La historia cuyo camino llego a su fin │Literatura

Después de tanto caminar y transitar por la desdicha y la prosperidad, pude ver al horizonte, y fue entonces cuando contemple un camino largo que parecía tener un fin.

Son muchas las cosas que se pueden describir en un camino de rosas y espinas, por lo que simplemente emprendí el destino hacia ese camino plagado de posible des fortunios y placeres. Estando aun dentro del camino, veo hadas llenas de magia, montes llenos de olivo, y elogios en ecos de la perturbadora soledad que el camino describe. Por años desarrolle un amor tan profundo tan dentro de mí, a la vez que el mismo camino lo bendice, y no creo que sea en vano tratar de encontrar una explicación.

Queriendo encontrar el fin del camino, a pesar de tanta felicidad, llegue a encontrar momentos de múltiples sentimientos de serenidad, y es que en ese camino tan largo para que temer, si por mucho creo que del pasado todo lo perdí.

Sin importarme si podría llegar al final del camino, sin importar cuál será el destino de mi vida, solo me importa que de aquí en adelante todo pueda entenderlo, entiendo mi vida en la relación de que todo tiene un principio y un fin, por lo que en pensamientos de profunda filosofía puedo reflexionar sobre el camino que me espera, diciéndome a mí mismo:

“Seguiré caminando, y es que la suerte echada ya está, escrito en piedras se asomó mi corazón, e iluminada mi mente estará.”

^{Fuente de imagen. Pixabay}

Ya emprendido el camino sigo aferrado a ese sentir impregnado de la serenidad que me produce mi confianza a este largo viaje, si miro hacia atrás, no veo razón diferente y aparente para detener mi andar, o si quiera pensar en volver hacia ese mundo que me mostró indiferencia, y aunque ese pasado me diga esas promesas vacías, de las cuales yo sé que en algún momento se desvanecerá, mis respuestas serán:

“Vida pasada por favor ya no ruegues más, y es que mi alma ya no le debe nada a ese malos recuerdos de cuanto tanto te quise, te dolerá mirar a donde tanto hubo sinceridad, porque ya a mi alma no gobiernas que te lo digo yo”.

Caminando entre los reflejos de distintas luces que me muestra el camino, iba reflexionando de cómo ese destino de mi vida me pudiera responder a mis negaciones de querer retroceder a donde nunca hubo una reciprocidad de verdad, en ese instante sentí una voz como si fuera mi destino diciendo:

Negarlo sería más triste, todo lo que traduces en tus pensamientos en ese camino sin fin es contradictorio a decir y afirmar lo que yo te quise, y a pesar de todos los motivos aparentes que llevaron a nuestra gran desdicha, es mejor que sigas con tu camino sin fin, total como tú dices: “ya la suerte está echada”, lo importante es seguir.

Sin más remedio me tocó contestarle a mi vida pasada: escucha al hombre cuya alma confió en los designios que trazaste para mi vida, hoy que sigo mi camino sin querer devolverme al pasado triste que tú me marcaste, debo confesar que si estoy triste, es por ello que estas letras que yo escribo son para oírse, entiendelas y déjame seguir mi camino, que aunque parezca errante, seguro estoy que otros designios me dispondrá.

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Siendo un hombre anciano sigo transitando y aprendiendo, ya no guardo rencor a mi vida pasada, solo recuerdo los versos que recitaba para expresar todo aquello donde había un querer, que analizándolo un poco quizás ya no se puede repetir, y es que me pregunto:

¿Cómo se es niño y anciano a la vez?

Lo pasado, pasado es, y ahora que más agotado estoy, si veo el final del camino. El transitar de este camino sin fin, quizás más nunca se pueda repetir, quizás para algunos parezca un conjunto de rimas que hablan la verdad, y de esa suerte que echada estaba, ya solo queda una vieja traición, y al final del camino escrito queda.

Hoy con la experiencia de haber caminado tanto y tanto, y sentir el final tan cerca pero sin fuerzas para poder llegar, puedo decir con certeza que hoy muere un amanecer, ya parece que se acaba el tiempo, siento como sin rencores del pasado ya no puedo pelear en contra de ese pasado que cosas buenas y malas me dejó, cuanto quisiera sentirme joven, con ganas de querer comerme el mundo para emprender otro viaje con otro largo fin que no sea este cuyo camino ya se acabó.

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A veces pienso en lo afortunado de aquel caminante que logre nuevos sueños que ayuden a liberar todo el dolor de recuerdos pasados, con diferencias que marcan ilusiones que intactas deben permanecer, pero la realidad es otra, es la realidad que me muestra el final del camino largo que transite. Todavía no lo ha dicho todo mi corazón, y ante la historia de mi vida, como lo niego, si es que negarlo sería más triste que mi propio pasado.

La vida en destinos de largos caminos nos conlleva siempre a una explicación, entre mi pasado y el final de largo camino me encuentro yo, una vida llena de andares, desaciertos, inciertos, apegos, amores, decepciones. Ante todo reconozco que siempre valió la pena caminar hasta este punto, pero sin arrepentirme nunca de las huellas que iba dejando atrás, hoy por hoy le digo a mí pasado incierto que rencor no le guardo, pero que acepte que lo mejor fue no volver hacia donde él estaba.

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A las nuevas generaciones les dejo marcado el sendero de mi largo camino, para que ellos lo llenen de sus ilusiones, de sus vivencias, de sus aciertos y desaciertos, pero que por bien o mal sea sus propias huellas trazadas las que delimiten las reflexiones propias cuando ya llegan al final de la meta, que no es más que el final del camino que sus propios intereses determinen.

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Espero que la lectura de este diálogo narrativo entre el pasado y él anciano que transita por ese camino sin fin, sea del agrado de todos ustedes, invitándolos a que reflexionen sobre cuál camino elegir para con nosotros, donde tracemos nuestras propias experiencias, que por buenas o malas que estas sean, nos ayudará a dejar nuestras propias huellas, a generar la confianza necesaria al final de nuestras propias vidas para estar satisfechos de lo que hemos hecho y dejado como legado.

Saludos y hasta una próxima entrega.