t i c
t o c
t i c
t o c

el reloj suena,
sus espadas giran,
marcan la hora del horizonte,
cierro los párpados y desgarro mi garganta
con sutileza:
no más, por favor,
lo ruego,
no más

la vida se ha cobrado
cada uno de mis avances,
ha jugado a la guerra sobre mi cuerpo y ha ganado,
dejando surcos y cicatrices, heridas cerradas y abiertas,
un charco de sangre y bilis que cerca mi alrededor,
las horas que no paran de sonar
y de contar hacia atrás

ya no sé, siquiera,
si mi espíritu sigue dentro de mí
o si me ha abandonado, como mi padre,
como mi patria,
golpeado, asqueado por las caricias
de las enfermedades de esta tierra

t o c
t i c
t o c
t i c

cada segundo que pasa, que siento,
son veinte infiernos ardiendo sin fin sobre mi piel,
burlándose de mí y de las lágrimas que intento soltar,
que no logro soltar

cierro los ojos;
al padre nuestro
y a todos los espíritus
y a los dioses del olimpo,
les pido,
si alguna súplica les es válida,
clemencia: ya
no más,
nunca más.

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