Aleph

La vida para ella no siempre fue de total agrado, y como sucede en algunas ocasiones el que parece merecer la culpa de todo aquello es Dios, pensando que al ser él un ser tan grande no estaría al pendiente de microbios, no capaces de entender el equilibrio, no somos libres de karmas o de justicia divina. Donde el libre albedrio existe al unísono del ser, asistía a una escuela Nóstica, en la cual un día con los ojos cerrados más no dormida cuyas reflexiones solo estaban en pensamientos, se abrió un espacio, uno donde pudo apreciar el universo entero, ligado a corrientes eléctricas, materiales, energías que forman raíces, una red universal, capaz de comprender que todo estaba conectado y a su vez comunicado con Dios, en ese preciso instante le pica un zancudo en el dedo gordo del pie, creando en sí una idea más clara de todo aquello, así como se encontraba reflexionando y se dio cuenta de algo tan pequeño así mismo él la sentía, narraba Gladys Mayor…

Los momentos llegan suelen decir, sorprenderse fácilmente, encuentro del todo en uno y del uno con todo, instante fugaz en el que fluyen energías evidentemente conectadas al universo capaces de comunicarse con todo organismo vivo, patrones móviles, tiempo y espacio en un presente, ser decodificado por el mundo que puede o no interpretarlo, por siempre en Aleph.

Al poco tiempo lo entendía, no se trata de decidir tener un momento, querer un proceso, sino vivir uno tal cual fuese el resultado, obedeciendo a la búsqueda de uno mismo, intercambiando a través de los sentidos una impresión casi imborrable, bueno y malo, reflexionando sobre la existencia del ser sin que este ligada a la religión...