Elaica XII. Cenontes, La Aguerrida


Ilustración



Elaica es una serie de relatos que se relacionan entre sí porque se desenvuelven en esta mítica y fantástica tierra. Cada relato es una historia distinta y a veces, una continuación.

Relatos anteriores:



Obras literarias originales realizadas por mí.



Cenontes, La Aguerrida

 
A diferencia de las otras ciudades que ya se estaban conformando, Cenontes no buscaba su independencia de Elam. Al principio fue construida como una ciudadela gigantesca para instruir a los soldados más osados en el arte de la guerra. Pero luego, por órdenes de Taitus, líder de la cuarta tribu de los hombres, se decidió convertirla en un recinto político-administrativo, militar y social, para que todos los miembros de su tribu tengan un espacio donde vivir. Taitus fue nombrado así mismo, por el rey de Elam, Nasirus; primer rey descendiente de Zaharán, como rey gobernante de Cenontes. De hecho, Taitus fue el único rey de las principales ciudades al que se le confirió este título de manera oficial por un rey de Elam.

Cenontes no buscaba su autonomía, a diferencia de Calirio, quien solo se fundó porque sus líderes buscaban poder ejercer hegemonía y ser reconocidos independientes. Cenontes no tenía ese objetivo. El objetivo de Taitus era fundar una ciudad que tuviese todos los elementos y factores para adiestrar a cualquier recluta en el arte de la guerra, porque fue en ese arte tan fiero y artístico donde la cuarta tribu más se destacó. Los guerreros de Cenontes eran tan habilidosos con las armas, que podían usarlas con avispada rapidez en cualquier situación de combate.

Los hombres eran entrenados la mayoría de las veces dentro de unas cuevas llamadas; «Accrail», que en lengua común se conoce como: «severo» o «severidad», dentro de éstas cuevas los aspirantes a soldados de Cenontes pasaban semanas comiendo, durmiendo, luchando contra criaturas carnívoras emanadas de las entrañas de la tierra hasta completar su periodo de entrenamiento, luego de completar este tiempo descanso volvían a aquellas cuevas, el entrenamiento requería un poderoso ímpetu de parte de los reclutados, tanto física y mentalmente, puesto que las pruebas estaban hechas para quebrantar el espíritu y hacerlo añicos.

Los maestros guerreros de Cenontes fueron también maestros guerreros de Elam, quienes instruyeron a los soldados de la Guardia Argentina, protectores de la ciudad, pero por supuesto, no con los mismos métodos. Al principio Cenontes era una ciudad pequeña, ya que su población no rebasaba siquiera los mil habitantes, pero, con el pasar de los años, la población comenzó a crecer rápidamente. Las personas de otros lugares eran inspiradas por la poderosa fuerza y espíritu de valentía que los líderes guerreros y su rey emanaban.

La ciudad fue creciendo desmesuradamente, construyendo nuevas casas al pie de sus muros, nuevos mercados, nuevas academias que empezaron siendo pequeñas, hasta convertirse en lugares reconocidos. Y, para proteger estos edificios, se crearon nuevos muros alrededor y así fue como la ciudad se fue expandiendo.

Cenontes se encontraba mucho más al norte de Calirio, en una zona escabrosa llena de caminos empinados. Su paisaje comprendía dos tipos de rocas, unas negras y puntiagudas, como pináculos pequeños, y otras ovaladas y enormes de colores blanco y gris. Penetrar en su territorio era hasta peligroso, solo las carretas de los habitantes de esta ciudad conocían el camino más sencillo para ir y venir sin ningún problema, ya sea con caballos o carretas. Dicho camino, se utilizaba también para el tránsito de caravanas comerciales con otras ciudades.

A pesar de su monarquía, Cenontes estaba también dominada por cinco nobles guerreros, los que demostraron mayor poder para la guerra y también los más opulentos en riquezas materiales. Se dividían como alcaldes regentes de los cinco distritos de la ciudad. Demostraban frialdad entre ellos, pero docilidad ante su rey, ya que el objetivo de aquellos aristócratas militares era el de ocupar el trono, puesto que sabían, que se acercaba la hora de la sucesión. Taitus era un rey solitario, nunca se casó ni dejó descendencia, los motivos de tal razón, son más claros que las aguas de los estanques de Sadmente.

Taitus no sentía interés por la carne de las féminas, sino por las carnes masculinas. En Elaica, las homosexualidad era muy común, tanto así, que este estilo de vida era visto tan normal como ver una pareja de hombre y mujer junta. Sin embargo, esto en un rey, era mucho más complicado. Los reyes en Elaica representaban a todos los elementos buenos de la humanidad conjugados en dos partes; una masculina y otra femenina, es por esto, que la figura de rey y reina era tan necesaria para el imaginario de las masas como para el linaje real que gobernaría por siglos. Cuando la cuarta tribu se desenvolvió por Elaica, Taitus demostró fiero liderazgo para proseguir en las inhóspitas tierras que recorrían. Gracias a la cuarta tribu, y a la valentía de Taitus, todas las tribus sobrevivieron a los peligros que correteaban por la sagrada tierra de Elam venidos de Ururthur.

En aquellos días de supervivencia, Taitus luchó junto a otro guerrero tan valeroso como él del cual se enamoró. Bricsón se llamaba, el terror de las cuchillas le decían. Tuvieron un romance que duró hasta que Elam fue terminada, la causa de ello fue, que Bricsón murió a causa de una desconocida enfermedad que contrajo luchando contra las arañas gigantes que creaban sus nidos al sur de Elam. Después de su muerte, Taitus quedó devastado, pero reprimió su dolor por el bien de su tribu. Pero aquél dolor se acumulaba hasta hacerse insostenible, y mezclado con la soledad, comenzó a provocar estragos.

A medida que el tiempo pasaba, el gran rey de Cenontes se deterioraba, hasta que llegó el día en que enfermó gravemente y murió consumido por la pena. Al no nombrar un heredero o sucesor, entre sus cinco lugartenientes, éstos comenzaron una guerra de sucesión entre ellos, pero al no ver resultado alguno, decidieron dividir Cenontes en cinco partes distintas. Construyeron sus castillos y fortalezas en zonas aledañas a la ciudad, y desde entonces, Cenontes no tuvo reyes sino soberanos señores que la gobernaban y sus familias.

Esto no impidió que Cenontes se relacionara eficazmente con las otras ciudades de Elaica. Los cinco señores de la ciudad, aprendieron a convivir pacíficamente, aunque de vez en cuando había leves disputas, las reparaban con el diálogo, algo que aprendieron de La Sabia Calirio, cumbre de la razón de la humanidad. Cada uno de ellos se ocupaba de un asunto en particular, y gracias a ello, Cenontes creció prospera siendo un escudo de protección y poderío militar para Elam y el resto de las ciudades de Elaica.





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Valgame!

Hombres acuerpados, duros, recios, machos vernáculos y no tenían interés sexual por las féminas.... he quedado cucú.

Por eso no me gustan los musculudos.

Ja ja ja ja, siempre es quien tu menos crees a cualquiera deja cucú.

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