La palma datilera (Phoenix Dactylifera) y algunas curiosidades.

Hola amigos,
en esta ocasión quiero traerles información respecto a un árbol ancestral, el datilero, del cual tuve conocimiento desde niña, cuando leí el libro ´´El hombre que calculaba´´ (1938), escrito por Malba Tahán (seudónimo de Julio César de Mello y Souza), quien fue un escritor y matemático brasileño.
En este Libro se hacen cálculos fenomenales, merced de la fantasía, a través de historias orientales, bastante divertidas, por pueblos y caminos del desierto, por Persia, Bagdad, entre muchos.

Bueno, resulta que Beremís –el calculista- relata que era capaz de contar, de una mirada, todos los dátiles que había en los racimos en grandes plantaciones a lo largo y ancho de unos tres oasis que tenía su amo y con una exactitud increíble, que dejó muchas ganancias al patrón, con las ventas. Recomiendo la lectura.

El caso es, que siendo yo jovencita, probé unos deliciosos dátiles disecados, que importaba un supermercado de mi comunidad, en alguna ciudad de los Andes y, por cosas de la vida , muchos años después , tuve la experiencia de vivir en la Isla de Margarita, Venezuela, disfrutando de un hermoso predio lleno de palmas datileras, donde anualmente, con buen clima soleado, se cosecha y consume el dátil de primera mano.
La palma datilera (Phoenix dactylifera) es una de las plantas de más antiguo cultivo en el mundo; hay registros de que ya se cultivaba desde 4.000 años a. C. y que se utilizó en la construcción de templos y casas de las culturas sumeria, acadia y babilónica.
Es una planta monocotiledónea de hasta 21-23 metros de altura, con uno o varios tallos que comparten un sistema de raíces y no una raíz principal. El tallo no presenta tejido leñoso, es decir, no se trata de un tronco duro como el de las secuoyas o los manzanos, pero es lo suficientemente fuerte como para sostener toda la palma. La corteza del tallo es fibrosa y exhibe un patrón en espiral.
Sus hojas rígidas muy largas, de 4 a 6 metros de longitud, cada una con unos 150-200 folíolos de unos 30 centímetros de longitud, de color verde grisáceo y con espinas en su tallo. Las hojas superiores suelen apuntar en dirección hacia arriba, pero las inferiores tienden a curvarse hacia abajo.
Es posible que se remonte a una región cercana a lo que hoy es Irak, en torno a la Península Arábiga, el noroeste de la India y el Golfo Pérsico, al norte de África. La dificultad de determinar su área de distribución natural reside en el hecho de que su cultivo se haya extendido a varias partes del oriente desde hace miles de años atrás. Actualmente crece casi sin cuidados en el sur del Medio Oriente y en la región del Sahara, pero se cultiva en muchas partes de Asia, en el sur de Estados Unidos, en las islas Canarias, la zona norte del Mediterráneo, en el norte de México y en algunas islas de África, el Caribe y el Pacífico.
En 2009, los principales productores de dátiles fueron Egipto, Irán y Arabia Saudita.
Crece en suelos fértiles y bien drenados, de preferencia con amplia exposición solar. Tiene buena tolerancia a la sal, por lo que puede crecer en zonas costeras.
Es muy probable que esta planta, haya llegado a la isla de Margarita con los frutos que llevaban los primeros españoles que colonizaron esta zona y sobre todo en el Valle de San Juan Bautista, donde según la historia, se da el primer asiento ganadero y posterior al terremoto de la isla de Cubagua, fue un abrigo para los habitantes que decidieron buscar refugio en tierras más seguras, fértiles y de frescura, por su vegetación y manantiales.
Las fotos que debían ilustrar este post, se accidentaron.

Nota final: aunque trato de practicar cada año, nunca he podido acercarme a la hazaña de Beremís. No sé cuántos dátiles hay en esta palma.
Gracias por pasar.
ANA