Fin de semana de lectura: novela sobre la obra de Velázquez y su espíritu “falsificador”.

Una pequeña aclaración antes de continuar con el artículo. Y va en relación con la idea de la falsificación. Se usa este término tal y como lo propone la novela que leeré este fin de semana: Velázquez era un “falsificador” porque pintaba sus cuadros y representaba una realidad, contradicción de la idea de que el arte no es fotografía. En otro sentido: porque, en la novela, un “experto” en arte le critica.

Sostiene ese personaje, según leo en la contraportada, que el pintor era un falsificador porque proyectaba una realidad social y cultural que estaba en constante cambio. No fue vanguardista, sin embargo, fue además de un excelso pintor, un hombre que por medio de sus cuadros invitaba a la reflexión colectiva. Me parece que la trama de la novela se sostendrá. Ya veremos. A leerlo este fin de semana.

Leerlo no para escapar de la realidad sino para continuar con mi hábito de la lectura. Leerlo para adentrarme en ese mundo que recrea el autor en un viaje entre la actualidad y Sevilla de los tiempos de Velázquez. Leerlo porque me intrigó la trama. Leerlo porque he decidido leerlo. Leerlo con el pleno conocimiento de que es ficción y no un estudio crítico de la obra de Velázquez.

Leerlo para después recurrir a ese mundo virtual que me ayuda a sortear ese impedimento que tengo por ver las obras frente a frete del pintor. Admirar y ver con nuevos ojos que son los mismos, en las galerías virtuales.

Esos cuadros que veré no son los que realmente están en las galerías, ¿o sí? ¿Es una representación digital de los cuadros originales? ¿Son ellos? ¿Por qué no puedo tocarlos (me percato de que en realidad toco la pantalla)? Lo sé, está prohibido tocar las obras.