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Arrancad vuestros ojos ahora que ya es demasiado tarde

La verdad tirada en el suelo,
doblada en dieciséis partes, irregulares.
La tentación siempre caliente,
abriendo llagas en mis entrañas.

Os lo dije y no me escuchasteis.

El cielo no volverá a ser el mismo.
El lienzo desplegado ante vuestros ojos,
con los dobleces hundiendo la pintura.
Callad y mirad.

Os lo dije y no me escuchasteis.

Los cuellos girados,
buscando vuestro pasado.
El dolor os devolverá al único momento que de verdad existe.
Secaos las lágrimas y escuchad con atención.

Os lo dije y no me escuchasteis, ahora mirad.

Las nubes de metal os observan.
Vuestros gritos se deshacen por el camino.
El lienzo endurecido como las nubes.
No os esforcéis en volver a doblarlo.

Os lo dije y vuestras bocas dibujaron barcas.

De tu ignorancia tu terror.
De tu herejía la verdad pegada en tu piel.
De tus temblores su poder.
De tu ira su placer.

Os lo dije, terrícolas, os lo dije.

Corred como hormigas,
arrancad vuestros ojos,
rezad y suplicad,
sonidos ininteligibles como la lluvia sobre el asfalto.

Os lo dije y no me escuchasteis.

La voluntad lejos de allí,
en su lugar una herida sangrante.
Tu resistencia se clava en tu carne temblorosa.
Sólo la aceptación te liberará de tu horror.

No me escuchasteis. Vuestra desesperación os hace dóciles.

La verdad pegada en mi boca, muda para siempre.