La joven de la sangre de oro (XXIV)

vickaboleyn (65)in #spanish • 7 years ago (edited)

Cristina y Draugr nuevamente se veían cara a cara, solo que esa vez él se presentaba ante ella en su forma humana. Lo único que delataban al cronoata sobre su identidad eran sus ojos, rojos como rubíes en bruto, mismos que la miraban con un deseo que él creía haberse extinguido en su corazón hace más de mil años.

La joven se echó hacia atrás; su mente empezó a trabajar con rapidez. Necesitaba buscar la forma de salir del baño y dar la voz de alarma a los dragones y a su abuela, quienes dormían profundamente en el cuarto. Draugr, notando el miedo en su mirada, murmuró:

-No temas. Vine en son de paz.

-No te creo, cronoata.

-Aellia...

-No soy Aellia -le cortó la joven mujer -. Me llamo Cristina.

Craso error el que acababa de cometer. "Vaya, Cristina, acabas de meter la pata. Otra vez", se reprochó a sí misma con frustración. Draugr, sonriente, quiso acariciar el rostro de la chica; ésta apartó su mano con brusquedad y le dijo:

-No. Me. Toques.

El cronoata rió y exclamó:

-¡Eres exactamente como ella! Física y mentalmente.

-Pues creo que ella fue inteligente para dejarte -intervino una voz masculina.

Draugr se volvió. Ivar y sus hermanos estaban ahí, mirándole desafiante y en postura de combate. Cristina, aprovechando la distracción, corrió hacia ellos. Draugr trató de ir por ella, pero una pared de cadenas de hierro candente se levantó del suelo, separándolo de ellos. A través de ella, pudo percibir una energía sobrecogedora demasiado familiar.

-Teresa Herkonos -murmuró con desprecio.

-¡Oh, Draugr, qué alegría verte! -replicó la anciana con sarcasmo.

Pasando su mirada hacia Cristina, quien estaba escudada por Caronte, declaró con firmeza:

-Serás mía, Cristina. ¡Mía y de nadie más!

-Eso ya lo veremos -replicó Teresa con fiereza.

Dicho eso, una nube de humo invadió su cuerpo, desapareciendo ante los ojos de los presentes. Teresa, volviéndose hacia Cristina, añadió:

-Conoce y vencerás, decían mis abuelos.

Cristina suspiró mientras que Caronte le preguntó:

-¿Estás bien?

-No del todo... No del todo.