Telas Holgadas: la musa llamada vida - Capítulo 2 - Carta Nº 2

in #spanish6 years ago (edited)

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Antes que nada quiero disculparme con los que lectores que puedan sentirse extraños al leer tantas confesiones en un solo texto: creo que este es el problema de las autobiografías. Puedes tachar en lo egocéntrico, en lo pesimista o incluso quitarte méritos... o ponerte de más. La gente tiene percepciones muy distintas de lo que uno es como persona y es normal obtener resultados variados sobre mi escritura. Esto es sólo una especie de experimento.

18 de mayo de 2018

Barquisimeto, Edo. Lara.

Como siempre lo he dicho, no soy la mejor escritora. Mis letras son empíricas, básicamente ignorantes de conocimientos técnicos y todo eso que hablan los escritores populares con palabras rebuscadas. Yo solo escribo como loca y salen cosas que para mí tiene sentido y quizá para algunos lectores.

De igual forma, me disculpo por mis posibles errores de redacción o mi falta de palabras rebuscadas. ¿Para qué querría maquillar tanto algo si de igual forma escrito de otra manera significa lo mismo? Ya, estoy dando muchas vueltas, lo sé. Soy experta en desviarme en mis propias anécdotas, como aquellos adultos que parecen recorrer un millón de flashbacks para llegar al final del cuento. Yo los entiendo y no los culpo.


Cuando pienso en una primera carta todos intuirán que debo presentarme o decir algo más allá de un montón de palabrerías. Una biografía al estilo Wikipedia con sus respectivas fuentes y referencias.



Yo no tengo fuentes. La única forma de definir mi persona es haciéndolo yo misma. Y creo que definirme es algo muy cerrado. Puedo comenzar por el hecho de que soy muchas cosas y al mismo tipo soy nada delante del universo. Tan solo una pequeña estrella del montón que brilla con intensidad cuando alguien levanta la vista al cielo. Pero al menos corro con la suerte de saber quién soy.

Hoy decidí empezar a hablar de cosas sin sentido, ya que definir incluso un tema viene siendo una tarea compleja. El mundo es muy mundo, y la verdad no se si quiera si alguien está llegando hasta este extremo de lo que estoy escribiendo: espero que si. Se que en algún punto puede que diga algo muy revelador o termine siendo una Paulo Coehlo más del montón. Creo que no me importa, por qué debería limitarme por culpa de otros escritores? Es tonto, ¿verdad?

Cuando comencé a escribir esto estaba organizando mi habitación y pensando muchas cosas: sobre mi disco personal, sobre mis discos, sobre los playlists acústicos de mis amigos, set lists privados que tienes el privilegio de escuchar. Arreglaba un par de discos en la biblioteca y pensé en aquellos discos que había regalado a gente con la que ya no hablo mucho; discos que significaban un montón para mí porque eran parte de mi crecimiento personal, de mi etapa de niñez hasta mi supuesta adultez (solo tengo 20 años, lo siento). Y pensé…. que estarán haciendo estas personas? Se rozaran con los discos por accidente de vez en cuando? Acaso algunos de mis obsequios forman parte de un viejo cajón abandonado en una casa sin habitantes? Donde los viejos habitantes estaban en busca de una mejor vida y emigraron dejando parte de su vida y sus objetos valiosos aquí.

No sé en qué cara de la moneda pueda estar. Pero a veces pienso muchas cosas y se me inunda la mente; hoy solo pienso en que me gustaría que estas personas que llegue a considerar tan importantes para mí, puedan conservar esos discos con un recuerdo o una anécdota graciosa. Quizás no me recuerden bien o no les importó, no lo sé. Pero se que al menos hay una pequeña probabilidad de que estas personas conserven estos discos y los escuchen de vez en cuando.

Considero que soy una persona muy básica regalando cosas, a veces me esmero y me salen regalos muy preciados. La mayor parte del tiempo regalo cosas mías o hechas por mi, ya que consideró injusto no dejarles un fragmento de mis vivencias materiales a la gente que en algún momento me importó. Y pienso que sería muy valioso para el espectro de mi felicidad, sentir que en realidad ellos están valorando este obsequio.

Particularmente me considero muy torpe al cuidar los regalos que me dan; a veces los pierdo o incluso se atrofian con algo. Se arrugan, se rompen, no lo sé... O simplemente se pierden. Sé que soy culpable y no tengo moral, pero me gustaría sentir que estas personas que tanto amo y ame, tratan cada día de conservar la limpieza, el bienestar y el sonido de aquellos discos que les regale con todo el cariño. Que más allá de lo material, perdure el recuerdo y el goce de recibirlo en sus manos y de poder llegar ansiosos a sus casas para oírlos por primera vez. Para acostarse en la cama, cerrar los ojos, cantar o simplemente limpiar mientras oyen el disco, como hago yo.

No sé si alguien llegó a esta parte del texto. Me preocupa en ocasiones pensar que estoy yendo demasiado lejos con cosas tan confidenciales como mis pensamientos diarios. Porque quien sabe cuánta gente me mirara con indiferencia al leer esto o quién sabe cuántas personas sientan lo que siento cuando escribo esto: melancolía, recuerdos y un calor acompañado de leve brisa, la cual indica que esta atardeciendo y es hora de fluir con la rutina.

Me despido de mi segunda carta, un extraño seguimiento de mis telas holgadas.

Sort:  

Siento que estoy hablando contigo en algún balcón, tomándonos un té. Es cuchi que nos cuentes tu vida así, simple sin escondites ni vueltas innecesarias.
Ten por seguro que la huella que dejamos en las personas no se olvida. Lo que sienten es lo único que recuerdan. Claro que, si tus palabras o regalos las marcaron, las recordarán sin importar el tiempo que pase :)
Saludos.

Interesante prosa Aida. Cada quien en su introspección constante y momentánea. Un saludo.

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