Sabina: el enigma de una guerrera. (Novela: página 7).

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• El autor de esta novela hace acto de presencia en el texto como narrador omnisciente presentando a la protagonista.

El leitmovit de esta novela surgió hace ya muchos años, tantos que aún lo recuerdo con claridad, toda vez que forma ya parte de mi imaginación más que de un recuerdo. Yo, hipotético escritor, creo más en las posibilidades ficcionales que en la realidad. Eso es así porque tengo pésima memoria y mucho rasgo de locura. Constantemente pienso, no sé si exista.

Observé por enésima vez (algunos dirían que por primera vez, solo que en mi caso el tiempo espacio se vuelve superfluo), a esa intrigante mujer. Me impactó no su belleza sino su actitud. La misma que refleja con ese insistente (¿o será un tic nervioso?), arqueo de la ceja derecha. Muestra siempre, tal vez de manera inconsciente, un rasgo de altivez.

Lo que observé fue, un símil con la “virgulilla” que va encima de la letra que distingue al español, si, esa, la letra ñ. esa ceja simplemente me abrió un campo de posibilidades para crear historias. De hecho, cada vez que observo en mi imaginación ese arqueo de sus cejas, empiezo a escribir, es parte de mi ritual y ella es mi musa.

Por ese motivo (en la parte real, esa que forma parte de mis vagos recuerdos), Sabina y un servidor solíamos caminar. De qué hablábamos, no lo recuerdo. Por eso es que estoy escribiendo esta novela, para darle vida a las hipotéticas conversaciones y, sobre todo, para tratar de resolver el enigma de sus cejas y su historia personal como una guerrera que venció muchos obstáculos.

A diferencia de las 500 hojas del manuscrito de Sebastián, las mías si tienen caracteres.