Su escritura impactó porque rompía moldes tanto en lo espacial como temporal, de hecho, su obra ha sido catalogada como surrealistas, donde se entremezcla lo real con lo imaginario, no desde los planos físicos, sino más bien, en el mundo interior de sus personajes.

Leyendo el cuento “Orientación de los gatos”, no pude dejar de relacionar al personaje con el autor, vi en el personaje un componente neurótico y ya había leído en alguna oportunidad que Cortázar en su juventud había padecido de un episodio neurótico, del tipo obsesivo-compulsivo. A modo de ejemplo tomé algunos fragmentos del cuento y hago una breve interpretación de los mismos:

Es extraño, aunque he renunciado a entrar de lleno en el mundo de Osiris, mi amor por Alana no acepta esa llaneza de cosa concluida, de pareja para siempre, de vida sin secretos. Detrás de esos ojos azules hay más, en el fondo de las palabras y los gemidos y los silencios alienta otro reino, respira otra Alana.

Osiris es un gato, el gato de Alana. El personaje en este segundo párrafo ya comienza a mostrar su obsesión por descubrir un mundo más interno de Alana, su convicción de que hay algo más de ella, que él no puede ver, algo que le es imperativo descubrir, develar y que no tiene que ver con el amor que siente hacia ella.

A mi manera me obstino en comprender, en descubrir; la observo pero sin espiarla; la sigo pero sin desconfiar; amo una maravillosa estatua mutilada; un texto no terminado, un fragmento de cielo inscrito en la ventana de la vida. Sentí que la pintura la llevaba más allá de sí misma para ese único espectador que podía medir la instantánea metamorfosis nunca repetida, la entrevisión de Alana en Alana.

Las palabras que describen la acción del personaje son muy significativas, éstas reflejan su angustia y obsesión: me obstino, descubrir, la observo, la sigo y esa búsqueda incansable de encontrar en Alana la faltante, la otra Alana.

Hasta entonces todo había sido un vago anuncio, Alana en la música, Alana frente a Rembrandt. Pero ahora mi esperanza empezaba a cumplirse casi insoportablemente, desde nuestra llegada Alana se había dado a las pinturas con una atroz inocencia de camaleón, pasando de un estado a otro sin saber que un espectador agazapado acechaba en su actitud, en la inclinación de su cabeza, en el movimiento de sus manos o sus labios el cromatismo interior que la recorría hasta mostrarla otra, allí donde la otra era siempre Alana sumándose a Alana.

A través de diversas actividades: el escuchar música, observar pinturas, el personaje siente que el mundo interno de Alana se abre, va descubriendo a la otra Alana, la que está más allá de la que se muestra, la que subyace y se transforma. En su pensamiento insistente hay dos, o más de dos.

De alguna manera sentí que el triángulo se había roto, cuando Alana volvió hacia mí la cabeza el triángulo ya no existía, ella había ido al cuadro pero no estaba de vuelta, seguía del lado del gato mirando más allá de la ventana donde nadie podía ver lo que ellos veían, lo que solamente Alana y Osiris veían cada vez que me miraban de frente.

Con éste párrafo, final del cuento, el personaje vuelve al punto inicial. Alana, nuevamente se le ha disuelto. La triangulación: cuadro-Alana- él, que le había permitido entrever a la otra Alana, estaba roto. Así que la búsqueda incesante y obstinada continúa su ciclo.

Esta actividad corresponde al ejercicio asignado por la profesora @marlenyaragua, en el contexto del Taller de #Ortografia y Redaccion por el canal @reveur. La segunda parte del ejercicio es crear un cuento tomando algún aspecto del autor trabajado, en este caso: Julio Cortázar.
 

Hacía rato que lo esperaba, siempre, en esas largas horas le entraba la angustia, lo sabía perdido entre la gente que lo adulaba. Mujeres de miradas indiscretas, frontales, retadoras y llenas de gracia, eso lo alimentaba, el sentirse titiritero en su circo particular.

Ella mirando al vacío, el vacío que la va cercando, arrinconando. Anulada en su mundo y por su mundo, pensar en él le da nauseas, siente que suda y le da asco. Va al baño, pasea con sus ojos el espacio, sabe que lo limpió hace veinte minutos o tal vez cuarenta, el tiempo se ha escapado.

Se vuelve a bañar y limpia nuevamente su baño, ya no se atreve a usarlo, le da grima. Ve y siente esos monstruos que nadie quiere ver, sin embargo, ella los ve desplazarse con inmensa lentitud, como van cubriendo todo queriendo alcanzarla.

Él trajo al hogar ese mundo sucio, lo infectó todo. Piensa ─quiere infectarme a mí, no quiero que toque mi cama. A veces, cuando lo mira, solo ve una mancha llena de mugre, de residuos, de seres que lo cubren en su suciedad.

El amor, dónde está el amor, también se lo lavó del cuerpo, del alma.

Oye sus pasos, rápidamente, apaga la luz y cierra los ojos, esa noche no quiere ver la mancha que es.

Voy a abrir la puerta de mi casa, que no es hogar, es como entrar a un museo de piezas embalsamadas. Todo en su lugar, nada fuera de lugar. Es un espacio sin vida.

Ella le quitó la vida, se la tragó, la despojó de calor, de color, de sonidos.

Me aprisiona el aire espeso que con su vaho de químicos agresivos se cuela por cada espacio, por cada rincón, me invade, me impregna. Debo escapar.

Me muevo sigiloso, se que esta despierta, vigilante, finge que duerme, que respira, que vive.

Me acuesto, simulo que duermo.

Se levanta y limpia mis pasos, mis huellas Necesita su museo.

Dónde se perdió, cuando se fue.

Actividad realizada en el marco del Taller de Ortografía y Redacción, llevado por la profesora @marlenyaragua en el canal@reveur

Ven y participa, los lunes 7 pm -Hora Venezuela(11pm UTC)

Gracias por visitar y comentar

Imágenes 1 2 3

 

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