Historias en su tinta 012: "Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar", por bonzopoe.

María caminaba apresuradamente, huyendo de un par de sombras que hacía varias cuadras que la seguían. No sabía quienes eran ni porque la seguían, eso no era importante en ese momento, lo importante era poder librarse de ellos. Una de las sombras llevaba sombrero, y la otra, un poco más alta, y la que a veces literalmente le pisaba los talones, una gorra de beisbol.

María ni siquiera volteó cuando se dio cuenta para no alertarlos. Fue sorteando el tráfico humano esquivando transeúntes cada vez más rápido, como si se tratara de un librar el nivel de un videojuego o imponer un nuevo récord de velocidad de una competencia campo traviesa.

Apenas unos momentos atrás mientras comía unos tacos en un puesto callejero, supo por las noticias en la televisión de 3 mujeres asesinadas ese día en diversas partes del país.

Justo ese día en que se festejaba a la mujer, a la mujer caída, a la mujer anónima de las estadísticas de violencia intrafamiliar, de agresión y acoso sexual, de despido injustificado, de falta de oportunidad y equidad, esa mujer sin rostro que habita tras la mirada de todas las mujeres del mundo, y ella no quería ser la cuarta.

Ese día por la noche se daría a conocer el total parcial de mujeres asesinadas del día de las que se tenía conocimiento: cinco hasta el momento.

Mientras María pensaba en las estadísticas, recordó a su madre y todos los consejos que le dio ante de salir de casa. Se acordó de su prima de 16 años asesinada el año anterior en la puerta de su casa, y lo más discretamente que pudo sacó de su bolso su spay de gas pimienta.

Luchó por no correr y apretó el paso lo más que pudo, como si se le hiciera tarde para algo, procurando acercarse a grupos de personas para protegerse con ellos, cruzando las calles esquivando autos imprudentemente con tal de incrementar la distancia que la separaba de quienes proyectaban aquellas sombras que la amenazaban.

Finalmente llegó a una calle cuyas banquetas estaban llenas de otras mujeres, muchas de morado con pañoletas verdes como ella, y finalmente se sintió un poco aliviada por lo que se permitió bajar el paso, pero después de un par de minutos las sombras aparecieron de nuevo siguiéndola entre el gentío de mujeres.

María empezó a sudar de nuevo, un sudor frío que le calaba los huesos hasta llegarle al alma. Sin embargo la meta estaba cerca, tanto que parecía estar al otro lado del mundo. A lo lejos ya se escuchan cánticos: "¡Esta es tu lucha, mujer escucha!", "¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!", "¡Unidad, sororidad y fuerza!", "¡Ni una menos, ni una menos, ni una compañera menos!".

María apretó fuertemente el gas pimienta y aceleró el paso esquivando cada vez más y más mujeres que como ella se dirigían a los cánticos, a la marcha de ese día, una que prometía ser histórica, y trató de no pensar en las sombras que a pesar del gentío seguían tras de ella.

A pesar del pánico que sentía, los cánticos de alguna manera alimentaron el coraje que la había hecho sobrevivir a un tío acosador, a un novio golpeador y a un jefe que la despidió cuando sospechó que estaba embarazada. A pesar de la amenaza sabía que rodeada de tantas mujeres si las sombras la acataban no lo tendrían fácil.

Después unos minutos que parecieron horas finalmente llegó a la marcha y se integró al primer contingente que vió, uno de mujeres que como ella iban de morado con pañoleta verde, y las sombras seguían allí, lo que sorprendió mucho a María, pero rodeada de tantas mujeres se sintió segura y se sumó a los cánticos: "¡Somos el grito de las que ya no están!", "¡Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar!".

María gritó y gritó como si en cada cántico expulsara del cuerpo todo el miedo, la frustración y la impotencia acumulada por años, y de cuando en cuando miraba hacia abajo para ver si las sombras seguían ahí. Estas la acompañaron por un rato, pero mientras más gritaba María estas se hacían cada vez más débiles y borrosas, hasta que que desaparecieron por completo.

En ese momento una lágrima se deslizó por una de las mejillas de María mientras gritaba de nuevo "¡Somos el grito de las que ya no están!", "¡Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar!", después de lo cual sacó su teléfono y le mando un mensaje de texto a su madre: "Llegué a la marcha mamá, no te preocupes estoy bien, todo está bien."

Este día de la mujer en México fue distinto a otros años, no en su esencia y objetivos, que nunca han sido festejar como erróneamente muchos piensan, sino en su trascendencia social en las personas de a pie, en el ciudadano común.

Este año se convoó a un paro nacional a todas la mujeres al día siguiente del Día Internacional de la Mujer, o sea hoy, 9 de Marzo. Este fue motivado por la indignación social acumulada por años de inequidad de género en México, y todas las consecuencias que se derivan de esta, teniendo su experiencia más cruda y brutal en los feminicidios, que tristemente cada vez más son mayores en cantidad, atrocidad e impunidad.

En fechas reciente tuvieron lugar varios feminicidios particularmente indignantes que sacudieron a la opinión pública y han tenido como respuesta la impresionante marcha de mujeres que se llevó a cabo por mujeres de todo el país en un sin-número de ciudades, y el paro nacional del día de hoy, que esperemos sea un parteaguas que marque un antes y un después sobre esta problemática. Este texto es un humilde tributo u homenaje, al movimiento feminista en México, y un reconocimiento de la realidad que viven millones de mujeres todos los días en este país y en el mundo.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.

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