Relato - ‘’Invisibles’’ - Por Annathea

in #spanish6 years ago (edited)

El suave viento acompañaba al inestable movimiento que mecía su cuerpo el cual traía el eco de un profundo silencio que no perturbaba nada de su alrededor. Las partícula saladas del mar se pegaban a la superficie de su piel y entraban por su nariz, que respiraba lentamente, secando su boca. El tacto cariñoso de una mano agarraba la suya que descansaba intranquila. El susurro de palabras ininteligibles provenientes de lo más profundo del mar se colaron en sus oídos en forma de olas surcando y chocando entre ellas. Y un suave llanto lleno de destrucción empezó a hacerse hueco en sus pensamientos, despertando sus sentidos y activando su ya destruida conciencia. Lentamente sus pesados párpados se fueron abriendo y, a su vez, un desagradable pensamiento de no querer estar ahí pasó por su cabeza. Pero todas las pocas esperanzas que, milagrosamente, aún mantenía su cuerpo se desvanecieron al ver el cielo despejado, sin nada a su alrededor, oyendo como el agua del océano aún lo rodeaba.  

Torpemente se intentó incorporar, sus piernas estaban pesadas y sus brazos temblaban por el inmenso esfuerzo que le suponía mover su cuerpo sin energía. Y volvió a comprobar, como llevaba comprobando todas las veces que se despertó en la semana, que seguía en la misma barca destrozada perdido en medio del océano. Con pesar en sus ojos, recorrió la estancia con su mirada esperando encontrar algo distinto. Personas, muchas personas tumbadas, acurrucadas, apelotonadas de miles de formas para que todos pudieran estar dentro de esos trozos de madera mal colocados. Algunos niños tapados con una desgastada manta, que casi no se le podía llamar manta, unos temblaban, otros se abrazaban para intentar combatir el malestar. La profundidad sin fondo tomó los ojos de algunos que dentro de esa barca se encontraban, mostrando que cualquier pizca de esperanza que pudiera haber en sus mentes escapó completamente de esos cuerpos. Basura por los suelos se mezclaba con olores terriblemente desagradables de orina y excrementos que manchaban casi toda la superficie de la madera, la mezcla de tantos olores distintos ya no afectaban a su olfato el cual parecía captar solo la sal del mar.  

Gemidos y quejidos se alzaban, casi sin fuerzas, sobre el implacable silencio del inmenso océano, pero sobre todo, el rastro de un agónico llanto llamó su atención, era el mismo llanto que le despertó antes. Teniendo un leve presentimiento de saber qué era lo que había sucedido para provocar tal desgarre de dolor, dirigió su mirada a una mujer que se encontraba alejada de todos los demás, sin nadie a su alrededor, agachada frente a un pequeño cuerpo, era casi igual que el suyo pero lo que les diferenciaba es que el cuerpo de esa pequeña niña no se movía. Los rasgados sollozos de esa destrozada mujer, a la que no conocía, le informaban de que esa pequeña había muerto, otra persona se había visto superada por las circunstancias, incapaz de soportarlo, dejando escapar su joven vida. Sabía que más tarde los demás intentarían tirar el cuerpo muerto de la niña al mar para que así, cuando empezará a pudrirse y descomponerse no afectara a todos enfermando, la mujer se opondría a tal acción, habría gritos, llantos, horror, súplicas, sufrimiento. Otra huella más que se quedaría marcada en el corazón de cada una de las personas que aún se mantenían con vida. No deseaba ver cómo otro cuerpo de una persona era tirado al fondo del mar como si no importara nada. Sintiendo el ardor del malestar quemando su alma y un fuerte puño que estrujaba su estómago vacío, tuvo que apartar la vista de esa escena, viéndose incapaz de seguir mirando. Entonces su cuerpo fue atraído a girarse por el moribundo tacto de esa delicada mano que se posaba sobre las suyas. Sus ojos miraron a su lado. Su madre, su preciosa y débil madre acariciaba tiernamente su mano manteniendo sus ojos cerrados y su lenta respiración. Y en su barriga, marcado con un gran bulto, se encontraba la indefensa vida que crecía dentro de ella.  

Al igual que la mujer que lloraba por esa pequeña niña, ellos también se encontraban apartados de todos, nadie quería tumbarse a su alrededor, el único que se mantenía cerca de ella era él, su hijo, negando los comentarios que decían que su madre ya no tenía salvación. Sabía que su madre no sería lanzada al mar al igual que las demás personas que les abandonaban, eso no iba a pasar. Ellos se encontraban en esa barca huyendo de un mundo y una vida vacía, arriesgando lo único que les quedaba por intentar encontrar una nueva historia. Se prometieron estar siempre juntos y luchar por sus vidas con el propósito de verse con un futuro y compartir la sonrisa de felicidad que nunca reflejaron en sus rostros. La simple idea de perder a lo único que significaba algo en su miserable existencia le revolvía las entrañas, pensar que nunca conocería a su hermano le arrancaba el corazón. Con el impacto de los sonoros y tórridos llantos de esa mujer, se volvió a acurrucar al lado de su madre, apoyando delicadamente su cabeza en su barriga, esperando seguir oyendo el fantasmal latido de un corazón, el único y triste sonido que convencía a su infantil mente de que aún no estaba solo. 

Cerró los ojos casi sin fuerzas en los párpados y, aunque ya había dejado de creer, deseó y rezó que, si de verdad había alguien que desde lo más alto podía observarlo todo y mantenía aún las cenizas de un sentimiento de piedad, se compadeciera de sus miserables vidas y les permitiera salvarse para poder vivir juntos la vida que nunca tuvieron.

Hola a todos, hoy me armé de valor para compartir uno de los relatos que escribí más desgarradores, hace un tiempo no tan lejano, después de ver miles y miles de noticias de gente muriendo en barcas. Me hundió tan fuerte en el corazón que tuve que escribir algo y aunque nunca podré llegar a entender de verdad qué se siente sólo con imaginármelo me vacía las entrañas. Espero que os haya gustado u os haya tocado el corazón, estaría encantada de saber cualquier cosa y lo leeré con mucho gusto. Es una representación, no pretendo que nadie se sienta ofendido.

Muchas gracias. Un saludo muy grande, Annathea.  

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Hola Annathea! Me gustó. Muy descriptivo el dolor.
Me recordó el texto de García Márquez: Relatos de un Naufrago. ¿Lo has leído?

Ostras! Sí que lo he leído y ahora que lo dices tienes razón, no me había percatado hasta ahora aunque es un halago enorme para mi que me digas que te recordó a él. Me alegro mucho de que te gustara y muchas gracias por darme la oportunidad y tu tiempo :)

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