Una llamada inesperada - Relato con un final amistoso
Su nombre Helen, su tez blanca como la porcelana,
Sus pecas rodeaban su cara, eran unas pequitas rojizas muy bonitas,
Su cabello era rojo, rojo como el vivo fuego que calienta el café más amargo,
El mismo rojo que corre por nuestras venas, roja era su cara cuando,
Descolgó el teléfono aquella mañana.
Helen se veía casi única, inigualable y sin defectos,
O eso parecía.
Su casa al abrir las ventanas parecía un fogón.
Por donde se observara era humo lo que emanaba.
Su estado de salud era irreprochablemente un caos,
Si todo no estaba bien, solo estaba de cabeza.
Esa tarde no muy entusiasmada decidió asistir a esa cita,
Estaba nerviosa, ansiosa y preocupada por no recordar
A María Guadaña.
Algo le decía que cualquier cosa entorno a esa cita no le coordinaba.
Ese día se bañó varias veces,
En la papelera había alrededor de cuatro cajetillas de cigarro.
Ese día se puso más hermosa de lo que era para asistir a esa cita.
Aunque tardo más de lo esperado porque la tos no la dejaba,
Ni avanzar, ni respirar,
Con todo eso llego temprano.
Veinte minutos después en aquel restaurant,
Apareció María Guadaña,
Con un vestido negro, su cara blanca y sus manos
Un tanto tétricas.
Esa fue la cita más corta.
Dos viejas amigas que se habían dejado hace un par de años
En un puente, se volvieron a reencontrar
En un fino restaurant.
María Guadaña salió muy sonriente llena de vida,
Y la pobre Helen salió en una camilla carente de signos vitales.
Algunas veces debemos recordar las viejas amistades, ya que el no recordarlas puede determinar un simple paso entre la vida y la muerte, María Guadaña, una persona seria y fría como el hielo, por medio de un llamado consiguió a su amiga, un reencuentro tan corto como preciso, después de verse en un puente pactando su reencuentro con un secreto que solo ellas sabían y a su vez llevándose ese secreto para luego hacer otras visitas.
Que María Guadaña te cuide y no esperes tan pronto su visita querido lector.
Gracias! por su atencion