Los que sí son bienvenidos lo quiera o no, son los recuerdos que llegan a cada rato para alborotar mi nostalgia y hacer que se cuele alguna lágrima o se escape alguna sonrisa cómplice, que disfruta también de lo que evoca el corazón.

Algunas personas gracias a su forma de ser, su legado y enseñanzas se convierten en pilares fundamentales que engranan a los demás miembros de la familia. Su presencia es motivo de alegría de unión y compartir. No es que los otros familiares no sean importantes ni mucho menos, pero estas personas poseen un no sé qué que las hace especiales.

Cuando inevitablemente se marchan y viajan a otro plano, dejan en quiénes les amaron una sensación extraña de no saber qué hacer, es como una nueva tarea que no entendemos como realizar. Poco a poco se va comprendiendo que lo que hay que hacer es aprender a vivir sin ellos pero con sus recuerdos, y es entonces cuando nos damos cuenta de que el tiempo ha pasado y la vida ha cambiado, que ya nada será lo mismo pero que gracias a sus enseñanzas nos seguiremos enfrentando a lo cotidiano, intentando ver lo hermoso y disfrutar de cada día.

Hay una canción que escuché interpretada por Mercedes Sosa (La negra), que se llama “Canción de las simples cosas” donde indica que la vida sigue, el tiempo pasa y las cosas cambian, que cuando volvemos a los viejos sitios donde amamos la vida, nos damos cuenta cómo están de ausentes las cosas queridas y que lo que dejamos ya ha cambiado. Nos pide que cuando marchemos no soñemos con el regreso, que el amor es simple y por eso lo devora el tiempo.

Quizás eso es lo que más duele, el saber que al volver a esos viejos sitios donde se amó la vida, ya no será lo mismo porque no están esos seres amados que hacían maravillosos esos lugares.

Yo tengo en el cielo estrellas que una vez brillaron en la tierra, pero tuvieron que apagarse aquí para mostrar sus destellos allá. Y desde que brillan desde allá arriba, he tratado de recordarles con el amor más grande, les honro y les amo.

Cuando evoco mis 38 años de vida siempre están presentes en alguna anécdota, enseñanza o historia familiar y me gusta porque de ellas mucho aprendí y disfruté. A la familia hay que disfrutarla.

Dentro de pocos días se cumplirá un año de la despedida de una de esas hermosas estrellas y mis sentimientos, emociones y recuerdos están a flor de piel. Se reviven las horas del año pasado y la mente se empeña en viajar visitando momentos lejanos para rebuscar en los rincones escondidos de la memoria algún resquicio del aroma familiar, las deliciosas sonrisas o el calor de sus agradables abrazos.