Nuestro efecto mariposa | Relato + reflexión

Gabriel se había levantado con una resaca del demonio. El dolor de cabeza que se mantenía aferrado a su sistema era insostenible. Lo que empezó como un pequeño trago terminó en dos botellas y media del alcohol más fuerte de la licorería. Era martes y ahí se encontraba, bebiendo. Lo único que lo mantenía en este mundo era la responsabilidad que le quedaba como padre. De alguna forma su pequeño se las arregló para entrar a su habitación y despertarlo con un par de estrujones. No se podía mantener sobre su propio eje, el enrojecido de sus ojos era evidente, pero aún así batallaba por cumplir sus compromisos.

Una ducha no fue suficiente, tuvo que darse dos. Cepilló su boca tan fuerte como pudo hasta apaciguar el olor a alcohol. Vistió con algo elegante para aparecerse luego en el trabajo y ayudó a su muchacho a meterse en el uniforme escolar. Este último lo veía con una cara de preocupación. Gabriel se impresionó cuando el pequeño le sugirió que quizá era mejor quedarse en casa y descansar. Fuera de sí, le respondió que de ninguna manera se zafaría de ir al colegio. No lo tranquilizó del todo.

Antes de salir de la habitación, tuvo que devolverse en tiempo récord para lograr depositar el liquido de vomito en el baño. El sabor seco del whisky se esparció por la garganta logrando que botara una nueva ronda de vomito. Sudaba a más no poder y tuvo que echarse agua en el rostro para componerse. Ajustó su corbata y consiguió a su hijo en la puerta observándolo. Pese a las protestas, a la negativa de su pequeño, se montaron en vehículo. Gabriel había tomado una decisión. Cumpliría con sus obligaciones, nadie lo llamaría mal padre.

Los primeros minutos de manejo transcurrieron como siempre. Se mantenía en un ritmo constante hasta que en una calle de muchas curvas no logró visualizar el auto que se le atravesó. Si estuviera en las condiciones estables para mover el volante hacia un lado, hubiera esquivado el vehículo, pero no lo estaba. Gabriel creyó que lo más difícil había pasado cuando despertó en el auto ensangrentado, pero en realidad había comenzado cuando notó el cuerpo de su muchacho a través del vidrio frontal. Muerto.

Había olvidado colocarle el cinturón de seguridad.

Al efecto mariposa se le atribuye una peculiar teoría que afirma que cada acto que hagamos, por más pequeño que sea, tiene consecuencias sobre el mundo, nosotros y las personas que nos rodean. A veces creemos que nos la sabemos todas, que no debemos preocuparnos más de lo necesario porque tenemos razón. El no preocuparse por las repercusiones que tienen nuestras acciones por muy pequeña que sean es un error grave. Hay que detenerse a pensar por un momento, analizar la situación, y buscar las mejores opciones. Decisiones hechas a través de un estado en el que no eres consciente es lo peor que podemos hacer. No solo ponemos nuestra vida en juego, sino la de quien nos rodea. "Algo tan simple como un pedazo de cigarro es capaz de encender todo un bosque, o un aleteo de mariposa en Hong Kong un huracán en New York."Todos tenemos nuestro propio efecto mariposa que podemos evitar. No esperes el aleteo para cambiar.