Todo tiene un comienzo...

Se que el sobresalto sea aproxima cuando veo guindar una lagaña lánguida de su ojo tieso, y una mano huesuda revestida de pelillos finos con trozos de músculos descompuesto señala una premonición que desaparece como una fumada, a eso se le suma una fantasmagórica y quebrada dentadura que se deja divisar al reírse de mí.

A esa figura torcida que se ahoga a carcajadas le he apodado el guía, porque sus atuendos largos recorren el pavimento, recogiendo cualquier bicho infernal que se adhiere a esos harapos como moscón en la telaraña; rastrillando el pasaje que me conduce hacia una puerta metálica, en la cual hay un escrito con tinta sangre: ¿Puede esta puerta ser abierta a cualquier varón o hembra ordinario? Sin embargo las respuestas se acumulan en un orfeón de gargantas secas, mientras un sinnúmero de ojos se vienen encima y siento una pesadumbre que a duras penas me deja progresar.

Es fácil resquebrajar ese colosal metal con solo dejar correr aire de mis pulmones, al cruzar, el piso cruje como si fuese a evaporarse bajo mis,pies, a medida que sigo el ambiente se vuelve impuro, pienso en girar escurrirme de esa forma, suelo detenerme y retroceder un poco, pero el portazo logra empujarme hacia adelante no hay marcha atrás. El pánico ya me posee, ahora le pertenezco, es aquí donde el curso se detiene, y ocurren visiones en fragmentos que pueden inquietar o no el futuro.

¿Saben? Sentir algo más brutal que el sigilo, es darse cuenta que la alucinación se ha adueñado de ti mismo, ¿lo comprenden? ¡Tengo miedo!

Pero en todo este infierno veo un ángel brillar, rodeado de un ardor agraciado, que va flotando por arriba de figuras deformadas; con el único motivo de acercarse, mientras sus manos se estiran como plastilina para alcanzar a manosear las mías, y arrancarme de las garras de la nebulosidad. ¡Ya debes despertar! dice ella.