Otra noche se acerca, las tinieblas abordan el lugar, el cielo se nubla avisando la proximidad de un torrencial aguacero, cae la tarde, el desamparo se siente, la mujer en medio de truenos y relámpagos enciende las luces, se asegura en el encierro de su refugio, su casa. Se pone su indumentaria para sosegarse en su tálamo, enciende el televisor se instala dispuesta a distraerse un poco y dejar de lado aunque sea por instantes su desconsolada y solitaria realidad ,cuando de pronto un vertiginoso chaparrón arrolla los techos de los pobladores de la zona, trayendo con él el sonido fuerte del turbión en las afueras del lugar, interiormente pequeñas gotas chocan el piso inundando parte de la vivienda, la penumbra envuelve todo el lugar, sorprendida por la repentina tenebrosidad se levanta dando tumbos al vacío, llevándose todo por delante, aquel fuerte temporal había traído como consecuencia un apagón, se había ido la energía eléctrica, desvaneciendo toda señal de comunicación.

     Una nueva circunstancia agobia la paz de aquella mamá quien aparte de de estar afligida por la separación de sus hijos sobrelleva los embates de lo que significa enfrentar su existencia solitaria. Otra noche estremecedora llega, mientras el sueño se desvanece y el insomnio se apodera de ella, sin tener la posibilidad de comunicarse con nadie pues lo ocurrido no le permite ni siquiera llamar a sus familiares más cercanos, las líneas telefónicas se caen y su teléfono se descarga, perturbada por el entorno sombrío y deseando la claridad de un nuevo día recurre a lo único que le devuelve la serenidad como siempre, a la oración en busca de consuelo y compañía de su Dios.