La representación surrealista de la exhumación de Salvador Dalí.

En estos últimos días ha surgido la noticia de que a Salvador Dalí, lo exhumaron por cuestiones de demanda de paternidad de parte de una mujer. De ello podemos encontrar mucha información en la proliferación de notas periodísticas al respecto. Lo más rescatable y para algunos parece “inaudito” es la anécdota de que se conserva el bigote de Dalí.

La verdad es que es parte de la situación surrealista que vivió en su obra (por cierto, difícil separar la vida y obra “daliliana”; ambas son lo mismo), y al parecer, después de la muerte (de una parte de su obra, su vida misma), pues se manifiesta un evento que raya en el surrealismo. El hecho de que se conserve su característico bigote da muestra de algo.

Ese algo es el hecho de que Dalí, se niega a morir. Ese es el mensaje que se percibe desde una perspectiva surrealista. Y no es un mero reduccionismo el afirmar que su bigote representa la totalidad de lo que en vida fue: un cuerpo que destinaba como una herramienta de arte y al mismo tiempo una pintura viviente, arrogante y mordaz; como las propias pinturas.

Dalí es Dalí, nos recuerda a todos. Dalí no es sólo historia, es presente. Su ausencia corpórea es la confirmación de que perteneció a este mundo al que inventó (sí, he escrito bien, no es reinventó sino inventó, porque se creyó un Dios y con la voracidad y soberbia creo al mundo al primer día); y su firma quedó manifiesta en su intacto bigote.

Espero hayan disfrutado de esta lectura y como diré en cada artículo, espero genuinamente sus comentarios y votos. Eso me retroalimenta.

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