Concurso Cervantes: 9ª Entrega
Demiurgo parlanchín
Un espacio vacío. Espacioso. Preñado de obscuridad. Quimeras adyacentes; hijas del obscurantismo empozado en este cuarto vacío. Lánguidamente vacío: cualquier espacio vacío está destinado a sufrir rupturas; nada es estático; la sobrepoblación es culpable de ello. La sobrepoblación fagocita figuras feudales traslaticias. La obscuridad no tiene matices. La obscuridad está sobre poblando la habitación. Quizá sea más que una habitación. Fue un error: es sólo obscuridad. No hay habitación. Sólo obscuridad subrogando materialmente una habitación. Por ahora. Acequia de sí. Antiguo pináculo ideológico de la iglesia católica. En realidad, actual pináculo ideológico de cualquier cosa opuesta a los designios culturales y existenciales de John Lennon. También, la subrogación material que acompañó a Gustavo Cerati sus últimos días. Los hombres odiamos la obscuridad. Los vegetales aman la obscuridad. Pero Cerati no amaba la obscuridad; pese a que decían que Cerati era un vegetal; no. Su Phatos lo conducía un vegetal. A pesar de que era un hombre de muchas capas, dichas capas, no eran de lechuga sino de carne. Cualquier coprófago lo confirmaría. Hannibal Lecter es un gran amigo de la carne, no tendría problemas en ofrecer su inteligencia catadora. O Saturno. Pero Cerati ya no está, lamentablemente. Es un cadáver. Y la necrofilia no tiene muchos fans. Igual tengo la certeza: sus capas eran de carne, no de lechuga.
La obscuridad aún sigue aquí. Ablución de sí. La obscuridad sólo es erosionada por el fulgor de una idea. Seguidamente, esa idea puede devenir luz. O caos. O ambas. Si son ideas de Nicolas Maduro o Castro o Kim Jong Un, la obscuridad es preferible. Como la de ahora, en este momento, ya. La obscuridad siempre es virgen: se penetra con ideas; ese momento justo donde se penetra su espesor, es una plétora como la que sienten amantes primerizos; a veces farragosa; a veces cósmica; siempre placentera.
La obscuridad se densifica. En este momento, Eidos (ideas) numerosos quieren penetrarla. Numerosas representaciones de aspecto fosco. Otras, vivaces. Otras, religiosas. Otras, heterogéneas, profusamente volátiles, pedazos de otros pedazos armando un gran trozo; jirones de otros cuerpos, pugnan también. Quieren abrogarse la obscuridad, existir, volverse sustantivos. Hálitos incandescentes se entrechocan. Fuertes estallidos de representaciones. Son muchas. Hay caos de fuerzas simultáneas. Todos estas representaciones se han formado, sin embargo, son embriones stand by.
Un hálito incandescente se dimensiona erosionando la obscuridad. Es breve. Una representación se está formando. Es lento. Es por tajos. Un nombre. Un bosquejo de lo que es. “Gula y lujuria reality show”. Un sujeto. Un pintor. De apellido Botero tiene esta idea. Es una casa de putas. Son tajos inmensos los que rellenan la representación. Personas de gran volumetría. Extremidades elefantiásicas y torsos de rinoceronte. La representación ha quedado a medias. Se torna obscuro otra vez. La representación ha empezado a desvanecerse. Pero es un embrión. Es una representación sensitiva. Quizá en otra oportunidad sea completamente material y arrojada al mundo de los vivos.
Nuevamente fuerzas simultáneas. Otro hálito incandescente se dimensiona erosionando la obscuridad. Jirones de jirones de otros jirones. Eidos que parece comparsa. Minúsculos tajos de ideas varias abstrayéndose en una sola imagen. Un sujeto. Arquitecto. Está penetrando la obscuridad con muchos colores, muchas apariencias, muchas épocas. Muchas disciplinas, muchos cánones. Un casa. La casa de alguien. Fuerzas mediterráneas en potencia. ¿Casa Batlló se llama esta representación? Tal vez. Quizá sí. Son muchas ideas en una. Superidea. Es una díscola forma que intenta subrogar la obscuridad por completo. Los colores empiezan a barrerse. Las formas empiezan a pigmentarse de un negror totalitarista. La representación se está desvaneciendo. Quizá otra oportunidad. Aún sigue allí, en potencia.
Fuerzas simultáneas en caos. Todas pugnan por ser como las burbujitas de la soda. Otro hálito incandescente se dimensiona erosionando la obscuridad. Piezas anatómicas. Partes de cuerpo humano. Grisáceas como nubosidad engrosándose en el ojo del huracán. ¿Qué es esto? Cinalli. ¿Anatomía de Cinalli? Tal vez. Es una representación leve. De entre las fuerzas chocando entre sí, ésta se movió furtivamente, felinamente. Representación marcescente de un cuerpo. Cuerpo acabado, nostálgico de lo que fue o quiso alguna vez. Al parecer. Un rostro. Calvicie. Representación holística. Pero no es suficiente. Se desvanece muy rápidamente. Pero allí sigue, en algún otro lado. En potencia.
Hálito potentemente incandescente. Se dimensiona erosionando la obscuridad. Representación de múltiples ideas en acción. Lo obscuridad está siendo barrida. También es una representación sonora: adormeció con sones a la negrura y la fulminó, como Heracles con Litierses. Se ilumina todo. Una luz potente. No hay claroscuros ya. Ha traspasado el plano de las ideas ¡Muy rápidamente! Está en el plano de la materia, el físico. Ahora es una habitación obscura. ¡BOOM! Enormes reflectores de luz en la parte anterior de la habitación se encienden de pronto, al unísono que un sujeto que ya no está entre las sombras da rienda suelta a la sonoridad idílica. “Iberia”. “Iberia”. Sí, “Iberia”. Carlos Saura penetró con éxito dentro de su cabeza y devino cabalmente en el mundo sustantivo, en el mundo físico. “Iberia” es el nombre de esto. La sonoridad idílica del violonchelo se menea en la habitación. El sujeto que frota las cuerdas como quien frota el lomo de su mascota compacta el idilio del documental. Resonancia paradisíaca y angélica, retumbando más que todo, con el bordoneo que adentro se dispara, ininteligiblemente, anunciando interjecciones mudas, propias de un gusano retorciéndose porque encontró el edén. Nota tras nota, edificándose en torno a ello, evanescentes plétoras que reemplazan cualquier esperanza. Los danzantes entran a escena, transponiéndose a su mundo ideal, gracias a sones edénicos que embriagan la demencia de sus existencias… Figuras esbeltas, vestidas de blanco, de negro, desmarchitando el repente del tiempo, ensoñándose a sí mismos deviniendo edén, cadencia acmética de la distensión existencial… ¡Redoble de zapatillas! ¡Revelación Albéniziana a través del baile flamenco! Cuerpos individuales y en conjunto en función expresiva del cuerpo, a su vez que vísceras reminiscentes de una corporeidad pianística evocándose en la danza.
Con Albéniz lloraron junto a Asturias, con Saura bailan junto a Asturias ¡CHA- CHA!
Concurso patrocinado por el witness @cervantes. No te olvides de votarlo en la siguiente página: http://www.steemit.com/~witnesses