NARRATIVA "ASI FUE" SEGUNDA PARTE

in #spanish7 years ago (edited)

Entusiasmada comenzó los preparativos ante el silencio y la eterna mirada vigilante pero disimulada de mi madre.
Hizo en simple cartulina manuscrita las invitaciones y las repartió personalmente por todo el pueblo. Fue y habló con el sacerdote en la Iglesia y se pusieron de acuerdo en el sentido de que ella iría de madrina mia y mi madre-que aún no lo sabía- de Calixto. La ceremonia sería a las cinco y solo faltaba definir mi nombre, cosa que yo esperaba con ansia. En la sacristía le tomaron los datos y pagó lo correspondiente a bautizo y medio ya que el padre le hizo una rebaja por ser dos.
Feliz compró la tela para los trajes y desvelándose-pues no podía descuidar sus deberes en la casa- los hizo y le quedaron muy bonitos lo que íntimamente mi madre tuvo que aceptar.
Dos días antes de la fiesta mi hermana preparó con piedras y leña varios sitios en el corral donde haría los guisos y sopas para la merienda. Ya tenía todos los ingredientes en casa. Ese mismo día a la hora de la merienda, le propuso a mi madre que fuera de madrina de Calixto. "Por supuesto que no Fátima, yo no vuelvo a poner un pie en ese lugar ni aún muerta, asi es que olvídalo" "Está bien mamá, será lo que tu digas"
A mi madre le trono un petardo en la panza ¿Que diablos le pasaba a esa tarada? ¿Porque se quedaba tan tranquila como si nada? ¿Acaso le importaba un pito si ella iba o no? ¿ A quién pensaba invitar en lugar de ella?
Con la cabeza agachada, la mirada fija en el plato y moviendo la mandíbula masticando un bocado que nunca se había metido en la boca, cavilaba. "Por lo que veo-dijo sin levantar la mirada- te vale que yo vaya o no a esa cosa Fátima" "Por supuesto que no madre-contestó mi hermana- me duele en el alma que no quieras ir de madrina de mi niño. El padrecito me dijo que escogiera a la persona que mas quisiera en el mundo, a la que le tuviera mas confianza, a la que conociera como la mas seria y responsable para tener la seguridad de que siempre bajo su cuidado y con sus consejos mi niño crecería sano y se haría un hombre de bien y Yo madre pensé luego luego en usted porque Yo no conozco a nadie mejor que usted."
¡Toma pelón tu coquito! pensé yo.
Mi madre carraspeó, tosió y luego con voz ahogada pidió un poco de agua pues se le había atorado el bocado que nunca se había metido en la boca.
Fátima habiendo terminado de comer su plato de frijoles dio un sorbo a su café y dijo " Doña Pila, Doña Luz, Doña Hortencia y hasta todos los señores cuando les di la invitación dijeron que se sentían muy halagados de que una persona como Tu se hubiera acordado de ellos y que les iba a dar mucho gusto verte y saludarte y luego venir a visitarte a ésta casa que ellos tanto respetaban y querían"
Mi madre se atragantó, yo no se con qué porque no traía nada en la boca, pero les juro que se atragantó. Abría los ojos enormes y saltones, se agarraba el cuello como si quisiera ahorcarse y la bocota enorme como si quisiera dar un gritote pero no salía ningún sonido. Fátima de inmediato se levantó y con un papel le empezó a echar aire y a soplarle en la cabeza como si la vieja tuviera mollera. Poco a poco se fue calmando y agarrando su color. Sin moverse de su lugar y sobándose el pecho como si quisiera bajar algo poco a poco se fue tranquilizando.
Ya me fregó ésta cabrona-pensaba- Ya me fregó pero me las va a pagar"
Habiéndose recuperado hizo a un lado el plato que ni había probado y tomó dos tragos de café. "Fíjate bien lo que te voy a decir Fátima, voy a ir a tu asuntito nada mas por ti y el niño. Por nadie más. A mi me importan un cacahuate las gentes del pueblo y si van o no van o si vienen a la casa o no. Que te quede claro que lo hago sólo por ti y tu muchacho y ya no quiero hablar del asunto"
A mi me dolió la pedradota porque ni siquiera me nombrópo pero por otra parte me dio gusto como se la fregó mi hermana. Si ya la quería y admiraba, ese dia se convirtió en mi ídolo. La vi como recogía sus trastes y dando media vuelta los llevó al fregadero aprecíándose en su cara una sonrisa que no era de satisfacción sino de un gusto amargo.
Mi madre tomó otro sorbo de café, se levantó en silencio y se fue a encerrar en su cuarto.
Maldecía en silencio a Fátima por haberla obligado a ir de madrina. Todavía no entendía como lo había conseguido, pero eso, eso se lo iba a pagar. Ni pensara que se iba a quedar con el golpe y sin respuesta. Era claro para ella, que no era tanto si ir o no ir a la Iglesia sino la humillación de que la había hecho objeto mi hermana..
Por su parte Fátima tarareaba al lavar los trastes. Estaba feliz porque a pesar de todo las cosas iban bien. Se sentía dichosa por el coraje que le había clavado a mi madre. Sabía que no se podía negar si se enteraba que el pueblo iba a ir a la casa pues siempre había sido importante para ella el que dirán aunque dijera otra cosa. Ella la conocía muy bien. Por lo pronto-pensaba- está pagando una de las que debe.

Terminó de lavar y en poco tiempo todos estabamos dormidos. Todo estaba preparado para el día siguiente.
Como era de esperarse, mi hermana se levantó de madrugada y rápido en el corral prendió las lumbradas donde cocería los alimentos de la merienda., Mientras agarraban buen fuego se metió a la cocina a dar los últimos toques a la comida y en seguida buscó bajo el fregadero las ollas para llevarlos afuera.
Corrió la cortinita y se sorprendió al no encontrar ninguna olla ni cazuela. Fué al trastero y tampoco. Abrió cajas donde teníoan trastes y nada.
Las lágrimas em pezaron a correr por dsu rostro y en el pecho a crecer un coraje inmenso. No podía creer que existiera tanta maldad.
Mientras la leña comenzaba a consumirse, llena de furia fue a buscar a mi madre. Tocó y tocó a la puerta y nadie contestaba, trató de abrir y entonces se dio cuenta de que estaba cerrado con llave.
Gritó como yo nunca la había oido recargada de espalda en la puerta se fue deslizando hasta quedar sentada con la cara entre las manos y a grito pelón.
Un rato estuvo asi y de repente se detuvo. Alkgo se le había ocurrido.
Mi madre en la noche había decidido que hacer. Ella se había comprometido por las mañas de smi haermana a ir de madrina acudiendo a un sitio con el que estaba peleada y cumpliría. Nadie podría decir que no lo había hecho. Pero de eso a que también utilizrían su casa, sus muebles y sus ollasa había una gran diferencia. Ella no se había comprometido a eso, de tal modo que durante la noche y sin hacer ruido, recogió todas sus ollas y cazuelas y las metió en su cuarto.
Muy temprano se levantó, cerró con llave su cuarto y se largó a la placita donde los Sábados y Domingos ponían un pequeño puesto de juego de loteria. ya hafce tiempo que me merezco una distracción y esta es una muy sana,-quién sabe- se decía- a lo mejor gano. Llegó y se sentpo en una banca y esperó cuatro horas a que llegara la gente del juego pues empezaba a las 9 de la mañana.
Fátima se levantó, se dio de cachetadas y se pellizcó los cachetes, se medio arregló el pelo y salió a ver a sus vecinas.
Doña Hilaria, una anciana que vivía sóla respondió al llamado de mi hermana llevándose tremendo susto al verla en aquellas condiciones. Mi hermana le relató su desgracia y de inmediato enterada coomo estaba del compromiso que se tenía por la tarde, le ofreció sus cazuelas y ollas-pero me las devuelves luego,le dijo- y si quieres yo te ayudo en lo que pueda.
NMi hermana le agradeció, la brazó, le beso las manos y la pobre vieja turbada empezó a llorar y a maldecir a la bestia de Sanjuana.
Acto seguido ambas fueron con las vecinas del otro lado.
Doña Maruca reaccionó igual -Si ya decía yo que los gritotes que se escuchan| no eran de gusto, algo anda mal en esa casa les dije a mis hijas- y no conforme con prestarle mas ollas y cazuelas les habló a sus tres hijas para que le ayudaran a mi hermana a preparar las cosas.
Fátima cambió de humor.
La palma, el sol, el apache, la luna LOTERIA, LOTERIA gritaba mi madre y Doña Lencha la del puesto le hacía llegar diez pesotes por haber ganado.
Ese Sábado de juego fue comentado en el pu8eblo durante mucho tiempo.
La vieja por quién sabe que artes ganaba y ganaba. Ganó todos los juegos que fueron un montón, bastante mas de lo habitual porque los curiosos y mirones entusiasmados por la suerte de Sanjuana pedían otro y otro pa ver si ganaba o perdía, pero seguía ganando. Tiene un pacto con el diablo-comentó alguien-
No sea envidiosa-le contestaron- lo que pasa es que hoy la trae de buenas.
Adió ¿tanto?-insistía la criticona- pa mi que ésta hizo "algo"
Y asaí con unos a favor y otros en contra pero todos metidos en el juego el tiempo se fue como agua y no fue sino hasta que la cxam´pana de la Iglesia dio primera pa los bautizos que reaccionando dejó de jugar dejando picados a mas de uno.
Doña Lencha estaba feliz. Era cierto que Sanjena había ganado bastante, sin embargo, ella había ganado más pues muchos le entraron al juego nomás pa ver si le ganaban a la vieja y dejaban en la mesa su dinero la mayor parte del cual era para la dueña del taniche. "

"Que pena que se tenga que ir Sanjuana, pero ya sabe que aqui estamos pa lo que se ofrezca. Mañana la esperamos"
"No sé si pueda acompañarlos-contestó mi madre- porque cuidar a la tonta de Fátima, a los dos escuincles y aparte atender la casa no me deja mucho tiempo, pero seguro en otra ocasión nos vemos".- Se levantó con una sonrisa despidiéndose en general de los presentes y caminó rumbo a la Iglesia. Se había aventado aplastada cuatro horas esperando a que pusieran el puesto y luego siete horas jugando y ganando, por eso cuando se fue todos se le quedaron viendo a ver si le quedaban nachas o si no se le había borrado la raya. Nunca me dijeron que.
Pronto dieron segunda y Fátima nos vistió y arregló pal bautizo.
El viejerío que le ayudó ya se habían ido a arreglar. Por nada se perderían aquello. Fátima nos llevó a la Iglesia.
Con Calixto en brazos y todo de blanco con una garra que llamaban ropón y yo a pie caminando despacito pues apenas había dado mis primeros pasos llegamos antes de que dieran tercera.
Mi madre esperaba afuera seca y seria como era pero en sus ojos se disimulaba una burla que la llenaba de gusto.
"Ya todos listos? preguntó con una sonrisa.
"Listos mamá" contestó mi hermana con una sonrisa también. Eso descontroló a mi madre. Ella esperaba todo menos eso. No sabía que pensar sin embargo haciéndose la inocente se agachó y me tomó levantándome en brazos y penetrando a la Iglesia. Fátima la siguió sonriendo.
Poco después se escuchó la tercera llamad y apareció el padre Próculo(cuyo nombre era motivo de muchas bromas y decires) chaparrito, gordo y con la cara suave como de bebe. Junto con él fueron llegando algunos de los invitados quienes se alinearon detrás de nosotros.
A pesar de que se trataba de ceremonias colectivas a nosotros nos tocó solos ya que ese día no bautizaron a nadie mas.
Doña Hilaria y Doña Maruca muy bañadas y perfumadas se colocaron atrasito de Fátima y no le quitaron el ojo de encima a mi madre quién al darse cuenta empezó a incomodarse.
Acerquen a los niños los padrinos-dijo el padre Próculo(cuyo nombre no volveré a repátir porque se oye muy feo). Ya en la pila bautismal nos rezaron, casi nos encueran para embarrarnos cebo en varias partes, casi nos queman con una vela encendida y por último pa rematar nos mojaron las cabezas.
Calixto chilló y yo me resistí lo que pude pero al último las fuerzas de los grandes eran mayores y me ganaron.
Finalmente Calixto salió llamándose Calixto y yo por fin tuve nombre, ¡Prócoro!
Recuerdo muy bien que cuando mi madre le dio el nombre al padrecito éste volteó y le preguntó ¿Prócoro?. Si padre asi como suena-contestó ella- el padre se encogió de hombros y me dio el baño. Yo en ese entonces no sabía si estaba bien o mal, si era bonito o feo, lo que me importaba era que al fin ya tenía una forma de identificación.
Salimos y como siempre se hizo la bola para el bolo. Fátima lanzó al aire algunas monedas de bajo valor y se hizo la pelotera momento´que aprovechamos para alejarnos haciéndonos los simpaticos. Aún asi, no faltó el que gritó de que el niño iba a salir pedorro, característica que no me tocó a mí sino a mi sobrino.
En el camino mi hermana se pavoneaba. Reía abiertamente y mostraba un rostro luminoso y lleno de dicha, hechos todos que volvían loca a mi madre que no atinaba a pensar una razón valedera para ello. Se esperaria una reacción de enojo, de coraje, de sentimiento, pero en cambio.
Doña Hilaria y Doña Maruca cócoras como todas las viejas se emparejaron con ella."Ya me saboreo-dijo Doña Maruca- el asado que tanta fama le ha dado en el pueblo Sanjua. Nos dijo Fátima que le había quedado bien rico" "Y yo el champurrado-añadió Doña Hilaria ya supe que hasta canelita le puso"
La pobre de mi madre no sabía que hacer, se agachaba, sonreía a lo menso o se hacía taruga porque no acababa de entender que pasaba. Decidió acelerar el paso y a mi que me llevaba de la mano casi me arrastró para llegar cuanto antes a la casa. Allá otro gallo cantaría.
En efecto, llegamos primero mientras Fátima codeándose con las hijas de Doña Maruca se reían y hablaban entre ellas. Mi madre nomás las veía.
Cuando entramos mi mamá tuvo que agarrarse de una silla pa no caerse de la impresión que se llevó de como estaba la casa.
Impecable, lustrosa, todo en orden y en forma increíble la mesa de la cocina llena ollas y cazuelas con comida aún calientita y de sabrosos olores. Un montón de platos, vasos y cubiertos pa los invitados y hasta dos paquetes de servilletas pa que se limpiaran el hocico cuando acabaran. Había refrescos y aguas frescas pero ni una gota de vino o cerveza. A mi madre le dio un váhido. Se sentó con los ojos dándole vueltas como canicas y por un instante no halló que era mejor, morirse, salir corriendo o tirarse un pedo.Finalmente descartó los tres. Se arregló el pelo y colocándose en la entrada con una cara llena de felicidad y satisfacción dio a todos, uno por uno la bienvenida a su casa "que es la casa de ustedes-les decía- siéntanse con la confianza de pasar y sentarse donde gusten. En un momento los atendemos como se merecen" A todos y todas los recibió igual incluyendo a mi hermana, pero cuando a ella le tocó sonriendo la tomó del brazo y le dijo "Bienvenida a MI CASA que se honra con la fiesta para TU HIJO, estoy segura de que harás lo necesario para que todo salga bien"
Ahora la sorprendida fue mi hermana y las hijas de Doña Maruca que la acompañaban. Abrieron la bocota y asi se quedaron al sentir que dos filosos cuchillos visuales las atravesaban. Como perritos culiches con el rabo entre las patas se confundieron con la gente y metiéndose en la cocina no se atrevieron a salir en toda la tarde.
Fátima estaba desconcertada por el comportamiento de la vieja pero a la vez furiosa. Sin duda-pensaba- que se había sorprendido al encontrar todo listo a pesar de sus trampas y de seguro que habrá hecho su berrinche, pero la muy infeliz, ladina como era, rápido le volteó la tortilla y ahora aparecía ante todos como si ella hubiera hecho todo.
En efecto, mi madre se pavoneaba como gran señora y atendía con gracia y sensibilidad a los invitados con los que hablaba y bromeaba de como se había chamuscado el pelo con la lumbre de las fogatas algo que con gusto volvería a hacer por la dicha de contar con su presencia.
Doña Hilaria y Doña Maruca pujaban de indignación ante la desfachatez de la doña y sin hacer escándalo murmuraban a quienes se encontraban cerca sobre lo que había pasado y como ellas habían ayudado a la pobre de mi hermana a salir del aprieto.
Unos ponían cara de espanto cuando las escuchaban mientras otras no les hacían caso pues conocían bien a Sanjua y asi, entre dimes y diretes, formándose dos bandos y sin que nadie se fuera siguió la fiesta pues después de todo, a la gorra no hay quién le corra y aquí todo era gratis.
La agilidad de mi madre y el evidente deseo de agradar y atender bien a sus invitados le granjeó una simpatía que jamás había tenido "Como nos equivocamos con ésta mujer-decían-con razón Abelardo siempre se veía feliz y sonriente"
"Vieja cínica desgraciada. La que no la conozca que la compre. Por algo se largó Abelardo y no volvió ni por la feria. Ojalá Fátima pronto se largue con los niños antes de que ésta infeliz les haga algo"
4 Horas después se acabó todo. Las muchachas encerradas en la cocina le ayudaron a mi hermana a levantar las cosas y se marcharon bajo la penetrante mirada de mi madre. Fátima con su vestido nuevo todo manchado de guisado y la cara como payaso porque el sudor le corrió la pintura, se apóyaba con las manos en la mesa cuando entro mi madre. "Espero a que para mañana esté todo listo en mi casa como siempre. Ya te cumplí tu caprichito, ahora me dejas todo como estaba, ah-añadió- y no quiero nada de cenar porque yo no como mugreros, si queda algo dáselo a los marranos y asi de algo va a servir esa porquería". Dio media vuelta y se metió a su cuarto.
Fátima no se movió ni dijo nada, tampoco lloró, pero sus manos crispadas y la dureza de su rostro mostraban un gran coraje que mas que coraje era odio. De pronto agarró un cucharón y lo aventó con todas sus fuerzas contra la pared. Fue todo.
Una risita se escuchó en el cuarto de la doña.
No acababa mi hermana de recoger la basura cuando tocaron a la puerta. Extrañada fue a abrir y se encontró a Doña Maruca. "Vengo a hablar con tu madre-dijo con voz irritada- dile que salga por favor. Mi hermana impresionada y además en deuda con ella y sus hijas fue y tocó la puerta del cuarto de la doña al tiempo que le hablaba.
Dentro mi madre oía pero se hacía mensa. La verdad es que no estaba dormida pues la emoción y el gusto de haberles dado unas lección a "éste montón de taradas" la mantenían excitada, sin embargo estaba cierta por lo que vio que esa vieja y sus hijas habían tenido que ver en eso de la comida. Seguro me va a decir algo-pensaba- pero entrona como era se levantó y salió a la puerta. "Dígame señora", Doña Maruca se le arrancó "vengo a decirle que es usted una perra y que si está acostumbrada a tratar como animal a su gente a la mía me la respeta, a todos, en especial a mis hijas pues sépase que no están solas y que si usted trae algo contra ellas aqui estoy yo pa responderle en el terreno que quiera, porque a mi usted no me apantalla como a otros ni mucho menos me asusta como a su hija y por como la trata y como la tiene ojalá Dios le mande un castigo que la haga sentir el rigor y no se siga creyendo tan salsa vieja intrigosa. Agitada y resoplando esperó respuesta pero mi madre impávida solo le dio las buenas noches y se metió a la casa encerrándose de nuevo en su cuarto. Doña Maruca se quedó peor, ella iba por pelea y no hubo nada. "Bruja maldita-le gritaba- Dios la va a castigar y gacho, ya lo verá"
Mi madre sonreía en su cama- ésta no sabe que a mi Dios me hace los mandados porque ya ni en la vida lo hago, pensó- se volteó de lado y se quedó dormida.
Los gritos los escucharon muchos del pueblo quienes oyeron las maldiciones y los deseos de Doña Maruca a quién pasado el tiempo la veían con temor y respeto diciendo por lo bajo, tenga cuidado es una bruja.
Pasaron tres meses en calma, bueno casi en calma pues en ese tiempo no sufrí agresiones importantes, uno que otro pellizco o coscorrón o alguna zancadilla cuando se me ocurría caminar así es de que prefería andar a gatas porque las patadas eran menos y de menor fuerza que las caídas.
Las gentes del pueblo divididas como estaban en sus opiniones de mi madre y mi hermana, por si o por no prefirieron evitarnos pa no meterse en problemas y de ese modo nos aislaron de la comunidad. Ajenos a todo nos limitabamos a irla pasnado.
Un Sábado la gente andaba inquieta. Se les veía excitados y susurrando uno con otro cuando se encontraban en la calle.Mi hermana que con frecuencia se pegaba a la ventana sin vidrio lo notaba. ¿Que pasaba?
Resultó que ese día sin decir agua va apareció una camionetota estacionada fuera de la cantina y el establecimiento cerrado con un letrerote que decía que así estaría ese día y el siguiente. Los borrachines no lo podían creer. Estaban indignados y hubo algunos que con todo y letrero tocaron la puerta pero no hubo respuesta. ¿Pos que se estaban creyendo éstos que los dejaban secos? ¿Donde estaban sus derechos? Molestos se apostaron en la plaza viendo la camioneta y haciéndose mil conjeturas. Hubo guardia día y noche los dos días.

El Lunes muy temprano salió un tipo, se subió a la camioneta y poniéndola a funcionar avanzó por la calle muy despacio.
A los guardianes teporochos les faltaban ojos y cuellos para poder ver quien era el pelao, sin embargo los vidrios estaban muy obscuros y no distinguían bien. Con la mirada la siguieron y se quedaron sorprendidos cuando se detuvo frente a la puerta de nuestra casa ¡A guey, va con Sanjuana!
El tipo paró el motor y bajándose se acercó a la puerta y tocó. "Es Rutilo el chalán-dijo uno de los teporochos" "Nada, nada, éste está mas gordo", si- replicó el primero-, pero el andadito pendejo no se le quita".
Mi hermana atendió al llamado y al abrir lo reconoció en seguida pues en efecto, era Rutilo el chalán de mi padre.
"Que gusto saludarlo Rutilo, pase por favor".
"Vengo a saludarlos y a platicar con su mamá si es que se puede-contestó Rutilo," pero no pasó.
Mi madre que se encontraba como siempre en su cuarto escuchó todo y su corazón comenzó a latir con mas fuerza. "Ya voy, ya voy. Aún no desaparecía el coraje que le tenía al chalán pues estaba convencida de que él había sonsacado a tomar a mi padre. Lo que no sabía era que Rutilo no tomaba y que en esa ocasión mas por compromiso con mi padre su jefe que por otra cosa, se echó algunas que le seguían pesando a pesar del tiempo.
Como de costumbre, sin la menor muestra de amabilidad se le presentó altiva "Que quiere en ésta casa donde no es bien recibido. Lo que tenga que decir hágalo rápido porque aquí si tenemos mucho quehacer."
Igual de hosco Rutilo le dijo "Encontré al maistro Abelardo".
Mi madre se desmayó.
Agua, alcohol, sales, aire y unos cuantos golpecitos en la mejillas al poco tiempo la hicieron reaccionar. Como pudieron Fátima y Rutilo la levantaron y casi cargada la sentaron en una silla dejando que se apoyara en la mesa. Poco después estaba lúcida.
¿"Lo encontró? ¿Que le dijo? ¿Porque no volvió ni se comunicó? Las preguntas se atropellaban mientras el rostro con ansiedad indescriptible esperaba alguna respuesta. Todos la esperabamos.,
"Necesito hablar a solas con usted Sanjuana ya después usted sabrá lo que hace"
"¿Tiene otra vieja? ¡Infeliz, desgraciado y yo aquí guardándole!
Por favor señora"
"Esta bien-dijo mi madre- Sígame, y se metieron a su cuarto.
Fátima se quedó como mensa estrujándose lasa manos mientras nosotros que no entendíamos nada seguimos jugando. En el cuarto se oían voces.
Asi estuvieron un buen rato y luego se escucharon llantos, lamentos y después gritos. Rutilo salió con el rostro desencajado y sin decir nada abandonó la casa, se trepó a su camioneta y se desapareció para siempre. Nunca lo volvimos a ver.
Mi madre siguió encerrada todo ese día y toda la noche, solo se le oía toser, gemir, llorar y maldecir. Fátima seguía en ascuas y a nosotros nos valía.
Al día siguiente todo cambió.
Y si la gente del pueblo se preguntaba que pasaba, nosotros nos preguntábamos a que había venido Rutilo.

A la mañana siguiente se oyó muy temprano ajetreo en el cuarto de mi madre, sin embargo nos llamó la atención que no tarareaba como de costumbre.
Fátima nos dió unas palmaditas en las pompis y Calixto y yo seguimos dormidos. Ella se levantó pues tenía mucho quehacer y al abandonar el cuarto alcanzó a ver que la puerta de la calle se cerraba. Mi madre había salido.
Fresca la mañana y solas las calles se dirigió derecho a la Iglesia, llegó, volteó pa todos lados como asegurándose de que no la vieran, se metió y con paso resuelto avanzó por en medio hasta el altar donde había un Cristo como imágen mas importante.
"Vengo a verte infeliz pa decirte lo desgraciado que eres, pa gritarte que como padre no vales nada, pa mirarte como se mira a algo que da asco y pa advertirte que voy a tomar mi venganza con mi propia mano y de la forma que mas te duela si es que a ti te duele algo, y si ya tienes rato queriendo fregarme pues sábelo que no vas a poder porque tu a mi no me importas nada y pa acabar tu a mi me haces los mandados porque vales pa pura madre y yo te he demostrado que valgo mucho, mas que cualquiera de éste mugroso pueblo, mas que tu padrecito y que las viejas que a diario vienen a rezarte y a hacerse tarugas con chismes que ¡tu! desgraciado permites pa luego burlarte, pero conmigo te friegas aquí, ahora y siempre" y dando media vuelta salió.
La gente que la vio regresando a casa diría despues que iba echando lumbre por los ojos y que sus pies casi no tocaban el piso.
Llegó y cerró con su habitual portazo y de inmediato se metió al cuarto de mi hermana donde Calixto y yo dormíamos.
Fátima en el fondo del corral les limpiaba y daba de comer a los animales. La alharaca de las gallinas y el chillido de los marranos se levantaban con intensidad y estridencia en aquella hora tan temprana. Mi hermana había decidido hacer un caldo de gallina para lo cual correteaba a una de ellas-con la carne que quede, mañana haré unos taquitos-pensaba- mientras acorralaba al animal que serviría de materia prima.
Mi madre sin miramiento alguno me tomó por la camisola que usaba como pijama y así llevándome en el aire llegó a la puerta de su cuarto abriéndola y lanzándome al piso donde caí sorprendido, asustado, adolorido y aún medio dormido.
No acababa de reaccionar cuando sentí un terrible golpe en la espalda que me sacó el aire y me obligó a retorcerme hacía atrás alcanzando a ver a mi madre que gesticulando y con un palo de escoba en la mano lo dejaba caer otra vez alcanzándome ahora en la panza. ¡Ah como me dolió!. Grité de dolor. "Cállate rata desgraciada o si quieres grita porque me vas a pagar todo el mal que le has hecho a ésta familia", el palo volvió a caer una y otra vez mientras la voz de mi madre resonaba. "Vas a pagar el haber nacido sin mi conformidad infeliz- la cabeza empezó a sangrar- "Vas a sentir mi dolor por la partida de tu padre"-los brazos que cubrían mi cara crujieron- "Te vas a arrepentir de haber sido la causa de que se largara, porque fue tu culpa,-el palo golpeó la cara- y sólo tuya que no volviera.-el palo rompió la boca y entonces, aún cuando sentía que me estremecía a cada impacto me dí cuenta de que me dolían menos y que cada vez oía la voz de mi madre menos, aún así tal vez por instinto traté de protegerme metiéndome debajo de la cama y entre golpe y golpe en la cabeza y la espalda, me arrastré sobre los codos-porque los brazos deformes me dolían y no podía moverlos- y alcancé a meterme hasta la cintura porque abajo estaba ocupado con las ollas y cazuelas del día del bautismo. Gritando como loca mi madre empezó a patearme alcanzándome en la cadera y en las piernas y como eso no me lastimaba mucho-de lo que se dio cuenta muy pronto- entonces se subió arriba de mis piernas y empezó a brincar. El crujido y el dolor llegaron juntos, apenas un instante antes de mi grito. ¡Que dolor tan increíble! Sentí que ni todo el aire de mis pulmones ni todas las fuerzas que me quedaban eran suficientes para gritar y sin embargo lo hice. Lo lancé con tal fuerza que luego dijeron se había oído hasta la plaza.
Los gritos y los insultos continuaban y para mi desgracia los golpes también. Quise empujarme con las piernas para meterme un poco mas pero no respondieron, se doblaron en la espinilla como si allí tuviera otra rodilla y para mi espanto al voltear a verlas, vi como el hueso rompiendo ampliamente la piel salía lleno de sangre. Tuve un mareo y vomité. Intuía que estaba en grave peligro pero no sabía que hacer. Me daba cuenta que necesitaba irme de allí cuanto antes pero no podía moverme, necesitaba defenderme de algún modo pero no se me ocurría nada. Desesperado metido bajo la cama veía las cazuelas y el tambor de la cama buscando ansioso algo que no sabía que, pero que me ayudara. Sentí las manos de mi madre agarrándome de los calzones y tratando a jalones de sacarme y yo vuelto loco miraba y miraba y no hallaba como detener, como evitar que me sacara. De pronto clavando los codos en el piso pude penetrar un poco y quedaron a mi alcance unas cazuelas grandes apiladas y como pude levantando sobre los codos el pecho estiré el cuello y metí la barbilla en la cazuela mas alta atorandome de esa manera un poco. Mi madre rugia de coraje y estiraba cada vez con más fuerza empezando a arrastrarme hacia afuera con todo y cazuelas. "Ora si vas a saber quién soy yo desgraciado" y estiraba y a cada estirón yo salía un poco mas con la cara dentro de la cazuela atorado con la barbilla y la parte de atrás de mi cabeza raspándose con los resortes y alambres del tambor de la cama.
Mi madre agarraba ya mi cintura y jadeaba y yo lloraba. Los codos se me pelaban tratando de detenerme, pero seguía saliendo.
Sentí las manos de ella en mis hombros y mi cabeza topó con el larguero de la cama. Mi madre pujaba y pujaba y no conseguía sacarme y eso mas la enfurecía. La cama entera con los estirones empezó a moverse de un lado a otro y no podía lograrlo. Tomándose un respiro que me supo a gloria, se puso de pie y resolló algunas veces. Luego la oi que caminó y empezó a mover cosas en su ropero. Poco después estaba de nuevo a mi lado.
La primer patada que recibí fue en las costillas y a esa siguió otra y otra y muchas mas con la ventaja de que si las primeras me dolieron mucho y me sacaron el aire, las siguientes ya no las sentí. De hecho no volví a sentir molestia.
Las patadas lanzaban mi cuerpo de un lado a otro en forma violenta y adoptando posiciones tales que de pronto escuché un ruido como rompiendo nueces con piedras en el cuello y en seguida se acabó el dolor. No me dolía absolutamente nada, sólo empecé a respirar con dificultad.
Al ver que no me movía, levantó la cama y haciéndola a un lado quedé al descubiertro con la cabeza metida en la cazuela. No podía levantarla.
Mi madre sonrió.
Tomó el gancho de ropa de alambre que sacó del ropero y comenzó de nuevo a golpearme. Mi cuerpo recibió todos y cada uno de los golpes sin defensa ni resistencia alguna y para mayor furia de ella sin llantos ni quejidos. "Grita maldito, llora, llora como lloré yo. ¡Hazlo desgraciado!, pero yo no podía hacer nada.
Llegando al máximo de locura y ante su frustración por mi falta de sufrimiento, tomó el gancho y doblándolo lo enredó en mi cuello y comenzó a apretar.
Mientras todo esto pasaba, Fátima al fin había logrado agarrar a la gallina que con un gran cuchillo degolló quedando toda ella salpicada de sangre en la ropa, en la cara y manos. Con el pelo aterrado y enmarañado, con mechones cayendole a la cara que se mostraba sucia y chorreada de sudor y sangre y la ropa hecha un asco pero contenta por su logro, penetró a la casa con la gallina en una mano y el cuchillo en la otra sorprendiendose de los gritos y el sonido de golpes que provenían del cuarto de la doña. Espantada corrió a su cuarto y miró a Calixto que despierto jugueteaba tranquilo, pero yo no estaba.
Un horrible presentimiento sacudió su corazón y se lanzó directo al cuarto de mi madre. "No, no por Dios-gritaba" y sus gritos desesperados se confundían con los de mi madre y con los fuertes golpes que los vecinos espantados por tan escalofriante barullo daban a la puerta de la calle diciendo los dejaran entrar. ¿Que pasa? ¡Que pasa por Dios, abran! Fátima entró de golpe y encontró a mi madre sobre mi cuerpo y las manos en el cuello y su pecho no pudo contener un grito inmenso de dolor, de coraje, de pavor. Grito que puso los pelos de punta de los vecinos y que saliendo por puertas y ventanas de la casa, se extendió hasta el último rincón del mundo.
Mi madre espantada ante esa reacción y empavorecida al ver el cuchillo que mi hermana conservaba en la mano, me soltó y no pudiendo levantarse quedó sentada y arrastrándose de pompas conforme Fátima se me acercaba, terminó hecha bola en un rincón.
Fátima parada junto a mi no me veía, mantenía los ojos fijos en mi madre quién ante el fulgor de odio que percibía comenzó a gemir y a llorar.
Si algo le llega a pasar al niño-siseo mi hermana blandiendo el cuchillo y luego gritando a todo pulmón- te mato, oíste? ¡Te Mato!
Mi madre empezó a llorar abiertamente mientras los vecinos arremolinados fuera de la casa escuchaban algunas de las cosas que se decían, suponian otras, comentaban y mientras unos iban por la autoridad, otros se pegaban a las puertas y ventanas y seguían oyendo, suponiendo, comentando.
Fátima me tomó en sus brazos y de inmediato se dio cuanta de mi gravedad. Sin decir mas abrió la puerta ante las atónitas miradas de los vecinos y salió corriendo rumbo a la casa del doctor.
Ante el impacto y sorpresa recibidos no faltó quién se desmayó ni quién se arrodillara a rezar espantada, pero algunos se metieron a la casa y descubrieron a mi madre tirada, toda aterrada, hecha bola en un rincón. "Mi niño-decía- mi niño" mientras lloraba desconsolada.
Fátima entró al consultorio sin consideración alguna. La poca gente aque había en la salita de espera se salió espantada y un paciente que estaba con el doctor salió pálido y balkbuceando "trae un cuchillo, trae un cuchillo"

El médico casi se va de espaldas.
Fui colocado en la destartalada camilla y repuesto del susto el médico me examinó. Yo apenas respiraba. Mi hermana que presentía el final se colocó en el punto mas lejano de donde me examinaban y lloraba limpiándose lac cara con las manos sucias y ensangrentadas. El médico fue rápido "No hay nada que hacer-dijo a mi hermana- está desnucado, morirá en poco tiempo, no entiendo que pudo haberle pasado para sufrir tantas y tan terribles lesiones. Debió haber sufrido mucho"
Cada palabra del médico penetraba en el cerebro de mi hermasna que sentía le iba a estallar.
Sentía un dolor inmenso que competía con un odio indescriptible por ocupar un lugar en su alma. Su corazón sangraba y la boca le sabía a hiel.
Mi corazón se detuvo y mi hermana lanzó un alarido como de animal herido. Gritaba y se tiraba de los cabellos, se estrujaba la ropa y en sus sollozos espasmódicos gemía, le reclamaba a la vida lo sucedido y balbuceaba incoherencias que mantenían al doctor como paralizado a mi lado.
Sus gritos y lamentos le impidieron escuchar el bullicio exterior cada vez mas cercan e intenso.
De pronto llegó la turba.
Endemoniados y sin control irrumpieron en el consultorio y sin el mas mínimo respeto a la casa ajena, al doctor ni a mi cuerpo muerto allí presente, agarraron a mi hermana, le quitaron el cuchillo y pasándole una reata alrrededor del cuello la sacaron a rastras y la colgaron del mezquite mas cercano. "Un animal como éste no puede estar viviendo entre nosotros" gritaban mientras mi hermana daba sus últimos pataleos. Luego regresaron por mi y como yo era angelito y no necesitaba ni rezos ni bendiciones me enrredaron en una cobija y en un pozo abierto en el panteón me enterraron.
Después volvió las paz.
Dos días después, los lugareños comenzaron a desfilar ante mi madre para darle el pésame. Ella toda de negro, con rostro compungido, ojos llorosos y voz débil agradecía las muestras de afecto.
"Sea fuerte Sanjuanita, Dios es grande y siempre dá segundas oportunidades".
Con Calixto en los brazos ella contestaba "Asi es, asi es"
Calixto dió un chillidito.
Le dolió el pellizco.

                                                                                                         FIN

Nota: Todo lo que usted ha leído es producto de la imaginación del autor, cualquier semejanza con la realidad será pura coincidencia.

                                                                                                                                                                                   urbygenel

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