Es viernes en la tarde y ya los amigos se estan poniendo de acuerdo en salir y disfrutar un rato, un merecido momento de distracción después de una semana de trabajo, ¿por qué no? ir a una tasca o pasar un rato por una licoreria, y deleitarse de la bebida alcoholica preferida.

Esta escena se repite semana a semana, incluso para algunos es rutina segura desde el jueves hasta el domingo.

Es completamente sano y satisfactorio compartir con los amigos o familiares, se estrechan lazos y nos liberamos del estres, el problema surge cuando en esta formula de diversión y entretenimiento se le suma el consumo del alcohol, mejor dicho, el exceso del consumo del alcohol, y peor aún, en el habito casi vicio, del consumo recurrente del alcohol, un simple evento de esparcimiento se puede convertir en un vicio personal y epidemia social.

El alcolismo se ha convertido en una plaga, desgasta la sociedad desde el corazón de la misma, el circulo familiar, separa familias, causa graves y leves accidentes de transito, enfermedades mortales al bebedor, letarga al consumidor sus capacidades de raciocinio, siendo más propenso a la violencia o a un estado depresivo, es decir lo lleva al extremo de las emociones humanas, poniendo en peligro a él y a quienes lo rodean.

No necesariamente se tiene que llegar al estado de embriaguez recurrente para afirmar que alguien es alcohólico, una persona que frecuentemente consuma alcohol, incluso sin emborracharse, puede estar padeciendo de alcolismo, algunos quizas piensen que una copa o una lata no hará daño, pero lo cierto es que el alcohol va provocando una dependencia que la persona no percibe ni reconoce hasta quizas sea demasiado tarde.

Es cierto, tenemos el derecho pleno de decidir si consumimos y cuanto consumismo, pero, ¿si ese derecho pone en riesgo la salud y vida de terceros?, ¿acaso no sería necesario evaluarnos regularmente, para evitar ser aquel que le robe la tranquilidad, paz o la vida a otra persona?

Actuemos de forma responsable para con nuestra propia vida y hacia la de los demás, siempre vigila que tus decisiones no provoquen daños a terceros, y sobre todo, recuerda, la bebida alcoholica es opcional, y forma parte de un momento especial, no es lo que vuelve especial al momento vivido, por lo tanto no es necesaria.