; "no tragan entero" pero bueno ¿que es ese entero?, además puede ser también peligroso el solo pensar en empezar a cuestionar toda una vida de creencias; efectivamente raya en lo utópico :)

Puede ser, puede ser. Hay muchas nociones para ello, amigo darius. Gracias por pasarte como siempre.

Muy interesante y muy de acuerdo!!! Saludos :)

Hola, que tal. Gracias por pasarte :)

El esceptisismo es una cualidad

De las más detestadas no sé porqué :(

Bueno debe existir dualidad .no falta el que tiene cualidad de esceptico y el que tiene cualidad de creer todo

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