Estoy aterrado. Esta mañana me desperté sin aliento. El sol aún no había asomado tras el horizonte, pero una pálida claridad anunciaba el fin de la noche. No fue la luz lo que me sacó de mis sueños, sino un sonido, un ruido que me agarró de las tripas y no me soltó hasta que cesó. Ahora no soy capaz de salir de casa. El vacío de ahí fuera se me hace cada vez más aterrador.

Con todo esto me estoy conociendo mejor, estoy descubriendo cómo soy y la verdad, no me gusta nada. Entre el estrés y el caos de la vida que he llevado estos últimos años no ha habido hueco para nada más. No he dejado espacio para el silencio necesario para escuchar quien soy realmente, y ahora que lo tengo a todas horas estoy deseando que cese de una vez. Soy un cobarde, todo lo contrario a lo que nos han acostumbrado en las películas y los libros. La sociedad alienta a los valientes y censura a los cobardes. Estábamos demasiado acostumbrados a atiborrarnos de comida basura tirados en el sofá, mientras veíamos a héroes y heroínas vivir increíbles aventuras en la pantalla. Cuando cometían alguna tontería o no eran capaces de enfrentarse a algún peligro los criticábamos duramente con la boca llena de helado, desde la comodidad de nuestro hogar. Cuando nuestro mayor reto en la vida era llegar a fin de mes, eso sí, sin renunciar al mundo de caprichos que habíamos creado a nuestro alrededor. Ahora que estoy solo, cara a cara con la realidad, con una realidad que no presenta ningún villano, ningún monstruo o ningún peligro que superar, me doy cuenta de lo paralizado que estoy. Del miedo que tengo, miedo a la nada, al silencio y al vacío. ¿En qué me he convertido? ¿A qué he dedicado todos estos años? ¿De qué me ha servido la vida si no soy capaz de vivir rodeado de silencio?

Llevo varios días viviendo en una especie de pesadilla que no logro entender. En un mundo yermo, muerto y solitario. Daría cualquier cosa por encontrar a alguien, fuera quien fuera. Sin embargo, esta mañana cuando he oído ese sonido en el exterior me he muerto de miedo. Era como una vibración, profunda y lejana. Tanto, que era imposible saber de donde venía. Cuando me desperté me asomé a la ventana, para tratar de entender qué estaba ocurriendo. El sonido parecía venir de todas partes, parecía viajar por el cielo, más allá de las nubes, como si alguien hubiera colocado cientos de altavoces gigantes en orbita y hubiese hecho sonar una música horrible, sin ritmo, sin compases. Sólo una vibración como el ronroneo de un gato, pero metálico, haciendo silbar la atmósfera bajo su ondulación. No era constante, iba y venía, sin llegar a dejar de sonar. Como las olas llegando a la playa, una tras otra, superponiéndose, sumándose cuando parecen desvanecerse, inagotables.

De alguna manera he tenido la certeza de que no era provocado por ninguna persona. Ni siquiera parecía una máquina, ha sido algo muy extraño, nunca había escuchado nada igual. Ahora me pregunto si no será un sonido habitual, algo común que ocurre en nuestras ciudades, pero que debido al caos en el que vivimos inmersos no somos capaces de percibirlo. En la alocada vida que llevábamos nadie se detenía en mitad de la calle a mirar el cielo entre los edificio y tratar de escuchar por encima del sonido del tráfico y el rumor de la ciudad. Quizás lo que escuché sea el sonido del mundo, algo común que los antiguos conocían bien y nosotros hemos olvidado, quien sabe.

Puede que esté desvariando. No consigo ordenar mis pensamientos ni entender qué diablos está pasando. Me voy a volver loco, pero al menos al escribir siento un alivio tan grande como cuando uno vacía los pulmones, aguanta la respiración y espera a no poder seguir reprimiendo esa inhalación que lo cambiará todo. Es como una purga, si dejase todo esto dentro de mí quién sabe en lo que me convertiría. No sé si alguien leerá esto o si se descompondrá con el paso del tiempo junto a mi cadáver, pero hasta el momento es la única manera que he encontrado de no sentirme solo, de mantener la cordura.

Hoy no me atrevo a salir de casa. ¿Y si lo hiciera y ese sonido apareciese de nuevo? Me sentiría tan desprotegido... No sé por qué, pero lo sentí como una amenaza, una amenaza imposible de vencer. Me quedaré en casa pensando en cuales deberían ser mis próximos movimientos. Una vez escuché en alguna parte la siguiente frase: “El movimiento es vida.” No recuerdo dónde lo escuché, quizás en una película, no lo sé, pero resuena en mi cabeza una y otra vez, como un mantra que alguien hubiera insertado en mis pensamientos y del que no puedo huir. Y sin embargo aquí estoy, inmóvil, sin hacer nada, dándole vueltas a las ideas en mi cabeza. ¿Eso también contará como movimiento? ¿Y si en el fondo estoy esperando mi propia muerte? ¿Y si, sin darme cuenta, estoy esperando a que entre algo por esa puerta y acabe con esto de una vez por todas?

Otra vez la muerte. Otra vez llega el final de mi existencia como única salida. ¿Soy un cobarde? No sé por qué lo pregunto si conozco la respuesta de sobra. ¿Qué tiene de malo ser un cobarde? Ser un cobarde le hace a uno huir de los peligros, te mantiene con vida. El movimiento es vida. Yo estoy inmóvil. ¿Qué me ocurre? Siento de alguna manera que si dejo de escribir una sombra se cernirá sobre mí y todo acabará. Por eso no lo hago. Eso quiere decir que no quiero morir, quiero seguir viviendo, cueste lo que cueste. Sin embargo no hago nada para que así sea. Tengo agua y comida. Se supone que con eso es suficiente. ¿Por qué tengo que moverme? En las películas, cuando algo horrible lo cambia todo, los protagonistas salen corriendo y se pasan toda la película de un lado para otro. Siempre he pensado en por qué lo harían. ¿Qué se consigue yendo de un sitio para otro? ¿Qué hay que buscar? Gente, sí, necesito gente.

Eso es. Ahí está la clave de todo, la gente. No puede ser que todo el mundo haya desaparecido así, sin más, y que precisamente sea yo el único que ha quedado vivo, eso no tiene ningún sentido. Parece más el argumento de un sueño que algo que pueda pasar de verdad. Encontrar a alguien más le dará sentido a todo y será el principio de mi cordura. ¿Pero y si no encuentro a nadie? Bueno, no debo pensar en ello. Debo centrarme en buscar y no parar hasta encontrar. Quizás con ese objetivo, con una meta que alcanzar mi vida tome un rumbo diferente. Dejaré el resto de pensamientos a un lado y pondré todos mis esfuerzos en encontrar a mis semejantes. Mañana volveré a coger el coche e iré más allá. Recorreré todos los pueblos y ciudades hasta que de con alguien. Sólo espero no tener que alejarme demasiado. Me da pánico abandonar mi hogar. Es lo único que me da seguridad.
Mañana empieza mi búsqueda.