Concurso Cervantes: 4ª entrega
Las desventuras del noble
Esta era la boda del hijo mayor de un noble que vivía en una región lejana al sur del mar. A la mitad de la celebración, los señores invitados sucesivamente fueron presentando sus regalos a la joven pareja. El noble del Norte trajo consigo abrigos de las más gruesas pieles para, aumentar la calidez de su amor; otro llevó aceites con deliciosas esencias frutales para, amenizar sus días y otro regaló dos de sus más vivaces purasangres para que ambos cabalgaran seguros hacia el futuro. Los asistentes estaban atentos y maravillados de los obsequios que recibían los novios. Sin embargo, una persona no les prestaba atención, ya que estaba ensimismada sus infortunios. Jorge, el hermano menor del novio, conocería a su prometida ese día y le abrumaba la idea de que su unión sería por conveniencia y no por amor. El señor del Norte buscaba con prontitud un casamiento, para asegurar paz duradera entre ambos reinos.
Entre tantos pensamientos, el padre de la novia presentó su regalo para la joven pareja: la mejor banda de músicos del reino del Este. Se apostaron frente a los nobles, en el centro de la sala de ceremonias y comenzaron a tocar. El guitarrista puso su mano sobre las cuerdas produciendo las más divinas notas. La vehemencia de su interpretación, junto con su instrumento celestial dejó atónitos a los invitados. Repentinamente surgieron de entre la multitud cinco bailarinas, descalzas y de piel tostada. Resaltaban por su exuberante belleza, sus joyas doradas y turquesa y sus movimientos de cadera provocadores. Jorge se fijó en una de ellas: sus ojos miel, boca carmesí, sus ensortijados cabellos azabache, más la soltura de su danza, lo hechizaron. Sentía que ella lo invitaba a acercarse, pero él no podía mover ni un músculo, pues ella lo intimidaba con la fogosidad de su mirada. Todos estaban anonadados tal como él y cuando acabó la función aplaudieron con frenesí.
A continuación, Jorge buscó a la enigmática bailarina pero todas habían desaparecido junto con la banda. Sólo quedaba el guitarrista solitario en una esquina. No obstante, cuando se acercó a él se desvaneció como un espejismo. Aún confundido y mirando hacia sus alrededores, lo abordó el señor del Norte junto a su hija; al fin conocía a su futura desdicha. El muchacho, los trató cortésmente, como un caballero, aunque en su cabeza no paraba de contar los segundos para separarse de ellos. El señor del Norte hacía justicia a su fama de mezquino y su hija era como una muñeca de porcelana: hermosa y hueca.
El festejo tuvo que acabar para que su futuro suegro y esposa se alejaran de Jorge. Éste seguía reproduciendo en su memoria la sonrisa que le regaló la bailarina misteriosa. Triste por no encontrarla, salió a un balcón a observar la luna caer sobre los árboles. Mientras disfrutaba del paisaje nocturno observó una fogata muy animada a las afueras del castillo, así que decidió investigar. Mientras se acercaba, aumentaba la esperanza de encontrarla. Cuando estuvo lo suficientemente cerca la notó, bailando frente a la fogata al son de la melodía del guitarrista. Su corazón dio un salto. Los músicos lo invitaron con un ademán y Jorge se aproximó. La doncella tomó sus manos y bailaron impetuosamente. El tiempo se detuvo y solo ellos dos más la música existían en el universo. Cuando el sol salió de entre las colinas cercanas, Jorge estaba tendido sobre la grama, con el recuerdo del roce de sus pieles y los labios carmesí. Estaba solo, los músicos y las bailarinas habían desaparecido de nuevo.
Ahora entiendo el "Escribo cuando me pega la luna" Me gustó.
Jaja siiii! Es que me inspiro en las noches por las experiencias del día. Sin embargo, no es tan bueno porque no mucha gente está activa a esa hora :(
Me alegra que te gustara ;)