"Mujer Fuerte e Independiente" - Relato - Parte 2/2

in #spanish7 years ago (edited)

De nuevo, los seis participantes del torcido juego de aquel asesino se encontraban dentro de una habitación pequeña y oscura con dos puertas. Sin embargo, esta vez las puertas tenían nombres. La puerta de la izquierda tenía pegados tres papeles, cada uno con un nombre, lo mismo sucedía con la puerta de la derecha.

La puerta de la izquierda tenía los nombres de Jessica, Katy y Jason. La puerta de la derecha tenía los nombres de Henry, John y Sam. “Me va a tener que tocar estar sola con estos dos señores…” pensó Sam, mientras miraba fijamente la puerta, imaginando los peores escenarios en su mente. “No quiero morir” se repetía.

Repentinamente, la tranquila y oscura voz del hombre que los tenía en aquella situación empezó a hablar de nuevo. Todavía, nadie podía divisar el origen del sonido, pues su voz se diluía muy bien con el ambiente. “Vulnerabilidad… una cualidad muy interesante, ¿No creen?... una cualidad que nos hace humanos… que a veces hace que perdamos la batalla, pero nunca nos perjudica. ¿A alguien le interesa estar con alguien que no es vulnerable en ninguna situación?... avancen… pronto verán a qué me refiero”.

El grupo empezó a avanzar hacia las puertas. Jessica, sin embargo, empezó a acercarse muy sutilmente hacia la puerta de la derecha. Sorprendiendo a todo el mundo, la voz empezó a hablar de nuevo: “Si alguien entra por la puerta contraria, morirá”.
Jessica entonces se detuvo por unos breves segundos y redirigió su paso hacia la puerta con su nombre.

El grupo se dividió y cada uno entró por la puerta correspondiente. Al igual que en las demás habitaciones, las puertas se cerraron tras de ellos sin tener manera de abrirlas de nuevo.

Sin ellos saberlo, ambos cuartos eran una réplica exacta el uno del otro. Medianos, con las paredes blancas y suficiente iluminación, una puerta del otro lado y completamente vacíos a excepción de una cosa; Una pequeña mesita con un frasco grande de mermelada en el centro.

Jason no pudo evitar estar pasmado por unos segundos y luego levemente empezar a sonreír hasta tener que esforzarse un poco por no reírse. “¿Te parece gracioso?” pregunta Katy. Jason, cediendo un poco a la risa, le dice: “Es que… no era lo que esperaba”.

“No me sorprenderá el momento en que te distraigas y falles… los hombres no pueden tomar nada en serio” dijo ella. Jason se mostró sorprendido y un tanto confundido. “Qué bien... ahora voy a estar con ellas hasta el final del acertijo… vamos a ver qué sucede” pensó él.

Mientras tanto, el otro grupo también estaba algo sorprendido al ver el aspecto de la habitación. “¿Qué quiere decir esto?” dijo Henry. “No se preocupe señor, ya lo averiguaremos” dijo John. Sam, por otro lado, estaba completamente aterrada. “Cualquier cosa que sea… no podremos resolverla” pensó.

La voz pasó a interrumpir los pensamientos y diálogos de todos, diciendo: “La tarea en esta ocasión es simple hasta para el más despistado de ustedes”. “¡No puede ser!... será… ¡será que tendrá piedad de nosotros?.... no creo, no es lógico… pero…” pensó Sam.

La voz continuó: “Tienen que abrir el frasco de mermelada, luego de eso la siguiente puerta se abrirá”.
Sam rápidamente apartó la mirada del suelo y la retornó al resto de la habitación. “¿En serio?.... ¿eso es todo?” dijo ella. Entonces la mirada se le iluminó con una enorme sonrisa. “¡Qué bien!” exclamó.

Sin embargo, tan rápido como se alegró, la duda y las posibilidades empezaron a invadirla. Y su expresión se tornó preocupada y pensativa. “Espera… ¿será que el problema es que el frasco es casi imposible de abrir? ¿Será que dentro de poco, antes que se abra, nos pasará algo? Este tipo sí quiere vernos muertos… ¿no?” pensó.

Entonces, cerrando los ojos y tratando de analizar las cosas objetivamente, pensó: “Bueno… hasta ahora no nos ha puesto retos imposibles… en cualquier caso, hay que intentarlo… Creo que sería mejor que los señores empiecen, ya que tienen más fuerza, en todo caso, ellos la abrirían más rápido.”.

“Pues… pueden empezar ustedes” dijo Sam.

Por otro lado, Jason miraba con algo de impotencia cómo Katy seguía teniendo cierta mirada de desprecio hacia él. “Apártense” dijo Katy, mientras se acercaba a la mesita con el frasco, lo tomaba, y empezaba a hacer fuerzas para abrirlo.
Jason simplemente se quedó a un lado, mirando con atención lo que sucedía y, también, mirando de vez en cuando las cámaras de seguridad con mucho interés.

Katy se esforzó muchísimo, hacía presión con todas sus fuerzas. Pero el tiempo pasaba, y no conseguía nada, excepto hacer que Jason y Jessica se impacientaran. “Dame eso, es obvio que no puedes” dijo Jessica. “¿Y qué crees tú? Muchachita, ¿Que vas a poder?” respondió Katy.

“¡Dámelo, sino, no nos iremos nunca!” dijo Jessica, mientras tomaba con fuerza el frasco de las manos de Katy y tiraba de él hasta tenerlo consigo. Rápidamente, Jessica empezó a intentar abrirlo, haciendo uso de todas sus fuerzas. Pero era obvio, no podía.

Entonces, rindiéndose, Jessica se detuvo, simplemente observó el frasco con un poco de tristeza. Katy se acercó a ella y le quitó el frasco de las manos con brusquedad, intentó con mucha fuerza abrirlo una vez más. Aunque sus delicadas manos se veían de lejos muy débiles para semejante tapa.

Entonces, frustrada, Katy alzó el frasco y dijo: “¿Quieres el frasco abierto, imbécil? ¡Lo tendrás abierto!” y, con eso, soltó el frasco para que cayera en el suelo.

“¡No, qué haces!” exclamó Jason, mientras corría con gran velocidad. En cuestión de segundos, Jason llegó hasta él, extendiendo las manos e inclinándose hacia el suelo, y lo tropezó con la derecha. Rápidamente compensó esto usando su mano izquierda para detenerlo y lo acercó y tomó con sus dos manos.

Hubo un breve momento de silencio, mientras Jason miraba el frasco como si hubiera salvado un bebé de caer de un edificio. Su ojos estaban muy abiertos y respiraba rápida y profusamente. “¡Dios mío!... ¿¡Está usted loca!?” dijo Jason.

“¡Éste desgraciado criminal está jugando con nosotros!... ¿¡Y tú vas a defenderlo?” dijo Katy. Jason pretendía responderle, sin embargo, hizo una pausa, mientras la miraba con enojo, y decidió no iniciar una pelea.

Él se limitó a erguirse de nuevo y acercar el frasco hacia él. Con la mirada fija y pensativa, puso su mano derecha en la tapa e intentó abrirla.

Katy, que miraba hacia el otro lado, ignorándolo, cambió a una posición mucho más tensa en cuestión de segundos, como si hubiera recibido un choque, al escuchar un fuerte “Pop” proveniente de tras suyo.

“… Ya está…” dijo Jason, bastante sorprendido y un poco intrigado. Girando la mirada hacia ellas con confusión. El mensaje de su mirada era claro: “¿Eso era todo?”.

Hubo un breve silencio, mientras Katy lo veía y su mirada se tornaba cada vez más hostil. Jessica también lo miraba con desprecio.

La oscura voz del asesino interrumpió el creciente ambiente de animosidad con una risa bastante tranquila y natural y, al mismo tiempo, bastante siniestra. Jason empezó a asustarse, y las chicas miraban a las esquinas del techo donde se hallaban las cámaras con atrevimiento.

La voz paulatinamente dejó de reír. Entonces, dijo: “La puerta está abierta… Como habrán notado, ese no era un puzle, sólo quería reírme con ustedes un poco”.

“¡Desgraciado! ¡Te mataré en cuanto te encuentre!” dijo Katy. “Eres patético” añadió Jessica. Jason trató de mantener una expresión neutral, pero no podía evitar sonreír un poco. Le causaba cierta gracia la situación, en primer lugar, porque sentía que este hombre no iba a matarlo a él bajo ninguna circunstancia y en segundo porque ver a aquellas mujeres tan histéricas era tan desagradable y aterrador para él como gracioso.

Jason entonces procedió a acercarse a la puerta, abrirla lo suficiente, y esperar para que ellas pasaran. Katy caminaba con fuerza. Cuando estaban pasando al otro cuarto, Katy le dijo “¿Crees que somos inválidas o qué?” refiriéndose a que él les abriera la puerta.

Jason, con enojo en la mirada, pensó: “¿¡Qué les pasa a estas tipas!? ¿¡Están locas a o qué!?”.

Con bastante tensión en el ambiente, los tres pasaron a la siguiente habitación.

Por otro lado, el otro grupo se hallaba bastante mejor. John procedió a abrir el frasco en poco tiempo. Para Sam esto fue una gran sorpresa, pues esperaba que hubiera alguna clase de engaño. “¡Excelente!” exclamó, con bastante alegría.

La voz entonces procedió a hablarles: “Felicidades… hicieron un excelente trabajo… sobretodo tú Sam” dijo la voz. A Sam le impresionó muchísimo esto “¿Yo? ¿Y yo por qué? No hice nada…” dijo ella. “Exactamente, y eso era justo lo que hacía falta en esta ocasión” dijo la voz.

Sam, intrigada por lo que quería decir el hombre, continuó pensando en ello mientras los tres continuaban a la siguiente habitación.

Para la sorpresa de todos, la siguiente habitación estaba en completa y total oscuridad. Era, de hecho, tan oscura, que apenas podían ver delante de sus pies. Una muy tenue luz producida por tres pequeñas velas en una mesita justo al lado de la entrada.

Jason, al ver aquello, se detuvo de inmediato, con los ojos bien abiertos, los brazos tensos y mucha preocupación. Katy lo miró con la poca luz que había. “¿Estás asustado?” dijo ella. Jason no decía una sola palabra, sólo observaba con la mirada vacía y aterrada a la oscuridad.

La voz empezó a hablar nuevamente, haciendo que Jason se moviera con brusquedad, despertando de sus pensamientos. “Otra meta simple, pues veo que se les hace difícil incluso abrir un frasco de mermelada. Deben llegar a la puerta que lleva a la otra habitación avanzando y usando las velas que están a su lado”.

Jason trató de respirar profundo y, lentamente, girar la mirada a las velas, acercarse, y tomar una. Katy y Jessica tomaron las suyas también.

“Un pequeño detalle… si se quedan mucho tiempo en esta habitación, morirán…. Los del otro grupo lo hicieron, y no sobrevivieron” dijo la voz.

Jason se detuvo una vez más y, tal como si hubiera recibido un balde de agua frío, su expresión y completo lenguaje corporal se quedó en blanco, completamente perdido de la realidad.

“¿Qué dijo?” preguntó él. Hubo silencio, y entonces, la voz respondió: “Henry, Jhon y Sam están muertos… murieron aquí”.
“¿Qué?... Por… ¿Por qué?... No entiendo” decía él, con una pequeña sonrisa de completa incredulidad.

“Será mejor que continúen, no les queda mucho tiempo” Concluyó la voz. “No puede ser…” Dijo Jason, mientras poco a poco empezaba a mostrar enojo, tristeza y lamento.

Entonces giró la mirada de nuevo hacia la oscuridad, su corazón ardía de tantas emociones que se acumulaban dentro de sí. Sin poder evitarlo, lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y sus manos empezaron a temblar. Pronto, cayó de rodillas en el suelo. “¿Por qué…?” dijo.

“¿¡Estás bromeando!?... ¡Apenas la conociste aquí!... Aparte de arrogante, eres una llorona” dijo Katy, mientras empezaba a caminar hacia el otro lado. Jessica también empezó a caminar en aquella dirección.

Por otro lado, el otro equipo había estado en la habitación algunos minutos antes. Al entrar, los hombres simplemente vieron el lugar con sospecha. Pero para Sam fue diferente.

Sam, al enfrentarse ante aquel panorama, dio dos pasos hacia atrás, chocando contra la puerta de entrada y se encorvó con la cabeza inclinada hacia el piso y las manos juntas en el pecho en posición defensiva. “No…. No quiero morir así…. Ahora sí, no quiere que vivamos” pensó ella.

La voz procedió a hablarles, y a decirles exactamente lo mismo que les dijo al otro grupo, con una diferencia: “El otro grupo no logró sobrevivir”.

Sam entró en shock por un par de segundos. “No… es imposible…” dijo ella. “En todo caso, será mejor que avancen, si se quedan aquí, morirán” concluyó la voz.

“No puede ser... si él no lo hizo…” dijo ella. Entonces, su rostro se tornó paulatinamente más y más triste. “¿Por qué?... ¿Por qué él?... no lo conocía del todo pero… se veía como un chico normal y alegre y gentil…. ¿Por qué matar a un chico así?...” dijo y, mientras hablaba, lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.

Rápido esas pequeñas lágrimas se tornaron en lágrimas más grandes, luego en sollozos hasta que finalmente Sam empezó a llorar profusamente. “¡No es justo!... ¡Él no hizo nada malo!” decía, mientras sus sollozos se escuchaban resonar por la habitación.

“¿Piensas venir?” dijo John. Sam simplemente apartó lo más posible la mirada de ellos y siguió llorando. “Bueno, no podemos quedarnos aquí por eso” dijo John, entonces empezó a avanzar. Henry también empezó a avanzar tras de él.

Sam simplemente los dejó irse y empezó a sumirse en sus pensamientos.

No pudo evitar quedar en un trance entre miedo y dolor, en un espiral obsesivo planteándose diferentes ideas y teorías respecto a todo lo que estaba sucediendo. Se quedó enterrada en lo que había sucedido en todo ese tiempo y tratando de encontrar un por qué. No tenía energías para salir de allí, pues igual estaba completamente segura de que no sobreviviría sola.

Sin embargo, hubo un pensamiento que la hizo volver a la realidad. “Espera… debe estar por aquí... todavía…” pensó. Este pensamiento le asustó muchísimo.

Sin embargo, una necesidad imperiosa de ver qué había sucedido la llevó a tomar la tercera vela sobre la mesa y a empezar a iluminar el suelo, caminando con las rodillas y con una mano en el piso.

Entonces, empezó a avanzar primero en dirección a la pared izquierda, poco a poco. Paso tras paso, llegó e iluminó la pared. Al llegar, no podía creer lo que veía; la pared estaba hecha de algún material transparente, y del otro lado, pero con cierta lejanía, se podían ver tres luces de velas, justo en la posición en la que estaban las de ellos.

Sam empezó a hacerse muchas preguntas dentro de sí, pero seguía muy asustada. Tomó fuerzas para avanzar viendo a través de la pared. Aún más sorprendida estuvo cuando, más adelante, se topó con un pequeño pomo a la altura de sus manos.

“¿Qué?.... Esto es… es… ¿Una puerta?” pensó ella. Era una pequeña puerta, transparente como la pared. “No quiero morir… no voy a entrar por esa puerta” dijo ella. Entonces, Sam gritó cuando escuchó la voz del hombre decir: “Entra, no morirás”.
Sam, asustada y al mismo tiempo empezando a recibir una chispa de esperanza para su pequeña vida, abrió la puerta y entró con cuidado, cerrándola tras de sí.

Entonces, su vista se fijó en aquellas tres luces que eran como las de las velas de su habitación, de modo que empezó a avanzar hacia ellas, aún caminando sobre sus rodillas. Al llegar a estar cerca de ellas, para su sorpresa, la detuvo el choque que se dio contra otra pared de material transparente.

“¿Qué?.... ¿aquella es otra habitación?... entonces… donde estoy es… ¿un espacio entre dos habitaciones?” pensó ella. La voz volvió a sorprenderla y hacerla gritar: “Apaga la vela”, dijo.

Sam inmediatamente sopló la vela y ésta se apagó.

Entonces, en aquella otra habitación, una puerta se abrió, dando paso a Katy, Jessica y Jason. “¡No puede ser! ¡Es!… ¡Es él!” dijo Sam, “¡Es él!” exclamó, mientras cedía a las lágrimas y empezaba a llorar profusamente otra vez. “Pensé que estaba muerto…” decía entre sollozos.

Entonces, al mirarlos a los tres tan de cerca, dijo: “¡Hey! ¿¡Me oyen!?”. Sin embargo, se quedó extrañada al ver que no la podían escuchar.

Sam, al ver aquello, simplemente se quedó en silencio, a la expectativa de qué sucedería con ellos.

Entonces, su mano cubrió su boca en señal de asombro al ver que Jason de inmediato reaccionó con rechazo y pánico hacia la oscuridad, y luego quedó en shock por alguna razón y empezó a llorar.

“¿¡Qué!?.... ¡Increíble!... ¿Le habrá dicho lo mismo que a mí?... no… no creo… no le importaría tanto” pensó ella. Se llenó aún más de asombro al ver que las chicas lo dejaban allí llorando. “¡No!... ¡Dios mío!... Lo dejaron... ¿Qué va a hacer?” pensó ella, nerviosa y preocupada.

Entonces vio cómo él miraba con odio y desprecio a las mujeres mientras se iban y luego, sentándose en el suelo, colocando su vela a un lado y colocando la muñeca entre sus ojos, cedía por completo a las lágrimas.

Sam lo vió así por un par de minutos. Entonces, con bastante lentitud, Jason tomó de nuevo su vela y empezó a moverse lentamente en dirección a la pared contraria, iluminando el suelo y caminando justo como ella lo hacía.

Al llegar a la pared contraria, se giró y empezó a caminar en dirección a ella. Sam empezó a sentir su corazón latir con rapidez. “¿¡Será que viene hacia acá!?... ¿¡Hay otra puerta!?... ¿¡Podrá sobrevivir!?” Sólo la idea de que él pudiera sobrevivir también le dio mucha esperanza, más de la que sentía al haber escuchado a la voz decirle que no moriría.

Entonces, Finalmente, Jason llegó a la pared que los dividía. Allí, al ver que era material transparente, pues la luz podía iluminar más allá de lo que él podía caminar, levantó la mirada y la vela, logrando ver a Sam. La primera vista de su figura le hizo dar un salto del susto y alejar la mirada.

“¡No puedo creerlo!... ¡Está allí!...” exclamó con horror y disgusto. Entonces, inevitablemente giró la mirada de nuevo hacia ella y, en aquellos pocos segundos, al verla y darse cuenta de que estaba viva, su corazón se detuvo.

Sam, al verlo tan impresionado de verla, empezó a ponerse nerviosa y no supo que hacer. Entonces, mirando hacia los lados, pensó que debería haber una puerta de su lado, entonces, empezó a señalar por dónde recordaba ella que estaba.

Jason estaba en shock. Estuvo viéndola por un par de segundos más antes de entender qué era lo que decía. Finalmente, volviendo a la realidad, se dio cuenta de que ella lo estaba viendo con la cara empapada en lágrimas. Entonces, girando la mirada en otra dirección con bastante vergüenza y secándose los ojos con su mano libre, recobró la compostura lo mejor que pudo.

Luego de aquello, al ver las nerviosas y desesperadas señales de Sam en dirección a la puerta, Jason se aproximó en aquella dirección.

Quedó muy admirado al ver aquel pequeño pomo que daba paso a aquel pasillo. Él abrió la pequeña puerta rápidamente y entró en la habitación, cerrándola tras de sí.

Al entrar, Jason se acercó a Sam. Sam, paralizada donde estaba, no sabía cómo reaccionar o qué esperar; ni siquiera sabía que lo había tenido tan triste. Jason seguía con la vela encendida. Por tanto, al llegar a donde estaba ella e iluminar su cara, pudo darse cuenta de que había estado llorando.

“¿Habías estado llorando?” preguntó él. Sam, poniendo las manos sobre sus mejillas y mirando hacia abajo con algo de dolor y un tanto de vergüenza dijo: “Es que… creí que habían muerto…”.

Jason abrió los ojos y la miró con gran sorpresa. “¡No puede ser!... ¡Qué impresionante! ¡Qué estrategia tan increíble!” dijo. Sam… haciendo una pausa y pensando, le dijo. “Y… ¿Tú por qué estabas llorando?”.

Jason desvió la mirada con vergüenza y un poco de enojo, como si se estuviera reprochando algo. “Pues… hmm… el… el hombre me dijo también que ustedes habían muerto” respondió.

Sam, impresionada, dijo: “¿Y te pusiste a llorar por eso?”. Jason alejó aún más la mirada de ella, con cierto dolor. Pero, en ese momento, su sentir cambió por completo al escuchar pequeñas risitas de Sam que se entremezclaban con pequeños sollozos. “Siempre he estado convencida de que no merezco que nadie llore por mí…” dijo ella.

Jason de inmediato la miró, sin poder creer lo que escuchaba, pues esperaba que se burlada de él o se alejara. Una sonrisa empezó a dibujarse en su rostro. Entonces, sin Sam esperarlo, él la abrazó por segunda vez, con una gran sonrisa y mucho entusiasmo. “Gracias Sam… gracias al cielo estamos vivos, y gracias a personas como tú también” dijo.

Sam, asombrada, con lentitud retornó el abrazo posando su brazo sobre la espalda de él. Ella, sintiendo el contagioso entusiasmo de él, empezó a sonreír también, y más sutiles lágrimas recorrieron sus mejillas.

Entonces, la oscura voz los interrumpió, separándolos, y diciendo: “Es hora del último puzle”. Luego, las luces se encendieron, y revelaron a Jason y Sam lo que había en las dos habitaciones.

En la habitación de donde provenía Sam, se hallaban Henry y John en el suelo, con las narices, la boca, los oídos y los ojos empapados de sangre, y dardos en los brazos. Esa habitación, en la otra pared, estaba dividida por hendiduras en forma de cuadro que almacenaban pequeños cañones del tamaño de un arma delgada.

De donde provenía Jason, en cambio, la otra pared estaba completamente normal. Sin embargo, tenía dos fotos un tanto grandes pegadas a ella, una al lado de la otra; una era de Jason y otra era de Sam. Bajo esas fotos, había unas cajas de madera, con abertura en la parte superior. Y, además, una puerta se hallaba del otro lado y junto a ella, se hallaban dos canastas llenas de papeles.

Sam estaba horrorizada con la escena, y Jason estaba asustado pero muy intrigado en entender qué pretendía el hombre.
Entonces, por la otra puerta de aquella habitación donde antes estaba Jason, Katy y Jessica entraron de nuevo a la habitación, enojadas.

Al notar que ellos estaban del otro lado, y ver las fotos que estaban en la pared, los miraron con decepción y les dijeron algo que ellos no pudieron escuchar. Lo que les dijeron fue: “No sobrevivieron, fueron débiles…”

“Parece que les dijeron que se devolvieran… al menos, es lo único que puedo deducir, pero creo que lo que nos están diciendo no es importante, seguro creen que vamos a morirnos” dijo Jason. Sam escuchó con atención y trató de concentrarse en lo que sucedía en aquel lado de la habitación, ignorando lo de la suya.

Ella pudo ver, por unos pequeños segundos, que Jason daba un breve vistazo a la habitación con los señores con tristeza y preocupación, pero luego volvía a mirar al otro lado, tratando de ocultarlo.

Entonces, la voz empezó a hablarles a Katy y Jessica, aunque Jason y Sam no podían escucharlo “Este es su último puzle” dijo, “deberán tomar las cualidades que caractericen a cada persona, Jason y Sam, y deberán colocarlas en su caja respectiva. Si lo hacen de manera equivocada… morirán”.

Katy y Jessica se acercaron a las canastas y empezaron a revisar los papeles con desprecio y rechazo. Jessica escogió uno de los papeles primero, aquel que decía “irrespetuoso”, y, sin enseñarlo a Katy caminó con tranquilidad hacia la caja de Jason y lo colocó.

Inmediatamente, una bala salió de donde parecía estar la foto y atravesó la cabeza de Jessica, salpicando sangre a la pared transparente.

Sam gritó horrorizada y Jason se quedó paralizado, con una lucha interna entre el enorme miedo que sentía y el instinto de no expresarlo.

Katy miró la escena y dio un paso hacia atrás, con los ojos muy abiertos y con gran confusión durante varios minutos.

La voz habló e interrumpió su estado de terror, haciéndole dar un pequeño salto. “Es tu turno”. Katy estuvo en silencio por unos minutos. Entonces, con lentitud y sutil temblor en las manos revisó un poco entre los papeles de la canasta y escogió uno.

Entonces, se acercó hasta la caja de Sam y acercó el papel hacia ella.

Sin embargo, antes de que llegara a colocarlo, la voz empezó a hablar, diciendo: “Con esta… prefiero darme el gusto…”. Entonces la puerta de donde habían venido se abrió y un hombre entró a la habitación y dijo “yo mismo”. Al escuchar la voz, a Katy se le hizo obvio que era el mismo hombre.

El hombre, delgado, alto, de cabello castaño claro y un tanto elevado vestido con una chaqueta negra de tela opaca sin cierres, una franela amarilla, pantalones negros y una venda que rodeaba su cabeza en diagonal y cubría uno de sus ojos, llevaba un arma larga.

Katy inmediatamente dio varios pasos hacia atrás, soltando la hoja que iba a colocar. Empezó a agitar las manos frente suyo pidiendo piedad.

El hombre, con una pose bastante tranquila, alzó el arma, apuntó a su cabeza, y disparó.

Sam empezó a gritar y Jason, alternando la mirada entre ella y el hombre, se preocupaba, pues no tenía idea de qué hacer.
El hombre los miró a ellos, aún con el arma arriba, y ladeó la cabeza hacia la puerta, indicándoles que ya podían salir. De modo que él y ella empezaron a salir.

El hombre, al ver a Katy muerta, en el suelo, mantenía su mirada vacía y sin vida. Bajó el arma con delicadeza y empezó a caminar calmadamente hacia donde había caído la hoja de Katy.

“Dependiente o dominable…” dijo él, leyendo lo que ésta decía, con voz monótona, oscura y siniestra. Después de una pausa, replicó: “No lo creo… pues… a diferencia de ti, ella decidió seguir instrucciones y obedecer porque le pareció lo mejor. Tú decidiste desobedecer porque así te han convencido de que es lo correcto… al final… no has sido ni fuerte ni independiente”.

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