Concurso Cervantes: 3ª Entrega
Los ojos color aceituna de Daniel era lo primero que llamaba a la gente al conocerlo y aquello que recordaban al pensar en él. No era su sonrisa, la cual regalaba a diario y tan seguido que era fácil pasarla por alto. Daniel era una persona rodeada de conocidos cordiales que creían ser sus amigos pero la verdad es que eso era el espejismo que él enseñaba. El ser humano está repleto de máscaras y el muchacho de ojos verdes no era la excepción. Su faceta preferida era aquella donde, como dice la canción de la Oreja de Van Gogh, 'la felicidad es un maquillaje de sonrisa amable'. Todos creían conocer a Daniel, pero la realidad era que sólo conocían la superficie, aquello que podían observar. Y es que muchas cosas podían observarse en él y ninguna mostraba quién era debajo de la sonrisa que pintaba en su rostro.
No se necesita morir para sentirse muerto. Desde hace años que este hombre era carcomido por dentro, por todo lo que pudo hacer y no hizo. Se sentía vacío y sin vida, su alma ya se encontraba bajo la tierra, siendo alimento de los insectos que habitaban en ella. Las noches eran eternas en su desvelo, como compañía sólo su consciencia. Y qué tortura era esta, pues quién mejor para atormentarnos que nosotros mismos, en la oscuridad de una habitación y sin alguien que diga lo contrario. La necesidad de ser querido y solicitado lo llevaba a mantener su máscara bien amarrada, la vulnerabilidad no estaba permitida mientras hubiese quien presenciarla. Irónicamente mientras más grande era su círculo social, más aislado se sentía.
La muerte es inevitable y es lo que une a Daniel con el resto de la humanidad, la verdad absoluta de que algún día todos moriremos. Su vida, sus secretos, sentimientos y pensamientos se irán a la tumba con él, privando al mundo de ellos. Nadie sabrá que conocieron al actor más grande que pudo existir, aquel que nunca abandonó su papel y lo pintó tan real que nadie jamás pensó en cuestionarlo. Y cuando llegue ese día, morirá tan solo como cantidad de personas que vayan a su funeral. Pues nadie irá al funeral del verdadero Daniel, sino de aquel que ellos creían conocer.
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Es muy cierto la representación de lo que escribiste, y como dices al final es aquel que nunca abandonó su papel y lo pintó tan real. Tal ves muchos lo señalaron por hacerlo pero es excelente lo que hizo con su arte.