La lentitud (Libro): Milan Kundera y el demonio de la velocidad

in #acropolis5 years ago


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Milan Kundera, uno de los escritores de mayor renombre de las últimas décadas y candidato recurrente al Premio Nobel de Literatura, siempre tuvo el deseo de escribir una novela no seria. En La lentitud, su esposa Vera le dice “Me has dicho muchas veces que te gustaría un día escribir una novela en la que no hubiera una sola palabra seria”, tras lo cual le advierte “¡ve con cuidado! [...] La seriedad te protegía”. Ese proyecto del escritor checo presenta en La lentitud su primera versión y se cristaliza, años más tarde, en la que es, hasta ahora, su última novela, La fiesta de la insignificancia.
Sin embargo, escribir una novela no seria, no quiere decir escribir un libro absurdo o sin sentido, mucho menos inútil. La advertencia de Vera viene dada porque, como el autor ha escrito en varias de sus obras, el mundo ha olvidado reír, ha abandonado el humor y las bromas resultan peligrosas en los oídos de la incomprensión. Además, cualquier libro de Kundera conducirá al lector a territorios de seria reflexión e introspección respecto a diferentes cosas. En el caso de esta novela, publicada por primera vez en 1995, el tema principal nace de una preocupación del autor “¿Por qué habrá desaparecido el placer de la lentitud?”.

A partir de allí, Milan analiza las diferentes facetas de la lentitud y la velocidad y su relación con otros conceptos. Dice que “La velocidad es la forma de éxtasis que la revolución técnica ha brindado al hombre” y compara la velocidad incorporal del motociclista (o automovilista) con la lentitud del corredor que va a pie. Habla de niños que actúan como adultos, del cambio en el hotel al que acude con su esposa y que se ha transformado en apenas dos años, de los veloces coches por la carretera; todo es veloz. Denuncia que, hoy día, “Ningún acontecimiento es actual en toda su duración, sino tan sólo durante un período de tiempo muy breve”. La vida y la época llevan un ritmo vertiginoso que contamina, e incluso entorpece, la experiencia de vida del hombre. En una escena, desde el hotel, observa el río Sena junto a su esposa y ambos piensan “Es bonito, estamos deslumbrados, deseosos de dar un largo paseo. Minutos después aparece una carretera en la que circulan coches a toda velocidad; damos media vuelta y volvemos”. Es la velocidad la que les ha trastornado la pacífica contemplación del paisaje.

En una de las mejores partes de la novela, Kundera expresa en su sabiduría que “Hay un vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido” y cita dos ejemplos sencillos y prácticos que permiten aprehender el significado de sus palabras. El hombre que intenta recordar, afloja el paso, como si esa desaceleración le permitiera concentrarse mejor para evocar lo que, de momento, escapa a su memoria; por el contrario, quien desea olvidar, camina más rápido, quiere alejarse de un lugar, de una experiencia, de una escena que desea dejar atrás cuanto antes. Kundera lo resume diciendo que el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; y a su vez, el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido. Más adelante, hablando del “demonio de la velocidad”, el autor traslada el concepto a nuestra época para expresar, en principio, que nuestra época olvida porque es veloz. Luego, él mismo se corrige: nuestra época es veloz porque desea olvidar.

También relaciona la lentitud con el placer, con lo erótico. A través de algunos personajes, Kundera habla de prolongar el suspense, de “mantenerse el mayor tiempo posible en estado de excitación” para la maximización del placer sexual al momento de la entrega. Se trata de aprovechar la lentitud, dilatar el deseo, una práctica en desuso en estos tiempos veloces de encuentros efímeros y relaciones relámpago. Las referencias a velocidad y lentitud abundan en todo momento y las acciones de los personajes, quienes a veces son veloces y a veces lentos, adquieren un significado diferente, a la luz de las reflexiones del autor, quien dice que:

“Todos los gestos, además de su función práctica, poseen un significado que va más allá de la intención de aquellos que los ejecutan”.

Julie “Nada mucho más lentamente que Vincent”; mientras él se zambulle, ella baja prudentemente por la escalera. Esta oposición hace que la belleza de Julie, desnuda, temerosa, escape a Vincent, porque no se detiene a contemplarla. Pero luego de su encuentro sexual, que no fue lo esperado para ninguno de los dos, Julie “se tapa de prisa con su ropa en desorden y escapa corriendo”, mientras que “Vincent es más lento” y después, como desea olvidar esa noche, “siente una insaciable sed de velocidad”. Otro personaje, al subir a un estrado, en medio de una ovación, “…se siente célebre y desea que el recorrido hasta su silla sea largo y no acabe nunca”. ¿Acaso no buscamos prolongar los momentos felices, de gloria? y por otro lado ¿acaso no deseamos que las humillaciones, los dolores, nos abandonen rápidamente ?

Frases como “ha acelerado el paso” o “con la lentitud suficiente para que él pueda seguirla” y otras equivalentes, van marcando la pauta de las motivaciones, reacciones y acciones de los personajes de una novela que también habla de la gloria, el poder, la política, la izquierda, la desnudez, el erotismo y que hace converger en un mismo espacio, a los personajes de una narración del siglo XVIII, Point de lendemain de Vivant Denon, un congreso de entomólogos y al propio Kundera junto a su esposa, quien, en varios momentos expresa “Este castillo está embrujado”, porque sueña y tiene pesadillas con los personajes que Kundera está escribiendo. En la escena final, Vincent se cruza con un caballero vestido de forma elegante, pero anticuada. Se trata de un personaje de Denon. El primero monta su motocicleta y el otro una calesa, representando los contrarios predominantes en el libro, velocidad y lentitud.

Una obra que a pesar de su brevedad, apenas 168 páginas, no se lee de un tirón. Y no porque resulte pesada o aburrida, sino porque las reflexiones de Kundera obligan al lector a aflojar el paso de su lectura, a pensar, a realizar introspecciones respecto a lo que va descubriendo en la novela, para dilatar la experiencia y el placer de la lectura. Anque velocidad y lentitud son los ejes sobre los que gira la historia, otras obsesiones literarias de Kundera están presentes también en esta obra. Tal es el caso del olvido, la memoria, el humor y el amor, entre otros. Una de las últimas novelas del autor, posterior a su gran obra, La insoportable levedad del ser; y previa a otras no menores como lo son La identidad y La ignorancia y que deja de manifiesto por qué Milan Kundera ha sido un referente contemporáneo de calidad literaria y reflexión filosófica.

Reseñado por @cristiancaicedo para




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