Delirio

Estas anotaciones, son pensamientos lentos de tinta que escribe la imaginación, no soy como aquellos poetas que han sido bendecidos con el don natural de parir versos, prosas o sonetos. Sin embargo mi alma ahogada, resguardada en el cuerpo de una mujer insegura, escribe en medio de su inocencia, hago eco de una vida lejos de la armonía, cuyas anotaciones apaga la distancia que siento y me hunde en una meditación absurda y me pierdo... Me pierdo, mil veces, comienzo a desaparecer en una especie de soledad que me acompaña.

---

Si mis palabras fuesen pronunciadas o escritas por otros labios y manos, jamás se entenderían, se notaría un sobresalto confuso en el semblante de quienes me leen.

¿Pero, qué mierda estoy escribiendo? ¡Oh,sí! Debe ser este dolor de cabeza que me azota las sienes, estoy divagando, delirando en las paginas mudas de un cuaderno que solo le restan dos hojas, mientras mi mano izquierda parece un parabrisas que retira el ligero sudor que humedece mi frente acalorada.

Yo estaba ahí recostada sobre las cuatro confidentes de algodón, perdí la noción del tiempo, cerré mis ojos y luego, lentamente los abrí, estaban heridos por una luz intensa que se colaba por un agujero de la puerta.
―¡Qué frío tan demoníaco siento! ―Dije y clavé la vista en las cortinas de la ventana, podía observar cómo temblaban ante las furiosas ráfagas del viento. Sin embargo no me levanté, permanecí acostada con pequeños temblores que ocasionaban aquellos desagradables escalofríos que se paseaban hasta el último de mis huesos.

Mordía con frenesí el bolígrafo plástico, la lampara improvisada de gasoil y mecha de un trozo de pantalón gastado por la vejez, iluminaba mi pálido rostro y mi escritura.

La habitación se hacía más helada, pero sentía que me chamuscaba por dentro, y sobrecogida por un terror invencible estaba mi alma en medio de 4 paredes sollozantes y pálidas, tragada en una triste serenidad. Batallando con la fiebre que marcaba 40 en un termómetro.

¡Ohhh mierda! Quizá mis neuronas terminen friéndose.